OLIVIA
Cuando empecé a salir con Jean, él al principio oculto nuestra relación, no sé si le avergonzaba, o porque no era tan bonita como las otras chicas. La verdad no sabía porque estaba conmigo, la primera que le pregunté porque estaba conmigo, él me dijo porque era muy inteligente, me hizo sentir bien, pero luego entendí que no era verdad. En los 3 años de relación, nunca me dijo que me veía bien, nunca me dijo en lo buena que era, lo único que me recordaba era en mis defectos. Decía que era muy tímida, que era inocente, que no sabía enfrentar las cosas y que era débil. Yo lo tomé como un consejo al principio, pero luego se volvió algo que siempre decía cuando discutíamos.
Desde que llegue de la universidad, lo primero que hice fue leer un libro, porque leer me ayudaba a pensar, me calmaba, era mi refugio seguro, era un mundo al donde siempre escapaba y me gustaría quedarme ahí para siempre.
Estuve toda la tarde leyendo hasta que me quedé dormida, empecé a tenerle miedo a mis propios sueños cuando en esos aparecía Jean. En esos sueños él siempre estaba persiguiéndome, yo corría sin parar, pero al final no llegaba a ningún lugar.
Me desperté de ese sueño muy asustada, sentía que el corazón de me salía, el aire me faltaba y el cuerpo me temblaba. Agarré mi móvil, las llaves de la casa y salí a la calle a caminar por ahí. Saqué mis audífonos y se los puse al móvil, mientras sonaba Radiohead – Creep. Eran como las 9 de la noche, aunque el cielo no estaba tan oscuro, no veía mucho por las calles de Madrid. Me puse la capucha de la casaca para sentir un poco de calor dentro de mí.
La calle se encontraba un poco vacía, a lo lejos veo una silueta de alguien, esa persona estaba tambaleando, al parecer iba a caer, no lo dude y fui corriendo hacia ahí. Sostuve sus brazos, él cayo de rodillas y al parecer respiraba con dificultad, tenía la mirada hacia abajo, pero se podía ver algunas lágrimas que caían. Lo único que hice fue abrazarlo, puede que no entendía su dolor, pero lo abrace con todo y eso.
PATRICK
Alguien abrazo mi dolor, su aroma me era familiar, y quise quedarme ahí para siempre. Levante la mirada hacia la persona que me había sostenido, hasta que me encontré con sus ojos marrones, pude ver que ahí se reflejaban las estrellas y la luz de la luna nos iluminaba. Ella también me mira asombrada y me ayuda a levantarme del suelo sin soltarme aún.
Se notaba que estaba nerviosa, porque sus manos temblaban mientras sujetaba las mías. La acerqué a mi pecho y la abracé, no quise soltarla porque también podía sentir el dolor que ella había pasado.
A veces se nos hace difícil contar nuestros problemas, y creo que las personas deben respetar eso. Cuando a alguien se le hace difícil abrir su corazón, no es significado de desconfianza. Si no que tememos a ser juzgados, tememos que nos reprochen por cosas que nosotros no hemos hecho nada. Y eso lo sentí con Olivia, podía ver en la forma que la trataron alguna vez, por eso se portaba de una muy sumisa y sin cuestionar nada, se disculpaba de todo, y nunca reprochaba nada.
—Gracias y discúlpame por ser un idiota al tratarte así en la universidad. —necesitaba disculparme al menos con la única persona que tenía cerca.
—No te preocupes, todos podemos pasar por mal momentos y decir cualquier cosa.
—Lose, pero no justifica mis acciones y por eso te pido que me perdones.
Ella tenía una forma de comprender las cosas y eso no me dejaba tranquilo, no podía dejar que pensara eso. Pero a la vez mi cabeza me recordaba la promesa que hice, pero mi corazón me decía otra cosa.
—Bueno, ¿ahora te sientes mejor? —me di cuenta que todavía seguía abrazándola.
—Lo siento. —me separo de ella.
—Está bien. —sonríe.
—Gracias de nuevo por ayudarme. —no podía dejar de ver sus ojos, ella era tan hermosa—. ¿Quieres que te acompañe a tu casa?
—Gracias, pero no, quiero quedarme un rato aquí. —veo como se dirige a una banca y se sienta. No quería dejarla sola, temía que le pasase algo, así que la acompañe.
—Bueno, entonces ¿te puedo acompañar un rato? —ella solo asintió.
Vi como alzo la mirada hacia el cielo oscuro, y su sonrisa se dibujaba en su rostro al ver las estrellas. Estuvimos así por un buen rato, hasta que ella dijo que tenía que irse, le dije que podía si acompañarla ya que era muy tarde, ella dijo que sí. En camino a su casa nadie dijo nada, era raro para nosotros, pero no era incomodo, más bien, era como si nuestros corazones hablaran y no nosotros. La llevé hasta su casa y no dejaba de darle las gracias, ella solo asintió con una sonrisa y me despedí de ella. Mientras estaba de camino a casa, pensé en todas las cosas que tuve que renunciar cuando prometí que no me enamoraría de nadie. Pero ella me hacía dejar de pensar en esa promesa, pero tampoco en romper esa promesa.
Llegue a casa y mi hermano me estaba esperando preocupado, entre sin decir nada ya que no quería discutir con él.
—Patrick, debes escuchar a mamá… —llegue a mi habitación y tire de la puerta y sonó muy fuerte. Pero Mike entró.
—No quiero saber nada de ella, no entiendes que ella ha destruido nuestro hogar, destruyó nuestra familia, ella rompió su promesa.
—Patrick, deja de ser tan testarudo, y escucha a mamá solo una vez, por favor, lo que quiere decir es importante.
—¡No! no voy a escucharla, acaso ella me escucho cuando era niño, acaso ella supo cómo me sentí cuando conoció a alguien más. ¡Así que lárgate de mi habitación!
Mike se fue, no entendía que era eso importante que quería decirme mi madre. Ella ya tenía a su nueva familia, ¿para qué nos buscaba?