Lunes, bendito lunes, salí de mi cama casi arrastrándome, me sentía aún cansada, el restaurante en el que trabajaba era muy concurrido y muy codiciado para eventos, estaba en una excelente posición, con vistas al mar, las novias lo elegían por que les parecía un lugar muy romántico.
Ayer fue uno de esos días, una gran boda, que terminó casi a las 4 de la mañana, hoy tenia el día libre y prácticamente lo pase en el mundo de los sueños, me duché y me puse mi pijama, no tenia planes de salir, hoy iba a invernar y era literal, comer y dormir.
- Eloise - levanté la mirada hacia mi madre, se veía mas joven, la paz de tener al fin a sus tres hijas le habian quitado el gran peso que cargaba - mi amor, ese trabajo te está consumiendo son las dos de la tarde y no has almorzado nada.
- Madre me gusta mi trabajo, creeme soy feliz - mi madre me miró con tristeza, se que le entristecía que de las tres era la única que no estaba casada y sin ningún candidato al matrimonio.
- Elena llamó que se la está pasando bien en su luna de miel - sonrei, con el marido que tenia que la adoraba era muy difícil que se la pasará mal - Eloise, ¿y tú mi amor que me dices?
Me mordí el labio, honestamente no tenia nada que contar, salvo que Adrián seguía sin enterarse que existía, cinco largos años siendo su asistente y ni caso, estaba segura que si faltaba una sartén, Adrián si lo notaria, él solo tenia ojos para su querida Alexa.
Adrián dueño y chef del restaurante, era un hombre que desde que lo vi, mi corazón se negó a mirar hacia otro lado, para mi terco corazón solo existía Adrián Santos, miré a mamá que estaba pendiente de mi respuesta.
- Hay alguien mamá... - mis palabras fueron interrumpidas por el sonido del timbre.
Mamá se apresuro a abrir, yo comencé a degustar mi almuerzo, nada sano, todo frito lo único sano en mi plato era la ensalada, senti que me atragante al ver entrar a Adrián a la cocina, me apresuré a beber agua ante la atenta mirada de mi jefe.
- ¿Ya estas mejor? - asenti, rapidamente dirigi mi mirada al calendario que tenia mi madre sobre la nevera, no estaba equivocada hoy era lunes, mi día libre, no había quebrantado ninguna regla, no entendía que hacia mi jefe en mi casa.
-¿Podemos hablar...? - enarque una ceja, cinco largos años y aún no se acordaba de mi nombre.
- Eloise - el asintió como si no acabará de romper nuevamente mi corazón, tenia que tener una charla con mi corazón, ¿cómo rayos amaba a alguien que ni de mi nombre se acordaba?
- Los dejo solos, iré a ver a los trillizos, Lena envió por mi, debe estar por llegar.
Miré a mamá, estaba loca por sus dos nietas y el pequeño, ah pero Marco era su adoracion un adulto en miniatura.
- Saluda a Lena, a Sébastien - los ojos de mamá brillaron - Y a don Víctor - no era tonta, ahí se estaba cocinando algo, mamá era libre de hacerlo, gracias a Dios antes que apresaran a la rata de Gastón, mi madre estaba oficialmente divorciada.
Miré a Adrián que miraba mi plato con el ceño fruncido, me encogi de hombros, me gustaba comer, no en exceso pero si comía, tenia un excelente metabolismo y podía darme gusto en comer lo que se me antojara.
- ¿Paso algo en el restaurante? - él negó - ¿Deseas beber algo? - volvio a negar, levante el rostro y sus ojos se encontraron con los mios.
- Necesito tu ayuda - lo miré atenta - No sé como decírtelo.
- Por el principio creo es mejor - me miró molesto.
- ¿Tienes novio? - negué.
- E... - puse los ojos en blanco.
- Eloise - se sentó frente a mi.
- Tú has sido mi fiel asistente por... tantos años, ahora tengo un grave problema - deje mi tenedor y lo miré con atención - Estoy a punto de perder el restaurante.
Abrí los ojos con sorpresa.
- ¿Qué pasó ?
- Mi padre, eso paso -frunci el ceño, él se puso de pie y comenzó a caminar por toda la cocina - Sabes bien que él ha levantado ese restaurante con mucho esfuerzo - asentí pero no conocía la historia - El asunto es que me lo dio, pero nunca hubo traspaso de dueño, todo fue verbal, el restaurante está donde esta el día de hoy por mi esfuerzo, mi trabajo, pero mi padre no ve eso.
Asentí pero realmente no entendía porque molestarse en ir a mi casa para llorarme sus penas.
- ¿Y en que puedo ayudarte?, si recuerdas soy tu asistente no tengo dinero para prestarte, lamento decirte, pero buscaste la ayuda equivocada.
Él entrecerró los ojos.
- Logicamente no es por dinero que estoy aquí, mi padre jamás me vendería a mi el restaurante.
- ¿Entonces?
- Eloise, mi padre ha puesto una condición para cederme legalmente el restaurante - miré mi plato, tanto rodeo que daba Adrián, ya mi comida debía estar fría.
- Honestamente das muchas vueltas, dime de una vez que necesitas.
El frunció el ceño.
- Eloise necesito que te hagas pasar por mi esposa - abrí los ojos tan grandemente que temi se me salieran de las cuencas.
- ¿Qué?
- Mujer no pongas esa cara de horror como si tuviera la peste - sacudi la cabeza, creo estaba soñando y Adrián no estaba en la cocina haciéndome la proposición más ridícula que jamás haya escuchado - Necesito tener una esposa para que mi padre me ceda el restaurante.
Frunci el ceño.
- Tienes novia, ¿qué pasa con ella?
- Ese es el punto, mi padre no quiere que siga con Alexa, si me caso con ella, perderé mi restaurante por el que he luchado tanto.
Tomé mi vaso con mi jugo y me lo llevé a los labios.
- ¿Por qué qué me elegiste a mi? Si no sabes ni como me llamo - él agachó la cabeza - Si quieres que acepte ayudarte quiero toda la verdad Adrián.
Él se pasó la mano por el cabello.
- Fue idea de Alexa que seas tú quien se haga pasar por mi esposa.
- ¿Por qué? - conocía la respuesta, pero quería oírla, para ella yo no era ningún peligro, ella estaba segura que Adrián jamás se fijaría en mi.
- Eloise olvida eso, prometo que te pagaré por este favor, ¡Ayúdame!
Editado: 04.01.2022