La luna resplandece encima de la noche,
el sonido se proclama solemne,
soberana de la tranquilidad.
Y pensar que estaba rodeado
De gente hace algunas horas.
Ahora estando acá,
tú y yo.
Mi querida soledad,
tan abnegada a mí
cuando te necesito
y, sin embargo, tan cruel
he sido de menospreciar.
Ahora sé lo valiosa
que eres para mí.