Cuando nadie me ve
en el camino de mi soledad
tropiezo con un trozo de felicidad
al dejar mi máscara caer.
Sin temor salgo de las sombras liberándome de esta prisión
sin tener que pedir perdón
por aquello que no nombras.
Cuando nadie me ve, mi rostro levanto al sol
disfrutando del pecado
que siempre va a mi lado
que nunca tengo bajo control.
Y a pesar de todo, cuando nadie me ve
cuando nadie me mira la susurrante voz que me embruja
me causa tanto placer
que en mis labios se dibuja
complacida por esta vida... una sonrisa sin querer.