El Valle escondido
Un nuevo despertar
El sonido limpio y fuerte, de un pututo, despertó a todos los puquinas, y uno a uno empezaron a salir de las tiendas de campaña para darse con la grata sorpresa de encontrar, muchas fogatas en las cuales en grandes ollas de barro se había preparado diversos potajes, dulces y refrescos.
Luego de sacias su apetito. Por ser el primer día, todos se dedicaron a conocer, unos el valle, otros el lago y los más aventurados construyeron improvisados votes de totora para tratar de llegar a la isla, la mayoría lo lograron.
En cuanto despertó Apu Tambo, ordenó al jefe de la guardia real que se dirija a la tienda del Curaca Tisoc Huari y le comunique que en una hora lo espera para programar las acciones del día.
Luego fue a busca a Mama Cora quien aún seguía durmiendo, le soplo al oído con la intensión de despertarla, pero ella simplemente se volteó y siguió durmiendo. Ante este hecho, sonrió y paso a otra tienda que le servía de despacho, allí ya lo estaba esperando su asistente quien le había preparado la mesa en la cual estaba su primer alimento del día: guiso de cuy con rodajas de papa sancochada y salsa de ají. Dulce de quinua, una fuente con frutas y una jarra con jugo de chirimoya.
Apenas había empezado a comer, cuando entró, como un vendaval Mama Cora. Al verla, Apu Tambo sonriente le dijo:
- Que tengas un lindo día querida Cora, te agradezco mucho por acompañarme, tu sabes que no me gusta comer solo.
- La culpa es tuya mi señor. ¡No me despertaste!
- ¡Sí lo hice! Pero tú te diste vuelta y seguiste durmiendo, así que pensé que lo mejor sería dejarte dormir. – dijo sonriendo Apu Tambo.
Riendo ambos iniciaron la comida intercambiando algunas frases. Al terminar ella pregunto:
- ¿Qué harás el día de hoy?
- Tendré una reunión con todos los Curacas y el Apuquipay Cusi Condemayta, para programar las primeras acciones en este valle. ¿Y tú que harás?
- Quiero ordenar nuestras ocho tiendas de campaña – contesto Mama Cora. - todas están desordenadas se nota que armaron y acomodaron las cosas, hombres. ¡Eso es cosa de mujeres! Dijo muy molesta ella.
Siempre las respuestas de Cora le causaban risa a Apu Tambo, y ella, ya se había acostumbrado. Cuando recién se casaron le fastidiaba muchísimo, porque creía que él se burlaba de ella, pero con el tiempo llegó a agradarle ver esa traviesa sonrisa en la cara de su esposo.
Unos minutos después llegó Tisoc Huari y Apu Tambo salió a recibirlo.
- Bienvenido Tisoc, espero que este primer día sea de provecho para todos, he visto que nuestro pueblo está contento y pasea por todo el valle.
- Sí señor, están muy contentos y tranquilos, después de la huida por la amenaza aimara, este valle es como un fuerte que les da paz y seguridad. - Asintió Tisoc, para luego cambiando de tema decir: - Cumpliendo con vuestra orden mi señor he convocado a los Curacas y al Apuquipay Cusi Condemayta, quienes en unos momentos estarán llegando.
- Bien hecho, Tisoc. Es urgente que determinemos las primeras actividades principales que realizaremos en estos primeros días, después ya solo deberemos preparar las tierras para la primera siembra.
Minutos después, el Jefe de la guardia, les comunico que ya los Curacas y el Apuquipay los estaban esperando en la tienda de reuniones.
Al ingresar Apu Tambo, todos los citados ya estaban presente, por lo que, sin mayor preámbulo les dijo:
- Los he citado porque es necesario tomar algunos acuerdos sobre nuestra estadía en este hermoso valle: Primero, quiero que se haga un reconocimiento total del valle, el lago y la isla, para saber si será nuestro destino final o un escalón en nuestro camino hacia el objetivo que nos hemos propuesto: volver a ser un gran Imperio. Segundo, establecer qué medidas debemos tomar, para garantizar la seguridad del valle. Tercero determinar qué tipo de viviendas debemos construir. Y finalmente iniciar la preparación de las tierras para realizar la siembra.
Los Curacas se miraban unos a otros, mientras que el Apuquipay, como guerrero, acostumbrado a este tipo de contingencias, poniéndose de pie propuso.
- Mi señor, según lo que nos ha manifestado, veo que ya se ha formado una idea integral de nuestra situación y es muy sabio al indicar que lo primero que debemos hacer, es reconocer el terreno en el que estamos; para qué podamos decidir qué lo que debemos hacer. Como guerrero siempre antes de cualquier ataque o defensa debemos conocer el terreno para establecer el plan de batalla. Esto es igual, por lo que, ya que son 14 los curacas de nuestro Señorío, dividamos la isla en 14 zonas, las cuales deberán ser recorridas por los miembros de sus ayllus con el objeto de conocer y graficar todo, estableciendo el tipo de tierras, plantas, animales y minerales que existen, para luego con todos estos resultados podamos saber cuánto tiempo podemos quedarnos en el valle.
Antes de que pudiera seguir, Apu Tambo corto la exposición del Apuquipay Cusi Condemayta y dijo:
- Excelente, Cusi, has entendido plenamente la idea y tu plan es perfecto, cada día veo que tenemos a los mejores puquinas. Por lo que iniciaremos esta reunión, analizando tu propuesta, ya que los otros asuntos dependen en mucho de los resultados de este resultado.