Señorita Dankworth

"En el aire"

Después de una mañana algo atareada, las tres chicas por fin se encontraban en sus respectivos asientos de vuelo rumbo a Francia. Las tres llegaron al acuerdo de ir en la sección de “turistas”, no porque fueran “pichirres”, es solo que mientras puedan ser lo más sencillas, mejor. Especialmente Mackenzie, podría haber tomado el jet privado de la empresa, pero siempre que pueda elegir las cosas que la mantengan en sus cabales, las elegirá.

De todas, la más derrochadora es Marla, esto en cuanto a ropa, maquillaje y tacones, ella suele ser muy coqueta y agraciada, razón por la cual es la recepcionista, Marla es pelirroja, ojos café, y tez algo pálida, alta y con una figura impresionante, es realmente hermosa. Clara, por su parte, es una morena que podría describirse como la sexy secretaria que cualquier jefe quisiera tener, aunque es bastante reservada en su forma de vestir, a excepción de algunas fiestas. Ella suele gastar en libros y viajes, podría decirse que es la “intelectual”, de allí su puesto de trabajo. Por otro lado, Mackenzie, piel aceitunada, ojos negros, cabello color negro, largo y ondulado, a pesar de todos los millones que posee, es la más “normal” de todas, con un poquito de todo. Su debilidad, la comida, cuando a esto se refiere no le interesa el gasto, es una de esas chicas afortunadas que sin importar cuanto coman, no engordan.

Cuando el vuelo está por despegar, la aeromoza se les acerca con una señora detrás.

— Disculpen señoritas. ¿Me permiten sus boletos de vuelo?

— Por supuesto. ¿Algún problema? —Pregunta Mackenzie, mientras cada una le entrega su boleto a la aeromoza.

— ¡Sí, el problema es que una de ustedes está sentada en mi lugar! —Exclama la señora detrás de la aeromoza.

— ¡Efectivamente! Uno de estos boletos es de la sección de “Primera Clase”. Me temo que una de ustedes debe ir conmigo al otro apartado y es la Señorita Dankworth. —Menciona la aeromoza.

— ¡Cierto! Solo había dos vuelos de turistas y tuve que seleccionar el otro en “Primera Clase”. Lo siento, lo había olvidado. —Se disculpa Clara.

—No se preocupen, a todos nos puede pasar. ¿Me acompaña? —Insiste la aeromoza mirando a Mackenzie y ésta mira a Clara.

— ¿Puede ir una de ellas en mi lugar? —Pregunta Mackenzie.

— No, ve tú. Noso...

— ¡Me importa un pepino quien se largue, pero podría una de ustedes mover su trasero de mi asiento, he tenido una mala noche y deseo sentarme! —Espeta la señora molesta. Interrumpiendo a Marla.

— ¡Bien, iré yo! —Anuncia Mackenzie. Toma su cartera, su maletín y se levanta.

— ¡Gracias! —Dice la señora de mala gana.

— Disculpen las molestias causadas. —Agrega la aeromoza mirando a las chicas y a la señora— Por favor, sígame. —Le indica a Mackenzie.

Al llegar al otro apartado, Mackenzie observa a todas las personas, ella es la única que no encaja, todos con sus trajes elegantes y ella solo con sus jeans negros ajustados, sus tenis y una camisa blanca. La aeromoza, se aproxima a un asiento ocupado por un hombre elegante, quien también ocupa el puesto a su lado con algunos libros. Al llegar, la aeromoza suspira y Mackenzie también, pero los motivos son distintos. Mackenzie suspira porque reconoce al Señor Hawkins como su acompañante de vuelo, y aunque no le conoce, no le parece un ser humano amigable, siempre con su semblante serio. La aeromoza suspira por el hecho de que tendrá que presenciar otro infortunio, debido a que el Señor Hawkins también ocupa el puesto a su lado. Además que tendrá que interrumpir su lectura.

— ¡Buenos días Señor! —El señor Hawkins levanta la mirada— Disculpe la interrupción. ¿Sería tan amable de desocupar el asiento a su lado? Ese lugar le corresponde a la Señorita. —Dice amablemente la aeromoza, el señor Hawkins mira a Mackenzie pero no la reconoce.

— ¿Esta segura? Me parece que mi secretaria pago para los dos lugares. Tengo ambos boletos. —Dice el señor Hawkins confundido. “Pretencioso” Pensó Mackenzie.

— Disculpen Señoritas. —Expone Sandra desde el puesto de atrás al darse cuenta de la situación— El señor tiene razón, pague ambos lugares.

— ¿Me permiten sus boletos? —Pregunta la aeromoza cansada de la situación. Tanto el Señor Hawkins como Sandra entregan sus boletos.

— Según estos boletos, el asiento apartado es el que está junto a su secretaria, el que está a su lado Señor, es el puesto de la Señorita.

— ¿Anabel? —Reconoce Sandra— Hola, de nuevo nos encontramos. No me había fijado que se trataba de ti.




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