Horas, días, incluso meses en donde lo único que ronda en mi cabeza eres tú, tu hermosa sonrisa y esos ojos color avellana que me volvían loca.
Lo bueno y lo malo, mundos opuestos, personas distintas que sin querer sus sentimientos combinaron.
Tú eras un torbellino, una locura, contigo nada era paz y yo todo lo contrario, a pesar de la locura, yo era serenidad, tranquilidad y constancia, todas esas cosas se combinaron y supieron complementarse.
Me contagiaste tu locura y yo mi prepotencia, se nos empezaron a pegarlas mañas del otro y de la nada, nos convertimos en personas distintas.
Los dos de carácter fuerte, impulsivos y los dos con secretos ocultos, tu cayendo en adicciones y yo saliendo de ellas.
Tu con ganas de curar un corazón roto y yo con miedo de terminar aún más dañada.
Los dos confiamos, nos arriesgamos y compartimos miradas cómplices, miradas que demostraban todo lo que sentíamos y no podíamos decir.
Ambos vivíamos una locura, pasamos cosas similares, pero eso no basto.
¿Qué se necesita para que una relación salga a flote?, sinceridad teníamos, confianza también, cariño había de sobra, conexión también deseo y lujuria desbordaba de nuestras miradas, pero comunicación era lo que faltaba, nunca la tuvimos y las veces que lo conseguimos era gracias a problemas, problemas que intentamos arreglar, pero nos ganaron.