Atráeme,
con tu canto de sirena, con tu suave melodía
con el embrujo de tu encanto sufriré de melancolía.
Luego atrápame,
con las cuerdas de una guitarra envolviendo mi corazón,
sin poderme defender
de la fuerza de unos acordes que me empujan con pasión,
que me clavan a la pared
sin ninguna compasión.
Conquístame, con todo lo que tienes, con todo lo que eres.
Con tu grito desesperado o tu llanto reprimido,
con el sonido distorsionado o el ritmo de tu latido,
con la arena de tu garganta, o el desgarro de tu voz.
Y entonces, cuando mi voluntad sea mía otra vez
libérame, desplegando tus alas de plata,
no temas nada, no me escaparé.
Tras la estela de notas que te delata...
yo te seguiré.