Muchísimos años atrás…..1300 d.c
Todos conocen la historia de Santa Claus, pero nadie conoce la mía, ni la de mis padres, ni la de mis abuelos. Como se enamoró mi abuelo el señor Black es un misterio que los duendes no saben, pero Santa y yo sí, hace doscientos años atrás mi abuelo se fue a vivir con Santa, prometiéndole que le iba a enseñar armar juguetes de madera, tejer, ganarse las orejas de un elfo, obsequiarle habilidades mágicas, y convirtiéndolo en un inmortal.
En todos estos doscientos años mi abuelo hizo todo esto, como también obsequiándole Santa un regalo, el de amar a una persona. A inicios de todo un caos, en la época en la que apenas estaba iniciando la peste negra en Gran Bretaña reinaba las matanzas y las enfermedades, obsequiar juguetes se volvió muy peligroso. Pero eso no seria todo….
Un día fue elegido para entregar regalos junto a Santa, el veinticinco de diciembre, recuerdo que menciono lo maravilloso que fue. Después de hacerlo se quedó para apreciar el mundo, en el trascurso del tiempo ayudo a una familia que estaba pasando por unos problemas económicos hasta que conoció a una de las amigas de aquella familia, se llamaba Elora ‘‘mi abuela’’. Para los que conocen el secreto de esta historia, era una mujer rubia con ojos azules, era como una escultura, única, amiga de la familia del viejo Moe, ahí fue la primera vez que mi abuelo había visto a un anciano bien longevo, no podía creer la edad que tenía, se puso triste cuando murió en el año de 1310, lo que no saben es que se fue cuando ya iba renaciendo más o menos las enfermedades de la peste negra, con el paso de los años eso impacto al mundo volviéndose conocida y tomando terreno en 1346 .Como la gente iba desapareciendo mi abuelo decidió llevarse a Elora al polo norte. Desde ahí nació el romance entre ellos, se casaron y tuvieron un varón ‘‘mi padre’’. El también aprendió y acepto vivir ahí pero no fue todo, saliendo igual que mi abuela no aceptaron la inmortalidad.
Mi padre se enamoró de una humana cuando tenía veinte años, se amaron y también se casaron, vivieron y reinaron, ese fue el merecido regalo que Santa les hizo y también por el cual fueron ejecutados por la gente de ese tiempo. De ese amor nací yo, en el año 1390, quien diría que sería una bebe con cabello blanco como la nieve, y unos ojos azules como los de mi abuela y abuelo. Viví mi niñez en Escocia pero mi adolescencia la pase con mis abuelos en el polo norte después de la muerte de mis padres. Me volví muy apegada a ellos, me toco aprender sobre madera, armar juguetes, tejer y coser, hacer galletas, me encariñe con Santa, era una de sus favoritas pero viendo que crecía los demás duendes comenzaron a tener celos de mí, pero eso no me importo, quería destacar. Mi regalo de navidad y último fue el ser inmortal a la edad de veinticinco años cuando me enferme de viruela, recuerdo que estaba agonizando, me dolía el cuerpo, mi cuerpo estaba plagado de bolitas rojas, tuve que permanecer en tierra humana por tres meses.
-¿Cómo sucedió esto?
Recuerdo que pregunto mi abuelo.
-Solo quería salir al mundo humano y conocerlo.
Tenía poderes como la magia y esto los herede de mi abuelo, pero al ver que la magia no me salvaría ni me llevaría a casa nuevamente tuve que asentarme en una de las chozas del África.
-¿Cómo te contagiaste?- pregunto uno de los duendes.
-Bebí agua de un vaso que me compartieron unos niños, ya saben amo buscar cosas de valor.
-Ahí está tu recompensa- menciono mi abuelo, poniéndome un trapo en la frente. Se veía triste, decepcionado de mí.
-Voy a morir.
Recuerdo que dije.
-No lo voy a permitir- dijo el abuelo Black.
-No…se puede… curar esto- toso y me acomodo en la cama.
-Pero puedes renunciar a ser mortal y ser inmortal- abro mis ojos y el señor Black me sonríe.
-¿Crees en la magia?- pregunta el duende sacando un líquido en una botellita y asiento- eso me gusta, ¿A que renuncias?.
Recuerdo que volvió a formular otra pregunta y yo no sabía a que renunciar, recuerdo que perdí a mis padres, mi abuela había muerto hace quince años, ¿Quería perder a mi abuelo?
-No tengo nada- digo viendo a los ojos a mi abuelo.
-Si lo tienes- dijo con voz gruesa.
Me formulo una pregunta entre mis pensamientos y la hago mirando a mi abuelo. Toco su mano y sé que nada me puede pasar.
-¿A qué renunciaste tú?- le pregunto al abuelo y toca mi mano y la pone en su corazón.
-A mis recuerdos que viví antes de ir al polo norte- estoy segura por su mirada que no le dolió, que fue lo correcto para él.
-¿Y que tengo?- pregunto al duende absorbiendo mi nariz y quitando mi cabello blanco de mi cara empapada de sudor.
-Tienes que renunciar amar a un ser un humano, promete que servirás a Santa por siempre- veo a mi abuelo con una mueca. Y me duele lo que está diciendo.
-No puedo amar a mi abuelo- susurro y el duende se ríe.
-No me refiero a eso, tu abuelo y tu padre fueron el último caso de amor entre una persona humana. No puedes enamorarte es lo que trato de decirte- miro al duendecito por primera vez a los ojos y veo su vestimenta, es muy roja, verde, colorida, con campanitas doradas a un lado. Su sombrero rojo es muy puntiagudo. Se ve que no podría competir con él, ya que siempre ha servido a Santa, desde sus inicios.
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Editado: 09.12.2024