Jaime Rodríguez:
Estoy esperando mis primeros pacientes, cuando llaman a la puerta, digo pasen y veo dos cabecitas idénticas asomándose, se los ve un poco tímidos, y una mujer que no se puede divisar bien detrás de ellos, cuando enfoco mi mirada hacia ella, se me abre el mundo a mis pies, justo estaba recordándola con mi nana en el desayuno, y ahora se materializo frente a mis ojos Paulina Mendoza, mi primer y ahora que lo pienso mi único amor, porque lo que siento por Camila es solo atracción, por ese motivo no he querido dar el paso de unir nuestras vidas.
La veo un poco incomoda, me saluda como si no me conociera, si quiere jugar yo también lo puedo hacer, vamos a ver hasta cuando le dura, claro que no puedo culparla por estar enojada conmigo, ese día que me fui le dije que después hablaríamos, pero nos fuimos del país, y no podía contactarme con ella, la hubiera puesto en peligro, y si amas a alguien prefieres que te odie y te ignore como ella lo está haciendo conmigo, que saber que la pudieran dañar a ella y a su familia.
Los saludo con una sonrisa muy amplia, verla me calentó el alma, que se estaba volviendo fría e indiferente, por ese motivo escogí esta carrera, quería encontrar solución a mi vacío, que no podía llenar con nada material, y ahora que la veo sé que era lo que me faltaba, era volver a conectar con su mirada, tan gentil y cálida.
Los gemelos me observan un poco ansiosos, ellos son los pacientes que me pidieron a última hora que les diera un turno urgente, a su corta edad deben lidiar con la pérdida de su madre, la ventaja es que tienen una familia amorosa que los protegerá de todo, inclusive de ellos mismos.
Me levanto de mi silla y camino donde se encuentran ellos parados justo a unos pasos de la puerta, tienen miedo de mí, no me conocen y no saben que les espera, es lógico su mundo esta inestable, ellos todavía no asimilan bien la pérdida de su madre, psicológicamente nunca la superaran solo se aceptará con resignación su partida, porque siempre la van añorar en su corazón.
Me presento con ellos y su hermosísima tía, que se ve que los años le han sentado muy bien, -buenos días mi nombre es Jaime Rodríguez, soy la persona encargada, de brindarles apoyo psicológico, a ustedes dos , no me vean como un médico, véanme como un amigo de confianza con quien conversan, de temas sencillos, del día a día, de sus sueños, las cosas que les gusta, de su familia –y no puedo evitar que mi mirada se desvié hacia donde esta parada Paulina, esta mujer es un imán para mí.
Los niños se observan entre ellos, y luego sonríen amablemente hacia mí, no sin antes dirigir su mirada hacia su tía.
-¡Hola! Doctor, mi nombre es Carlos y él es mi hermano menor Eric, -como que menor quien te tiene engañado yo soy el mayor, -solo quería saber si estabas atento, no te enojes.
No puedo evitar y levanto mi cabeza hacia tras para pegarme una carcajada, que no la tenía hacia bastante tiempo, ahora me doy cuenta de lo gris que era mi vida.
Ellos me observan, y luego ríen también, no puedo evitar dirigir mi m irada donde se encuentra Paulina, y la veo que sonríe, ese es un gran paso, les digo, -bueno pasen y ¡siéntense parece como si quisieran salir corriendo!, porque me tuvieran miedo, no muerdo, -y les enseño mis dientes, -si ven los tengo iguales a los suyos y los uso para comer.
Vuelven a sonreír, esta vez no lo hacen con timidez como la primera vez, se los ve más abiertos a comenzar una relación paciente medico conmigo, los veo caminara hacia el sillón amplio que tengo en mi consultorio, se colocan los tres hi todos apretujados, parece que Paulina no se quiere separar de ellos, pero para que ellos se abran conmigo ella tiene que salir, sino nunca dirán lo que sienten realmente, y el propósito de este tipo de consultas es que me vean como su amigo, y no como un adulto que los cuestionara o juzgara, por eso me duele lo que voy hacer porque quiero estar cerca de ella.
Bueno vamos a comenzar, ¡tenemos poco tiempo y mucho de qué hablar!, no quiero ser descortés, pero usted no me ha dicho su nombre, -la veo tensarse y ponerse algo incomoda y a la vez furiosa, sé que le molesto mi comentario, porque le di a entender que no la reconocí, y eso la puso furiosa, pero rápidamente se recompuso, se ve que sabe manejar sus emociones y eso es bueno, quiere decir que a `pesar de todo lo que ha pasado sigue siendo la misma Paulina fresca y leal de siempre.
-Mi nombre es Paulina Mendoza, y soy una asalariada más de este país, soy profesora de básica, - lo dice mirándome directo a los ojos, lo último que dijo fue para que la recordara, pero voy a hacerme el tonto un poco más, aunque este chistecito después me va a pasar factura, ella se las va a cobrar, pero no puedo evitar comportarme como un chiquillo junto a ella.
Que suerte tienen sus alumnos de tener una hermosa profesora como usted, yo al contrario cuando estaba en la escuela tenía unas profesoras que daban miedo de lo enojonas y feas que eran.
-Me parece que esa no es la manera de expresarse de sus antiguas maestras, recuerde que en parte de lo que sabe se los debe a ellas.
¡Ahí esta! La pasión que tiene cuando defiende a los más desprotegidos, por ese motivo fue que me enamore de ella, es todo amor por los más débiles, así fue como la enamore, haciéndome pasar por una persona de escasos recursos, que trabajaba y vivía en una casa de personas adineradas, para que ella me permitiera acercarme, y después poco a poco demostrarle que me interesaba, nunca le confesé la verdad, el día que me fui justo se lo iba a confesar, pero no pude.
#8759 en Novela romántica
#1946 en Chick lit
luchando contra las adversidades, amor de madre drama familiar, romance del primer amor
Editado: 23.11.2024