José y sus hijos fueron a pasar un precioso día a la ribera del río.
Los niños después de haber buscado un lugar apropiado para acampar se adentraron al bosque en busca de mangos, pero la nube de mosquitos envolvió a los niños picandolos sin dejar ninguna parte de sus vulnerables cuerpos sin pinchazos.
Los niños corrían enérgicos de un lado a otro sin que nadie los persiga, pero su padre que yo que estaban peleando y gritó muy molesto: ¡ya basta...No se alejen del camino!, ¡ni un solo día en paz con ustedes!.
Pues los niños haciendo caso omiso saltaban más y más al mismo tiempo que auyentaban de sus cuerpos a los insectos, con unas ramas de ortigas arrancadas de la maleza y se rascaban desesperados, iban y venían de in lado al otro del camino brincando como conejos y sin pensar se precipitaron al subjetivo río manso.
Su padre con autoridad y desaforado ordenó: ¡regresen...regresen ya, que...están sordos! ¡ vengan que el río está picado!.
-¡Mosquitos papá, son millones y... como pican! Dijo Sebastián tirándose al agua.
El hombre percibió el peligro y la ignorancia de sus pequeños en las aguas profundas del río.
Entonces abandonando el vehículo corrió unirse con sus hijos.
Quizás pudo más la culpa, o al mismo tiempo sintió compasión por haberlo metido en tal brete.
Entonces tratando olvidar el enojo, desde la orilla se lanzó zambulléndose junto a los niños y dice: ¡muchachos sumerjanse! dejando sólo la cara fuera hasta que baje el ardor de las picaduras y la quemadura de las ortigas.
Durante una hora de estar jugando como hipopótamos en el agua decidieron salir a explorar el tranquilo paisaje, este era un manto celeste claro, iluminado por el radiante sol y en el horizonte un verde espectacular adornado por flores y frutas silvestres. Aquel bello lugar era un mundo transitado por innumerables seres vivos, también aves multicolores, chicharras, saltamontes, sapitos y otros seres vivos.
Pero lo más impresionante eran las gigantescas rocas que se parecían a la familia de Goliat ese mismo...que luchó contra el rey David, y entre medio de aquellas antiguas rocas Juani observa variedad de tamaños y río adentro las piedras eran de textura suave y colores vivos aunque las que estaban afuera del río perdieron brillo, frescura, eran toscas y de colores opacos.