¿Alguna vez han sentido que estaban jugando con el diablo? ¿O han intentado bailar con él?
¿Podían sentir como las llamas las carcomían? Porque yo sí.
Podría haber usado una metáfora un poco mejor, igual de trágica, podría haberme comparado con Icaro, quien por volar demasiado cerca del sol debió pagar un precio demasiado alto.
Sin embargo, algo en Damon me daba la impresión de que era incompatible con aquella comparación.
El sol era algo brillante, positivo en nuestras vidas, nos brindaba vitaminas, nos ponía de buen humor cuando estaba y nos hacía anhelarlo cuando no.
Era peligroso, eso sí. ¿Pero que no lo era en esta vida? Todo tenía su cuota de peligro.
Pero Damon Godfrey, era mucho más que eso. Daba la impresión de que podía ser despiadado y dañino con las personas que tenía a su alrededor.
No por nada era abogado. Y yo en este momento de mi vida, tenía pegada una etiqueta que decía "extra frágil" en mi frente.
No podría soportar otro golpe en este momento, por lo que creí que lo más sano sería irme de allí con la frente en alto y buscar otra forma de pagarle.
En cambio, decidí, tal vez impulsada por la curiosidad, o quizás porque mi mente no pensaba con mucha claridad en este momento, preguntar:
— ¿Qué tienes en mente?
Su semblante adoptó una expresión realmente amenazadora.
— ¿Estas segura que quieres saberlo?
—Claro.
—No creo que seas capaz de soportarlo. No te ves como la clase de chica que haría lo que yo quiero.
No tenía idea de hacia dónde iba todo esto y tampoco quería saberlo, pero ya había entrado en su juego y no podía salir. Me sentía como un conejo que había caído en una madriguera muy, muy profunda.
— ¿Qué debo hacer? ¿Matar? ¿Mentir? ¿Robar?
Su expresión divertida, cambió por una perturbada ante mis insinuaciones.
—Dios, ¿qué clase de persona crees que soy?
—Eres un abogado— sentencié.
Para mí, eso que acababa de decir tenía bastante sentido. Siempre me habían pintado a estas personas como seres desleales, crueles, fríos y calculadores.
Uno puede creer que tal vez eso eran ideas que mis padres u otros adultos me habían metido en la cabeza. Pero luego de lidiar con varios a lo largo de mi carrera adulta, pude ver que jamás estuvieron equivocados respecto a ello. De hecho, estaban siendo bastante generosos a la hora de describirlos así.
—Hieres mis sentimientos— dijo llevándose una mano al corazón, fingiendo dolor.
—Tal vez te lo mereces.
— ¿Ah sí? ¿Cómo sabes tú eso?
—Fácil, con mirarte de cerca puedo ver qué clase de persona eres, claro dejando de lado tú... Trabajo y el personaje que interpretas dentro de estas cuatro paredes y allí fuera en la corte.
Enarcó una ceja y se reclinó en su asiento, mirándola atentamente.
— Parece que eres bastante inteligente y astuta.
—En eso no te equivocas.
— ¿No?
—No.
¿En qué momento esta charla se había vuelto tan acalorada? Yo tan solo venía a pagar un servicio, que de haber sabido que sería tan caro hubiese elegido a un abogado de oficio, seria gratis y mucho más agradable que este... Sujeto que estaba frente a mí.
— ¿Y bien?— inquirió— ¿Me dirás que clase de persona crees que soy?
Me tomé el atrevimiento de sentarme frente a él y me recliné sobre el escritorio de la misma manera en la que él lo había hecho hacia unos minutos atrás.
—Esto es lo que se sobre ti, luego de evaluarte de cerca por el poco tiempo que te conozco. Tiempo que me sirvió para darme cuenta de que eres arrogante, has ganado tantos casos que crees que eres el mejor abogado de la ciudad y supongo que es por eso que tu apellido es el primero en aparecer en el cartel de la empresa. También eres terco. Si las cosas no se hacen como tú dices, están mal hechas, lo que me da la impresión de que eres algo caprichoso, si no sale todo como lo planeaste en tu cabeza, te enojas y eres capaz de armar un berrinche como el de un niño pequeño y por último eres frío. No haces nada sin ver que puedes de provecho, de aquello. Por eso elegiste mi caso.
— ¿Eso crees?
—Si. Estoy segura de que fue así. Pensaste que tenías una mínima chance de ganar el caso, lo que ayudaría a tu reputación y obviamente a tu trabajo.
— ¿Llegaste a esa conclusión en tan poco tiempo?
Asentí decidida.
Se paró de su silla, caminó hacia donde estaba y rodeó mi cuerpo hasta que quedamos cara a cara.
Su aliento chocaba con mi piel, y su fragancia inundaba mis fosas nasales. Una mezcla de perfume, gel de ducha y el propio olor de la adrenalina que desprendía su cuerpo luego de nuestro encuentro. Una mezcla por demás embriagadora. Si no fuese que se tratara de un completo capullo el que tenía frente a mí.
Me miró fijo a los ojos y comenzó a aplaudir frenéticamente, haciéndome dudar si se había vuelto completamente loco o si mi discurso había sido realmente bueno y convincente.
—Bravo. Pero hay algo que ni siquiera se cruzó por tu cabeza...
— ¿Qué cosa?— pregunté algo temerosa.
—Lo que tengo planeado hacer contigo para que saldes tu deuda— tomó mi mentón entre sus manos y depositó un beso en mi mejilla.
Qué demonios estaba ocurriendo.
🌸🌸🌸
Me gustaba definirme y calificarme a mí misma como una mujer valiente, decidida, aventurera y abierta a todo tipo de nuevas experiencias.
Pero algo en todo esto, me hacía sentir insegura de aquello. Posiblemente era porque jamás había lidiado con una persona como Damon.
Alguien sin escrúpulos y que no tenía ningún problema de hacer abuso de su posición de poder para conseguir lo que quería.
Algo me hacía pensar que había salido en busca de su próxima víctima a la que cazaría y yo era el blanco perfecto.
Damon regresó a su posición inicial, una que en mi opinión jamás debería haber abandonado en un principio y abrió uno de los cajones de su escritorio.