Sentimientos a la Rossi

Disfruta lo que has trabajado #2

 

—Sentimientos a la Rossi—

DYLAN...✒

 

 

 

Por el traje Armani de papá. Realmente... qué día de mierda. 

Marcello aparca justo a los pies de la escalera de la puerta principal de la Villa Rossi, echo la cabeza hacia atrás llevándome un buen pinchazo interno en la nuca, jodido infierno. Al menos agradezco que la señorita Bianchi no esté aquí lanzandome indirectas sobre lo maravilloso que sería si asistiera a la cena benéfica del señor Riggs, joder no. No quiero ir, es el miércoles 18 de este mes y si mi memoria no me falla es el cumpleaños número siete de las gemelas. 

Por nada del mundo faltaría a su cumpleaños. Ellas jamás me lo perdonarían. 

—¿Estas bien?—escucho la voz preocupada de Marcello, dejó escapar un resoplido en lugar de contestar. Escucho una risita tenue.—Si quieres puedo cargarte hasta el sofá del salón... Hoy fue un día más allá de cansino. 

Ha. ¿Cansino? Eso sería el eufemismo del año. No creo poder relajarme con la sesión de yoga que preparó Giuseppe. 

—Eres un turrón, Marcel.—Dejó caer incorporando la cabeza para verle la cara, me regala una sonrisa cálida. 

—Por eso soy tu primo favorito. 

Pongo los ojos en blanco, por supuesto. 

—Por supuesto, Marcel. Sólo que no te escuche Bea es capaz de tatuarme en la frente alguna cosa macabra que se le ocurra—finjo estremecerme y se ríe aún más. Si, cabrón. Tu ríete como no es a ti. 

—Bah... Le vamos después con el chisme a la zia Valentina para que le de un buen par de nalgadas. 

Imagino la escena y me causa gracia. Una mujer de casi cincuenta años de aspecto adorable pegándole nalgadas a una mujer de casi treinta con aspecto de Barbie gótica ultra tatuada. Es casi hilarante la imagen, pero ya casi paso una vez. Fue el día que mi primo Amore—hijo de la zia Poly—apareció llorando en el regazo de mi zia Valentina acusando a Beatrice de haberle tatuado una mariposa justo en el comienzo de su espalda baja. Hablando vulgarmente, encima de las nalgas. Zia Valentina se fue cabreada hacia el negocio de Beatrice, el «Rossi's Ink» y en cuanto vio a la autora del crimen se quitó uno de sus stilettos—de la colección de verano de ese mismo año—horriblemente caros Manolo Blahnik. 

Cabe destacar que la puntería de zia Valentina no es la mejor y que Beatrice salió con una buena regañina, y con al menos dos castigos. Uno de ellos pagar toda el proceso para quitarle el tatuaje a Amore y el otro trabajar con zio Mario en la finca familiar dándole de comer a los cerdos. 

—Oh, mierda. 

Salgo completamente de mi ensoñación al escuchar la maldición de Marcello. Lo vuelvo a ver y esta con la frente apoyada en el volante jurando en susurros hasta en alemán. Justo cuando voy a preguntar alza la cabeza y me vuelve a ver, con su dedo pulgar me señala hacia la derecha. Ladeo y veo cómo toda la tropa Rossi camina sonriente hacia mí. Comprendo en el instante que veo sus ropas que olvide por completo la cena en el restaurante familiar. 

—Que me lleve el Diablo—susurro. 

—Que nos lleve, mejor dicho. 

Ojalá. 

~💕~

Las letras cursivas que brillan en color amarillo rezan: «El Gaucho. Comida italiana. Vino y pan» Justo en la entrada del local están esperándonos el zio Valentino y su melliza, la zia Valentina vistiendo ambos una combinación de gris y azul. Sí, la nonna¹ Chiara no tuvo mucha originalidad al llamarlos a los dos Valentin... Y agregar la “a” y la “o”. La nonna Chiara aclaró que se debe a que su nacimiento fue el propio día de San Valentín. Las gemelas emocionadas al percatarse de la presencia de nuestro primo César, bueno al menos podré degustar el tiramisu² de César. 

Mamma es la primera en salir del SUV sin esperar que Marcello abra la puerta y como es costumbre salta directo para abrazar a mis tíos mellizos quienes la reciben con gusto. Papá ayuda a las gemelas a bajar mientras me regala una sonrisa conciliadora. Es él único—al menos aparte de Marcello—hasta ahora que se ha percatado de mi escasez de energía, Cara baja de la SUV y persigue el mismo camino de Carlotta para abrazar las piernas de César. 

—¿Estas bien, Leona? Te ves como sí hubieras perseguido a Da Vinci alrededor de toda la villa.

—La sesión de fotos fue una tortura, Franco no llegó por que se enfermo de gastroenteritis y fue reemplazado por una fotógrafa que se cree la costilla de Dio.—El recuerdo de su voz mandona causa que una serpiente de hielo se deslice lentamente hasta llegarme a la nuca. No, señor. Jamás en la vida volvería a trabajar con Sandra Torres. Mejor que se de cuenta que sólo un tazón de frutas podría quedarse en una pose en concreto durante hora y media. 

—Suena fatal, recuerdame mandarle unas flores a Franco mañana. 

—Ya me encargue de eso, hice que zia Vittoria mandara un arreglo de rosas amarillas directo a la habitación de Franco en él hospital.—Y media hora más tarde mi teléfono personal estallaba gracias a los audios de un Franco emocionado por las flores.—Ven, vamos. Los nonnos son los únicos que tuvieron la cortesía de esperarnos. 

Ladea hacia la entrada del restaurante y como he dicho, la nonna Chiara y el nonno Domenico son los únicos esperando por nosotros. 

—¡Apresurense que la chef Micaela preparó su pasta especial sólo para nosotros!—intercambió miradas con papá antes de bajarme a toda prisa de la SUV. Escucho el portazo de dos puertas, una es la de nosotros y la otra es la de Marcello quien apresura el paso para ponerse al lado mío. No me pasa desapercibido el gruñido de papá y menos como le grita al chico del estacionamiento un: ¡Aparcalo tú! 

Sonrió. Bueno, por la pasta especial de la Chef Micaela movemos el culo todos. 

~💕~

Suelto el... Que mierda importa que suspiro del día sea, me recargo sobre el barandal de la pequeña terraza del Gaucho y levantó la mirada hacia arriba para contemplar la pintura de color azul oscuro que Dios salpicó con miles de brillantes estrellas. Ajenos a mi cansancio y al horrible dolor de cabeza que amenaza con torturarme toda la noche están casi todos los integrantes de mi familia, y otra buena parte de Rossi. Virgen Maria, si hasta la matriarca de casi noventa años está aquí. La querida y temida nonna Gabs. 

—Con que aquí estas, Leona. 

Ladeo la cabeza hacia la derecha y de reojo noto como la nonna Gabs avanza lentamente con su bastón de madera blanca hasta llegar a mi lado. Como de costumbre inhalo su dulce fragancia a naranjas y chocolate e instantáneamente me transporta a los días de mi niñez, cuando pasaba los veranos en la granja Rossi horneando pasteles. 

—Aquí estoy—susurro regalándole una tenue sonrisa. 

—¿Porque la cara larga, Leona? ¿Algo va mal con el negocio... O es que ya encontraste a tu vero e unico amore?³—Resoplo liberando una risa.

—Ay, nonna. Ojalá fuera eso...—en su sien se marcan tres líneas de confusión. Rápidamente se endereza y apoya sus palmas en la pequeña cabeza hecha artesanalmente de su bastón, conozco la postura, no necesita decirlo—Es tutto⁴. La familia... El trabajo... Mi asistente... Mi vida, siento que cada vez que quiero dar un paso hacia delante retrocedo diez... Me siento cómo estancada. 

No dice nada y eso me preocupa. Al final sólo escuchó un murmullo alargando un vago: «Mmmmmm». ¿Eso es todo lo que va a decirme? Giro la cabeza con las palabras en la punta de la lengua, pero cuando le veo la cara me quedo sin palabras. Esta sonriendome. 

Alarga la mano y me palmea tres veces la espalda.

—Pues que quieres que te diga, Leona. Todos necesitamos de vez en cuando descansar... Desaparecer... Hmmm—se lleva rápidamente los dedos a la barbilla como sopesando lo que va a decir, finalmente chasquea los dedos y sonríe:—¡Viajar! Alejarte un tiempo para pensar sobre lo que quieres hacer, algo que te haga feliz y que te llene como persona. Si te sientes estancada es porque ya tú pasión dejó de ser éso para convertirse en un trabajo. 

Pestañeo ante sus palabras. ¿Mi pasión ya se extinguió? ¿No quiero volver a competir? 

—Pero, pero si aún siento el cosquilleo en mis manos cuando conduzco y...—alza la mano haciéndome callar. 

—¡No habló de tú pasión por los autos, Leona! ¡Hablo de tú pasión por ti misma y por la vita!—Sus palabras me dejan muda y con la mente en blanco.—Haz convertido de tú vida un constante trabajo, dejas que tu vida sea gobernado por una agenda y no disfrutas de la vida que nuestro amado Dio te prestó. ¿De qué sirve la vida sino es para vivirla? ¡Ve, muchacha! ¡Disfruta la cosecha de tu arduo trabajo que bien merecido lo tienes! 

Miro a la matriarca de la familia con los ojos desorbitados... Ella... ¿Ella me está sugiriendo que deje mi vida por un tiempo para viajar? 

—No vas a dejar tú vida, Leona. Vas a dejar tu trabajo. Y no, no es una sugerencia, è un ordine.

Ratas. 

Ya me esta empezando a doler la cabeza. 

~💕~

Jamás mejor dicho, nonna Gabs. 


¹: Abuela. En italiano.

²: El tiramisú es un postre frío de cuchara que se monta en capas.

³: Verdadero y único amor. En italiano.

⁴: Todo. En italiano.


 




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