Siendo el último día de clases el área de humanidades y negocios había organizado un festival para el fin de cursos, me sentía emocionado de poder ver a Arielle con vestido, ya que Sam dio la indicación de ir con ropa elegante; suspiré ante mi armario, tiene meses que no ocupo un saco, y los que tengo me han quedado diminutos con todo el ejercicio que he estado realizando con los entrenamientos de Milagros y Esther.
Me dirijo al armario de mis padres, cada determinado tiempo, viene una señora a limpiar, no quiero deshacerme de ninguna de sus pertenecías; entre los múltiples sacos de mi padre, encuentro el saco gris con estrellas platinadas en los puños, trasportándome a la inauguración de Biohoward. Sonrío con melancolía mientras me lo pruebo, me queda ligeramente grande, y cojo la camisa blanca que le hace juego a las estrellas.
Al peinarme, decido tomar un poco de pintura platinada de mi material de arte y me pinto un par de rallas en mi cabello, suspiro para retener las lágrimas que se me quieren filtrar al extrañar a mi padre. Sigue siendo difícil el soportar su ausencia pese a las alegrías que estoy disfrutando. Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos y al poco tiempo vi a milagros ingresando con su habitual pantalón de mezclilla y su chaqueta de piel negra – buenos días, Santiago, ¿estás listo? – preguntó con la sonrisa torcida cuando me miró analizándome – imitas a tu padre – su afirmación sonaba entre burla y melancolía – ¿me veo bien? – cuestiono con incomodidad, ella niega y se acerca a abrazarme – es un orgullo que seas hijo de tu padre, no lo dudes; sus decisiones son diferentes a tu identidad – asiento en silencio y salimos en busca del auto.
Desde la entrada se tienen las lonas con el diseño del casino y la frase “Bienvenidos al fin de cursos” la fecha de generación y la hora de salida – ¿verás a la chica que te gusta? – pregunta de repente mi acompañante y no puedo ocultar mi reacción porque me percato de que se ríe con soltura – si, Arielle es mi compañera – respondo inquieto – ¡Se llama Arielle! Hasta que se me hace escucharlo – su risa me provoca timidez – cuando se pueda, llévala a cenar, quiero conocerla – asiento en silencio y bajo, observando que nadie note mi gesto.
Ayer me quedé hasta tarde ayudando a decorar la escuela, Sam parecía un sargento dando indicaciones a diestra y siniestra, me recordó a mi padre dentro del laboratorio; sin embargo, estoy seguro que los padres de él no son como los míos, sino, no sería tan aventurero.
Dentro de nuestro salón, se había colocado una mesa de billar en el centro, y la tapamos con una manta guinda, para evitar la tentación de empezar a jugar antes de la ceremonia. Por lo que me encaminé a la entrada y noté que todos se estaban riendo y Arielle se encontraba abrazada de Sam, pero ella no se reía, lo que me sorprendió – ¿de qué se ríen? – pregunté confuso – de un pésimo chiste de aquí de los presentes – respondió Arielle rodando los ojos en rechazo – oh, bueno, ¿Cómo estás? – le di un beso en la mejilla y luego la abracé, su perfume era dulce; Sam la soltó y al notarlo lo miré, estaba encantado con la mirada puesta en la entrada; Daxne se encontraba con un hermoso vestido rojo que resaltaba su figura, llevaba una pulsera dorada en el brazo, y, un collar como el de Arielle; su cabello le caía suelto, era negro como la noche y terminaba en careles, su lunar en la frente llamaba mucho la atención y no traía los lentes que le había obsequiado, nos saludó.
Adentro del auditorio se encontraba una cámara enfrente de nosotros y una cortina detrás de ella. Sam jaló a Daxne en dirección a la cámara y los fotografiaron, luego llamó a Arielle y tomaron otra foto, después Dax salió del escenario y quedaron ellos dos, Sam me miró analítico cuando se alejó, dándome a entender que podía acercame a Arielle, mi primera foto con ella, y, por último, nos tomaron otra foto a los cuatro juntos. De ahí pasamos entre las cortinas y el espacio siguiente era pequeño, lo que daba a entender que el auditorio estaba dividido.
Todos los compañeros y el resto de la escuela se encontraban de pie, atentos al presentador que se encontraba en medio del escenario central; al irnos acercando, visualicé al profesor de la especialidad de negocios, donde pertenecía Sam – Gracias a todos por venir a la primera FIESTA DE FIN DE CURSOS, nos honran y nos motivan a hacerla anualmente...como segundo punto, me gustaría que todos nosotros le demos un fuerte aplauso al equipo que organizó e hizo posible todo esto...iniciamos con Samuel Pérez, quien fue el que promovió y entusiasmó en realizar dicho evento, él se encargó de diseñar y planificar, un fuerte aplauso por favor, Sam, pasa al frente – Samuel les dio un beso en la frente a Daxne y a Arielle, subió al escenario, todos le aplaudimos, a lo lejos se escuchó una porra realizada por los del último año – Da unas palabras al alumnado – pidió su profesor – Bien, yo quiero agradecer al profesor y al director por aceptar la propuesta, también a mis compañeros de especialidad, quienes trabajaron en el papel que les tocó con una excelente entrega. Y, gracias a ustedes por asistir, me llenan de felicidad – Todos aplaudieron e hicieron una porra general, participé agradecido por vivir una experiencia diferente en mi vida.
Intenté acercarme con un poco más de caballerosidad, de la que mi padre usaba cuando estaba con mi madre, sin mucho éxito. Terminé disfrutando de su sonrisa que poco a poco se fue apagando, algo ha de estar pasando como para que traiga esa mirada perdida.
Quisiera abrazarla, apoyarla, cuidarla, pero sigo siendo torpe a la hora de acercarme.