Señor Robocop [serie Las Marías #3]

Capítulo 7. Dias sin ella.

JUAN PABLO.

Esa loca me dejó raro, ahora no tengo ánimo a nada, no soy yo. Además, solo la estoy viendo, lo bueno es que mi escusa es que la estoy "vigilando", pero no es así, estoy viendo cada detalle visible de ella.

—Robocop, mi amor, toma —frunzo el ceño, su atrevimiento no tiene límites.

Tomo el helado y este tiene un corazón hecho de chocolate. Miro a Ana y ella se arregla su cabello, toda coqueta y a la vez se ve tierna.

—Gracias, y deja de llamarme "mi amor" —frunce sus labios en un beso.

—Merezco un beso —sus labios se ven lindos, meneo mi cabeza.

—Toma, no quiero si tengo que darte un beso por comerlo —rueda sus ojos.

—Malo, yo te amo, trátame mejor.

—Toma tu helado y vete —niega.

—Solo bromeaba, disfruta del helado, te amo —me tira un beso y se va con su amiga.

Miro el helado de menta con el corazón de chocolate, suspiro, Ana es tan ocurrente, que no deja de sorprenderme. También es revoltosa, pero amigable.

Me como mi helado que está delicioso, definitivamente ella tiene buen gusto. La miro y su risa hace eco en mi oído provocando una sonrisa. Esa loca fastidia un poco, pero saca sonrisas por sus locuras.

NARRADOR.

Al terminar los helados, Ana y Rosy se fueron a casa junto a su guardaespaldas, en el camino Ana le tiraba indirecta, que claramente Juan Pablo captaba. Él no podía dejar de mirarla, pues esas palabras (mi amor)  seguía rodando en su cabeza.

Al llegar casa, Ana y Rosy salieron rápido del auto, dejando a Juan Pablo atrás y con todas las bolsas de compras. Sacó las compras negando con la cabeza y se dirigió a  la casa.

Ana ingresó a su casa llevándose una gran sorpresa, pues no había visto a su padre durante todas las vacaciones, ya que se encontraba fuera del país.

ANA.

—¡¡Papá!! —me abalanzo y lo abrazo siendo correspondida.

—Princesa, mi niña hermosa, ya extrañaba verte —deja de abrazarme para darme un beso en la frente.

—¿Cuándo llegaste, papá? —ama estar cerca de él.

—Hoy. Lo primero que hice al llegar es venir a ver a mi princesa —juega con mi cabello.

—Eres muy lindo, papá.

—Tú eres más bella, mi amor. Por cierto, quería decirte que alistes tus maletas, que nos vamos...

—¿Eh?

—No nos hemos ido de vacaciones, además es el cumpleaños de tu padre el sábado y ya le dije a tu hermana. Quiero pasar con mis amores un poco más de tiempo —lo había olvidado.

Miro a mamá que baja de la escalera, miro a Robocop y miro a Rosy. Es mi padre, no le puedo fallar, lo único malo es que estaré sin mi amor.

—Está bien, papá.

—Ve a arreglar las maletas que nos vamos, ya le dije a tu mamá —miro a mamá y ella asiente.

—Está bien —miro a Rosy—. Ayúdame, por favor —ella acepta. Miro a Robocop, haciéndole seña con los ojos para que suba a la habitación. Por último, vuelvo a mirar a papá—. En media hora estoy lista.

—No te preocupes, mi princesa, yo te espero —le doy una sonrisa.

Junto a Rosy me voy a la habitación, y Robocop viene tras de mí con las compras.

NARRADOR.

Juan Pablo saludó al padre de Ana que amablemente le devolvió el saludo. Siguió a Ana mientras sentía una pequeña chispa de felicidad, pues estaba muy seguro que se libraría de Ana por unos días.

—¿Quién es él? —pregunta Armando.

—Es el guardaespaldas de tu hija, ya sabes cómo es.

—¿Qué drama hizo? —sonrió.

—Dice que al ser mi hija corre peligro, sabes perfectamente mi carácter cono directora.

—Creo que la niña tienes razón esta vez, tú eres difícil de manejar, por eso nuestro matrimonio acabó —manifestó.

—No cambiemos de tema, por favor —se dirigió al mueble y se sentó.

—Es la verdad. En fin, estoy de acuerdo con ese guardaespaldas, mientras mi niña esté segura no me opongo a nada.

—Aleluya.

—Esperanza —dice resignado.

[***]

Juan Pablo dejó las compras en la habitación de Ana y salió, pues no podía entrar a la habitación de ella, pues no estaba sola y quería evitar inconvenientes. Aun así, estaba más pensativo, pues no sabía que sentía, por una parte, estaba emocionado porque estaría sin Ana varios Días, pero otra pequeña parte no quería que ella se fuera con su papá, y se negaba a dejarla ir.

JUAN PABLO.

Suelto un suspiro lleno de frustración, pues ni yo mismo sé, me siento confundido, hasta la cabeza me duele, creo que helado me hizo daño.

—Oye, te llama Ana —me comunica Rosy.

No digo nada y solamente ingreso, la veo con una pequeña falda y blusa, con unos botines converse blanco.

—Dime —sonríe.

—No me vas a ver una semana, así que me quería despedir de ti, Robocop —da unos pasos hasta llegar a mí.

—Chao, ahora vete —hace una mueca de coraje.

—Yo siempre te trato bien y tú me hace el feo. Ya deja de tratarme así, yo te adoro Robocop; mejor bésame.

—Tu papá te está esperando, ya vete, no hagas tan largas la dulce despedidas —pasa la mano por su cabello.

—Robocop, dame un pequeño beso, no te pido mucho.

—No —me doy la vuelta, y como siempre se me pega con oso perezoso.

Ana me besa, y estoy consciente, pero me haré creer que no, así que la correspondo a su beso, ella es tan, no sé cómo decirlo, es como una pica pica.

Llevo mi mano a su cintura, y la palpo sobre su blusa, parece cintura de una avispa. Se me pega más sintiendo sus senos causando estragos, esta niña es un apocalipsis en mi vida y en mi mundo.

—Ana, tu papá —escucho decir a Ana y ella se separa de mí.

—Te amo, Robocop —me da un beso en la comisura de mis labios tentando me a seguirla besando.

—Yo no —me voy rápido, antes de que ese señor me vea y haga relajo, después de todo Ana es su princesa.

Juan Pablo, tú eres un hombre prudente, y sabes muy bien que Ana es una niña y no es mujer para ti. Deja de hacer estupideces.




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