Señorita Vanidad

Capítulo 16: "Error que da paso a rumores"

Cuatro jóvenes se encontraban inmersas en una entretenida plática dentro de un lujoso café, luego de que una de ellas hubiera dicho algo que a tres de ellas no les parecía correcto.

 

—¿Tu padre sabe de tu interés por alguien que no es de nuestro círculo social? — expreso una de las chicas, mirando fijamente a una rubia.

—Aún no, pero lo sospecha, ya que cuando él va a casa llevando alguna entrega, siempre salgo yo de manera personal a recibirla — dijo Susu con calma, mientras miraba con disimulo el rostro de la castaña.

—La verdad, dudo que tu padre apoye una relación con él — añadió una pelinegra, con cierta ironía.

—Ello es cierto — pronunció con la mayor calma posible Marie, rompiendo su silencio.

—Yo pienso igual, agrego la otra joven.

—Soy mayor de edad, mi padre puede darme un consejo, emitir su opinión respecto a mis decisiones, pero no cambiar mi decisión — agrego Susu con calma.

—Bueno eso sí, pero….

—Mi padre solo quiere mi felicidad, por lo mismo, él respeta mis decisiones — acoto Susu, con calma.

—Ese joven no te conviene — acoto la castaña, con firmeza.

—¿Por qué?, ¿es buena persona?, además esta guapísimo, ¿no? — expreso Susu mirando fijamente a la castaña.

—Alguien como él jamás será aceptado por nuestro círculo social — dijo Marie con firmeza.

—No todas las personas somos como tu Marie — contesto Susu, mientras las otras dos jóvenes las observaban.

—Su abuela es una sirvienta — respondió la castaña, en su afán de hacer desistir de su interés a Susu.

—Vaya que bien informada estás — pronunció con firmeza Susu.

—Es el nieto de mi nana….

—Entonces si lo has tratado— expreso la rubia.

—Yo no hablo con gente que no es de mi clase, lo conozco, pues algunas veces lo vi llegar a casa a visitar a mi nana, más no cruzo palabra con él — dijo con altives Marie.

—¡Qué bueno saber ello! — pronunció Susu, mientras las otras dos jóvenes se miraron entre sí.

—Mejor cambiemos de tema — expreso una pelinegra.

—Yo ya me retiro — expreso Marie, poniéndose de pie.

—Pero ¿por qué? — dijeron las otras dos jóvenes, a excepción de Susu, que permaneció en silencio.

—Tengo una cena con mi abuelo y unos inversionistas que quieren invertir en una de las empresas de mi abuelo,  y no estoy vestida para la ocasión, por ello, ya debo retirarme, fue un placer compartir un momento con ustedes, sigan disfrutando de las delicias que se preparan aquí — agrego Marie, mientras se ponía de pie.

—Claro — respondieron las otras dos jóvenes.

—Nos vemos en la reunión del club élite mañana — agrego la castaña, colocando unos billetes sobre la mesa, antes de retirarse.

—No se les hace extraña — dijo Susu, al verla alejarse.

—¿También crees que esconde algo? — añadió una de las otras dos jóvenes.

—Sí — contesto Susu.

—Pues no eres la única amiga, muchos del club creemos ello, lo malo es que no hay manera de probarlo — expreso una pelinegra.

—Claro que hay una manera de probarlo — pronunció Susu.

—¿Cuál? — contestaron las otras dos jóvenes.

—Tener acceso a su documentación — dijo Susu.

—Pero ello es imposible — respondió la otra joven.

—No lo creo, debe haber alguna manera de acceder a ella….

 

Mientras las tres jóvenes platicaban sobre la manera de descubrir lo que ocultaba Marie, esta iba a bordo de un auto, pensando en las palabras dichas por la rubia, palabras que la habían llenado de rabia y de celos.

 

—«Desde que supe que estabas en el mismo lugar que yo, imagine que te convertirías en un verdadero problema para mí y no me equivoque» — pensaba con rabia Marie, mientras empuñaba sus manos.

—Ya llegamos señorita — pronunció el chofer, tras algunos minutos de viaje, deteniendo su auto frente a la universidad.

—¿Puede regresar por mí en treinta minutos o prefiere esperarme aquí? — expreso la castaña.

—La espero señorita — dijo el chofer, mientras bajaba del auto, para abrir la puerta a la castaña.

—Bien, ¡Gracias! — pronunció Marie, después de bajar, al tiempo que pensaba — «Necesito exigirle a Matheu que no le dirija la palabra a Susu, esa es la única manera que tengo para evitar que ella descubra que mi familia está en la ruina»

 

La castaña llevada por la molestia que sentía, fue en busca del joven de cabello negro a la facultad donde este estudiaba. Este al verla se sorprendió tanto, como cada uno de los jóvenes que estudiaban en la facultad y que conocían a la Señorita Vanidad.

 




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