Será... que te puedes volver a enamorar?

Prohíbido rendirse...

No te des por vencido, ni aun vencido,

no te sientas esclavo, ni aun esclavo;

trémulo de pavor, piénsate bravo,

y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido que ya viejo y ruin,

vuelve a ser clavo; no la cobarde intrepidez del pavo

que amaina su plumaje al menor ruido.

Procede como Dios que nunca llora;

o como Lucifer, que nunca reza;

o como el robledal, cuya grandeza necesita del agua y no la implora…

Que muerda y vocifere vengadora, ya rodando en el polvo, tu cabeza!

(Almafuerte)  

Cuando llegue a casa estaba anocheciendo. Mis padres tenían unas hectáreas de campo dónde se críaba ganado vacuno para el ordeñe, al principío hacían queso pero luego entre el trabajo y las pocas ganacias se optó por vender la leche a una cooperativa.

Teníamos unas ovejas y conco caballos. Tres perros y más animales. Esa tarde papá había mandado a carnear un cordero para poder despedir a Dante y Gabriel. Estaban todos reunidos bano los eucaliptus. Con un fogón, haciendo el animal a las brasas. No quería que se fuera pero debo agradecer que vino por mí y que debe volver a sus obligaciones. Hace 5 años que está en la Armada. Si bien había endurecido su carácter seguía siendo casí el mismo. 

Dante estaba tocando la guitarra, era una canción de Alfredo Zitarrosa. La luna bañaba de lleno todo alrededor, no parecía de noche. Los perros jugaban alrededor y un bhúo cantaba a lo lejos. Esa noche estaba más linda para dormir afuera en una hamaca paraguaya que adentro. Mamá me observaba del otro lado del fuego, cuando la miré me sonrió condescendiente. Sé que haría lo que fuera para que yo no estuviera pasando lo que estoy. Si bien siempre fue una amante de las novelas, siempre me enseñó que los principes azules no existen, que no todo es como uno lo ve. Que nada es para siempre , que todo puede cambiar de un momento para otro. Es la persona más dulce y fuerte que conozco. Es maestra rural y lo hace por vocación. No importa el día ni como se encuentre, nada la detiene. Me gustaría ser como ella.

El cielo está descubierto y es un espectáculo poder observar todas esas estrellas. Es una ventaja de vivir en el campo. Aunque ya no soy una niña, me gustaría creer que hay una estrella nueva junto a la de mi abuelo. No puedo evitar que una lágrima ruede por mi mejilla. Cuando cambié de posición mi rostro y lo apoyé en mis rodillas ví que Gabriel me observaba. El fuego iluminaba su rostro y no hay que negar que era bello, demás.

Tenía el pelo muy corto con máquina, le había crecido la barba en estos días y parecía más de su edad, tal vez rondaba los veintiocho. Sus ojos brillaban y de estar grises pasarona estar negros, y no sé si fue mi mirada que lo avergonzó pero él la bajo. Tenía una remera blanca qje resaltaba sus bronceados brazos. No sé porque le estaba haciendo un escrutinio de esos. Me paré creí que lo más sensato era retirarme un rato. Como la carne ya estaba por cocinarse, decidí hacer un par de ensaladas. En algo debía distraer mis pensamientos.

Cuando estaba preparando todos los cubiertos y vasos, casí se me caen al oír el mosquitero a mi espalda se cerraba. Sentía la falta de aire y calor, mucho calor. Cuando me di la vuelta evidentemente los ojos grises me engatuzabany no era por crearme cosas en mi mente pero él me miraba cómo con hambre, él quería comerme. Se acercó unos pasos hacía mi, y dudando con las manos en los bolsillos preguntó

- En qué te puedo ayudar?- lo dijo tembloroso, él estaba nervioso. Joder yo ponía nervioso a Gabriel. Si me lo hubiesen dicho no lo hubiese creído. Preferí creer que lo estaba pero por otro motivo, y más con la edad y experiencia que nos separaban. Él nunca se fijaría en una niñata como yo. Asentí y le dí las fuentes con ensaladas. Llevamos todo en dos tandas pero volvímos porque habíamos olvidado los refrescos. Ambos fuimos a la vez a la heladera y casí chocamos las cabezas. Nos reímos del momento. Él se acerco a mí y yo dejé de respirar, creí que me iba a besar pero no al contrario me abrazó, era una mal pensada. Era uno de esos abrazos que desarman ñero que te arreglan. Y me quedé así estatua, lo necesitaba. Casí no pestañé y ni que hablar que no respiré. 

- Todo se va arreglar- susurró a mi oído, lo sentí inspirar, y sentí que en realidad disfrutaba de mi aroma. Después me dió un beso en la mejilla y se marchó con dos refrescos en las manos y yo quedé pasmada y vacía. Quisé creer en sus palabras pero como podía ser cierto que todo estaría bien.

Por esos malos momentos y por evitar las malas escenas fue que yo había tratado de esquivarlo a todo lugar que supiera que el se encontra. Sentía siempre una mirada de reprobación y no quería ser una quejosa y menos hacer sentir mal a un invitado.

Al apoyar la cabeza en la almhoada , una vez que mis pensamientos nadaran, me acordé de que en unas horas Dante se iría. Era mi alegría de estos días, si él no hubiese estado aquí yo no hubiese salido a flote.




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