Aquella mirada desolada,
Recuerdo mi pasado
Y siento haberle fallado.
Choqué contra la realidad
y me acomodé como para ver
una película durante seis vidas.
En los gustos de un viaje
mientras recogía los destellos que fui,
me miré en el espejo
y no pude ni sonreírme.
No era yo, era otro.
Alguien perteneciente a la mediocridad,
al orden, al mundo.
Perdía mi esencia
lenta y silenciosamente
entre charlas y besos.
Charlas y besos...
Mi cuerpo tiembla por desesperación,
por miedo, por ser alguien que no soy.
Me rechaza como si fuera un virus.
Mi mente se fragmenta,
ya no recuerdo gran parte de mi niñez
ni de mi adolescencia.
Mis sentidos se adormecen
como luciérnagas en el día,
perdidas en el vacío de la profundidad de mis ojos.
Alabada sea la paciencia,
carezco de ella y aun así sigo.
He seguido por años.
Y seguiré hacia la nada,
naufrago creyente de ideas.
Moriré en algún lado, algún día
En el cual no vuelvo a despertar.
Seguramente cuando el sol desaparezca
y sucumba en la oscuridad.
Ese día seré feliz en la penumbra
y sonreiré al estar de nuevo en casa.
Volver a casa...