Haruto regresó de su viaje a México siendo una persona completamente diferente. Por primera vez en su vida, valoró el esfuerzo de cada persona alrededor de él, desde quienes se dedicaban a trabajos de limpieza en la ciudad hasta los empresarios que daban trabajo a millones en Japón, y, a quien más valoró fue a su sistema de justicia. México era un país lleno de gente buena y trabajadora, acosada por el abuso de las personas que debían protegerles. Agradecía que en Japón rara vez se viera esa clase de corrupción entre la policía.
Pero hubo algo que valoró mucho más, y esa era su comida. Andrea tenía razón, él se había alimentado tan bien en México, probando tantos platillos por demás deliciosos que incluso subió un poco de peso, pero, en cuanto llegó a casa y su madre le ofreció un plato de ramen y tempura de camarones, fue como no haber comido bien en esas semanas, volver a probar aquello a lo que estaba acostumbrado era la gloria.
Yuki, por su parte, buscó a Andrea el mismo día en que regresó de México y, aunque a Haruto no le agradó en absoluto que él la invitara a salir con el pretexto de revisar los planes para el club de danza, aprovechó ese momento para pedirle que se vieran un par de días después. Citó también a Ricardo y les contó de todo lo que vio en el rancho de los Guerrero, y de la urgencia de mantener a Andrea lejos de aquel estado en donde, por su naturaleza como heredera de un empresario, ella corría gran peligro. Sin embargo, los tres sabían que Andrea era tan testaruda que no se quitaría esa idea de volver con tal de sacar a sus primos de Michoacán.
Haruto estaba tan urgido por encontrar una solución que olvidó por completo ese orgullo suyo que antes no le permitió pedir ayuda a nadie. Ricardo conocía ese país mejor que ellos y, por ende, necesitaban de sus opiniones, y Yuki era realmente hábil para encontrar oportunidades.
Las clases reiniciaron y Yuki se había reunido con Andrea en el salón de danza, esperando a que el resto de los miembros llegaran. Hablaban de lo que habían hecho durante sus vacaciones y, en un momento específico, Yuki se expresó con una sonrisa.
―Hay algo que hice más que cualquier otra cosa en estos días: sentirme triste porque no estabas aquí ―le dijo. Andrea sonrió.
―Yo también te eché de menos, pero, estaba tan concentrada en que Haruto no sufriera de un infarto por causa de mi abuelo que dejé por completo mi entrenamiento en el dominio mundial.
―¿Qué? ―gruñó Yuki―, ¿acaso no sabes definir prioridades?
―Perdone, sensei ―Andrea se inclinó―, le aseguro que me pondré al día.
―Pero, hablando en serio ―Yuki suspiró entre una sonrisa―, realmente me sentí…
Yuki no pudo terminar de decir nada más, los primeros alumnos del club de danza llegaron, impidiendo que Yuki le hiciera saber que en verdad la había extrañado.
Una semana después, Yuki y Andrea se encontraban en el departamento de él, haciendo un trabajo escolar. Era sobre literatura universal, y entre otras cosas, discutían sobre las similitudes y cambios en el concepto de romance en la era de Shakespeare y la era actual. Yuki observaba de soslayo a Andrea, quien tomaba notas en silencio. Sonrió al verla con su cabellera negra cayendo como cortina al lado de sus mejillas sonrosadas.
―Andy-chan ―dijo haciendo su cabello hacia atrás―, ¿qué te gusta más?, ¿el estilo romántico antiguo o el actual?
―Ambos ―dijo ella, sonriéndole―. Aunque no dudo que hoy sería muy original una declaración al estilo antiguo.
―En ese caso ―Yuki tragó saliva con dificultad, se inclinó en una rodilla y tomó la mano de Andrea―, mi bella dama, no podría sentirme más bendecido que ahora por estar frente a tan hermosa mujer. Mi corazón me urge decirle cuánto le quiero.
―¡Oh, eso fue hermoso! ―exclamó Andrea, riendo. En seguida regresó su mirada a su escrito―. ¿Crees que así se podría conquistar a una mujer en estos días?
Yuki se levantó lentamente, pero sin soltar su mano. Ella no se había dado cuenta de que él hablaba en serio.
―Dímelo tú, ¿te conquista a ti?
―Es difícil saberlo ―Andrea retiró su mano― cuando viene de un amigo que sólo está jugando. Pero te lo diré si alguien se me declara de ese modo yendo en serio.
Yuki resopló. No sabía qué decirle para que ella se diera cuenta de que realmente estaba declarando su amor por ella. Entonces recordó que Andrea quizá aún tendría esa loca idea de regresar a México para llevar a sus primos con ella. Si quería que tomara más en serio su propuesta de noviazgo, primero tenía que asegurarse de que sintiera que no había necesidad de dejar Japón, así que dedicó gran parte de su tiempo en hacer planes con Ricardo y Haruto para ayudar a la familia Guerrero.
Pasaron el resto del mes reuniéndose a diario, revisando opciones y, justo cuando iniciaba octubre, Yuki fue quien dio la solución.
Él habló con su padre, pues sabía que su familia hacía exportaciones a México y, por ende, seguramente conocerían personas que podrían estar interesadas en adquirir aquel rancho entero, y aunque la motivación era que podrían adquirirlo casi a la mitad de su costo real, la familia Guerrero tendría la ventaja de que todo sería manejado de forma muy discreta.
Los tres se valieron de Javier, el primo de Andrea, para tener una videoconferencia por internet con los abuelos Guerrero. Estaban entre la emoción de alejarse de todo ese peligro, y la tristeza de tener que abandonar el rancho por el que trabajaron tantos años, sin embargo, estaban decididos. El único problema era que tanto los abuelos como el tío Ernesto pensaban en comprar una casa en Yucatán para que, cuando Andrea terminara sus estudios de nivel medio superior, pudiera regresar con seguridad a la casa que le había heredado su abuelo paterno.
Editado: 12.09.2023