El inicio de Imperio de los Incas.
En busca de aliados.
Después de fundar la ciudad del Cuzco. Lo primero que ordenó Manco Qhapaq, fue continuar con la construcción del gran templo en honor al Dios Sol, el Inti Cancha. Como mensaje de respeto a los sacerdotes de las principales wakas del entorno cusqueño.
Al hacerlo recordó una de las ultima palabras de su hermano Ayar Auca, cuando le preguntó qué cargo debería darle como premio por sus triunfos a Cao Cocllo y él le respondió: “Algo me dice que él, fue enviado por los dioses y que ellos proveerán el cargo le darás. Justo el cargo más indicado para Cao Cocllo forjador del triunfo puquina y siendo un sacerdote guerrero, era el que el que el mismo Ayar Auca dejo vacante al convertirse en Piedra: Willac Uma del Señorío Ayar.
Una semana después, en solemne ceremonia que se llevó a cabo en frente a la fachada del Inti Cancha, ante toda la nobleza y del pueblo puquina, Manco Qhapaq procedió a consagrar a Cao Cocllo como Willac Uma del Señorío.
Un profundo silencio invadió el ambiente. Por un instante, todo parecía detenido en el tiempo. Silencio que fue roto cuando Manco Qhapaq invito con voz dijo:
- Cao Cocllo acércate.
Presuroso Cao Cocllo se acercó y de rodillas ante su señor dijo:
- Noble Señor del pueblo Puquina, estoy aquí para servir a nuestro padre Viracocha, a los dioses de su corte celestial y a ti que eres su hijo.
- Cao Cocllo - dijo solemnemente Manco Qhapaq-. En merito a tus acciones para lograr los triunfos que nos han permitido conquistar este territorio en el cual iniciar nuestro futuro Imperio. Yo Manco Qhapaq lo consagro como Willac Uma del Imperio, le colocó el Huampar Chucu, (casco en forma triangular, señal que lo distinguía como Villac Uma) y le hizo entrega del báculo de oro macizo, señal de su elevado cargo.
Concluida la Ceremonia, Manco Qhapaq tuvo su primera reunión con el nuevo Willac Uma.
- Cao, espero mucho de ti – dijo Manco Qhapaq tu principal tarea será concluir en el tiempo más corto posible la construcción del Inti Cancha y establecer lazos cordiales con todos los Sumos Sacerdotes de todas los Señoríos y Reinos de la zona, así como a los amigos dejados atrás para realizar reuniones con el fin de rendir culto al Dios Sol, con el fin de unirlos en torno al hijo, de nuestro supremo Dios Viracocha.
- Mi señor- respondió Cao -. Esa será mi primera prioridad mi señor.
- Asimismo – agrego Manco -. Deberás seguir coordinando con Alari Condemayta para fortalecer nuestra red de informaciones sobre las actividades de todas las etnias que están establecidas en este valle.
Estas reuniones generadas por el Willac Uma, dieron sus frutos ya que los Sumos Sacerdotes más por curiosidad que por otra causa, aceptaban las invitaciones; pero gracias a las atenciones de Cao Cocllo, el conocer el hermoso templo que en el cerro Huanacaure habían construido donde se reverenciaba la huaca de Ayar Uchu unida a la huaca que ellos reverenciaban, quedaron encantados y en ellos también rindieron homenaje a ambas huacas. Pero lo que más les lleno de orgullo fue ver los adelantos en el Inti cancha y ver la gigantesca imagen del Dios Inti, que todas las etnias del valle adoraban. Finalmente, al ser recibidos por el Inca Manco Qhapaq con mucho afecto origino una creciente amistad con casi todos los Sumos Sacerdotes del valle del rio Huatanay, más conocido como Acamama.
Pocos meses después, gracias a estas relaciones, Cao Cocllo comunico a Manco Qhapaq que las etnias vencidos estaban concertando nuevas alianzas con el fin de recuperar sus tierras. Asimismo, que el Curaca Sictiguamán, Señor de los Saños, era enemigo acérrimo de los Huallas, al extremo de haber tenido fuertes enfrentamientos. Por lo que fue su primer invitado.
La reunión fue maravillosa Sictiguamán asistió acompañado de su Esposa y su hija Coca, portando un cetro similar al cetro que Manco Qhapaq portaba. El Tupayauris era el símbolo de poder que usaban los Sapa Qhapaq puquinas (cetro de oro en forma de hacha cuya hoja terminaba por un lado en un punzón, y por el otro en un cuchillo similar a un Tumi) Lo sorprendente era que el cetro de Sictiguamán tenía también la imagen similar a un Tumi.
Alianza con los Saños
Esta feliz coincidencia y su enemistad con los Huallas, estrecho las relaciones entre Puquinas y Saños, lazos basados no solo en la amistad, sino también en la religión y el hecho que Manco Qhapaq le invito a conocer el templo en el Cerro Huanacaure para rendir culto a su hermano Ayar Uchu y a la Huaca que al tocarla lo había convertido en piedra. Este gesto emocionó a Sictiguamán quien dijo que él, siempre hacia una visita a la Huaca del cerro Huanacaure para agradecerle por la protección que le daba al Señorío de los Saños.
Posteriormente se realizaron varias reuniones y el resultado de estas fue el inicio de una gran amistad y la concertación de una alianza basada en el matrimonio de su hijo Roca y Coca, hija del jefe de los Saños.
Teniendo como base la unión de sus hijos, los Puquinas y Saños llegaron a concertar acuerdos de cooperación militar y apoyo agrario, según los cuales los Ayar pudieron contar con el total apoyo militar de los Saños.
Los alcahuisas como era de esperarse, después de su derrota y la obligada sesión de territorios a los puquinas, se pusieron nuevamente en pie de guerra y deciden iniciar un nuevo ataque por una zona que consideraron era la más vulnerable. Pero con la nueva red de sacerdotes espías creada por Cao Cocllo, los puquinas ya estaban enterados de todo, hasta de la zona elegida por los Alcahuisas y hasta el día que atacarían.