Sin duda alguna aceptar a Amir Cromwell como mi prometido había causado un revuelo en toda mi vida, y no solo en la mía, al parecer todo belgrado estaba sorprendido debido a la noticia; el soltero más codiciado de la ciudad se estaba comprometiendo con una total desconocida. Podía verlo en la expresión que tenía sus rostros mientras los mirábamos desde el estrado, sus miradas no eran para nada agradables, me miraban respectivamente y otros con disgusto profundo, no importaba para nada que yo fuera una mujer hermosa, lo único que veían de mí era el dinero que no tenía y el respaldo de una familia de renombre de la cual yo carecía.
– ¿Estas bien?, ¿fue demasiado difícil para ti?
Negué con la cabeza sin llegar a mirarlo, aún me sentía algo acelerada por lo que paso hace unos momentos, aunque los nervios del anuncio del compromiso habían logrado distraerme un poco. Caminábamos tan tranquilamente por las calles de la ciudad, oscurecidas por la negrura de la noche pero alumbradas por las lámparas que yacían en la esquina de cada calle, así como la luz proveniente de cada uno de los locales que aún no cerraban sus puertas a los visitantes.
– Solo quería tomar algo de aire – me excusé por haberlo hecho caminar junto conmigo hasta casa. Ilyas había venido por nosotros hace un par de minutos pero en el momento en el que subí al auto, me sentí atrapada de nuevo, me sentí encerrada en una jaula y no podía respirar, recordaba cada una de las palabras de aquella vieja conocida, así como las miradas de incredulidad de todos a mi alrededor y sentía que me ahogaba en un pozo sin fondo otra vez.
– Entiendo.
A pesar que pareciera que convivir con Amir era incómodo, la verdad es que era todo lo contrario, no me sentía incómoda a su alrededor a pesar de que las conversaciones entre nosotros eran casi nulas e ignorando lo ocurrido hace un momento. Solo intercambiábamos unas cuantas palabras y eso era suficiente, solo con sentir su presencia caminar justo a lado de la mía, era suficiente para hacerme sentir segura. Así como lo estaba haciendo ahora, caminando a la par mía sin decir absolutamente nada por mi repentino arrebato e ignorando lo que había sucedido entre nosotros. Aquel ambiente embriagador se había desvanecido por completo.
– ¿Quieres sentarte un rato? Siempre he escuchado que este lugar sirve de inspiración para muchas personas, para hacer que se desconecten de la rutina.
Concorde con lo que había dicho, este lugar había sido uno de mis favoritos de cuando vivía aquí. Era el lugar donde venía con mi familia, antes de que todo se destruyera.
– Esta bien si solo nos sentamos unos cuantos minutos – respondí con la esperanza de que esos minutos duraran aún más de lo esperado.
Ambos nos sentamos en una banca frente al parque donde corrían unos cuantos niños debido que ya eran pasada las diez de la noche. En el centro se encontraban las fuentes que se unían en conjunto en un desfile de colores cuando el agua salía a presión hacia arriba, iluminando todo a su alrededor con los colores deslumbrantes, dándole color al parque y encendiendo las risas de los niños que corrían y jugaban al rededor de el.
– ¿No crees que podrían enfermarse por mojarse a estas horas de la noche? – pregunté rompiendo el silencio. Amir se giró a verme pero yo mantuve mi vista fija en el espectáculo de colores frente a nosotros.
– Supongo que no, tal vez ya estén acostumbrados a eso.
– ¿Alguna vez lo hiciste?
– ¿Hacer qué? – preguntó con el atisbo de la risa en el tono de su voz. Me volví hacia él, mirando la minúscula sonrisa en su rostro. Aquella expresión apacible me otorgo la confianza que yo necesitaba.
– Jugar en la fuente.
– Nunca lo hice. Digamos que fui un niño demasiado reservado, ¿qué hay de ti?
Esa era la pregunta que yo estaba esperando. Era la oración que esperaba que saliera de sus labios para poder decirle todo lo que guardaba en mi interior.
– Si lo hice. Veníamos a menudo a este parque, me gustaba jugar en la fuente aunque no fuera a estas horas. Fueron buenos momentos hasta que los problemas vinieron. Esta es la primera vez en años desde que vengo a este parque – dije mirándolo a los ojos, contemplando aquellas cuencas grisáceas que se habían oscurecido debido a la falta de luz.
Vi la duda en sus ojos, una vez más sus barreras parecían derrumbarse frente a mí. Su mirada se apartó de la mía, fijando sus ojos al césped húmedo bajo nuestros pies. Lo vi vacilar por unos segundos hasta que finalmente se volvió a mirarme.
– ¿Qué ocurrió?, ¿Porqué tu padre no está con ustedes?
Lo había preguntado con tanta seguridad que incluso podía deducir que se sabía la historia, que él sabía a la perfección que mi padre no estaba con nosotros en lugar de deducir que había muerto, él había apostado a que él se había ido, como si ya tuviera conocimiento de eso.
– Él dejó a mi mamá, y nos perdió a mi hermano y a mí con ello.
– Eso ocurre en varias ocasiones, ¿no lo crees? No digo que sea algo insignificante, no me malentiendas, solo que me pregunto que si no existía la posibilidad de terminar en buenas condiciones.
– No lo creo, a mi padre le gusta despedirse a lo grande – dije sin un ápice de gracia a pesar de sonreír tras decir aquello. Amir me miró sin entender y yo no tarde en explicarle.
– Acusó a mi madre de ladrona. La inculpó de haber robado a la empresa que ellos habían construido juntos y trató de encerrarla en la cárcel, esa fue su solución para que ella fuera la mala y él quedará como bueno frente a todos y frente a nosotros. No sabes lo mal que me siento cuando recuerdo aquello, cuando recuerdo haber creído sus mentiras y confiando en mi padre ciegamente, cuando desprecie a mi madre por culpa suya, jamás lo perdonaré, no lo haré.
Él se quedó en silencio un par de minutos que me parecieron eternos. Solo se escuchaba nuestras respiraciones y el sonido que yo hacía al sorber mi nariz en un intento de retener las lágrimas mientras arrugaba mi expresión.
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Editado: 07.04.2022