Estaba decidido, quería tener a Emma. La clara insinuación de ayer de parte de ella la aprovecharía. Ya que al decirle mi nombre completo vi en su cara que no tenía ni idea de quien era y eso me agrado muchísimo. Podría ser un simple hombre común y corriente, sin que nadie especulara que tan bueno era por mi cuenta bancaria.
Así que muy decidido me levante y fui directo a la pequeña casa donde se quedaba Emma. Al tocar la puerta espere unos segundos y no pude evitar no excitarme al verla. Llevaba puesto un pequeño pantalón que mostraba sus bellas piernas y una remera de tirantes que mostraba parte de sus pechos. Tuve con un gran esfuerzo mirar su rostro y en este tenía una sonrisa dibujada. Era absolutamente bella, y no había hecho nada para seducirme como muchas mujeres con una sonrisa falsa en su rostro, en ella parecía autentica.
-Buenos días, Alan.
-Buenos días, Emma.-me inclino hacia ella y beso su mejilla, así empezaría a tentarla-. Vine por esa invitación, espero que siga en pie.
-Por supuesto, pasa a mi humilde morada.
Ella se hace a un lado y paso al interior de la casa. Estaba prácticamente vacía no tenía mucho mobiliario algo que me hizo recordar que no había averiguado quien era el que me la había vendido. Pero lo averiguaría enseguida. Emma me llevo a la pequeña cocina y me dijo que me centrara.
-¿Quieres un café? Estoy por desayunar eso con unas tostadas.
-Sí, un café estaría bien.-ella nos sirvió el café en unas tazas y coloco unas tostadas en un plato. Luego fue a la nevera y saco un poco de mermelada y queso-. Gracias.-le agradecí recibiendo mi taza de café.
-Y bien Alan, ¿cuéntame algo de ti?-me dice Emma, rompiendo el silencio luego de tomar un poco de su café.
-¿Qué quieren saber?
-Edad, de donde eres, en que trabajas...ese tipo de cosas.
-Bien....Tengo treinta años. Soy de Londres, mi padre es de allí y mi madre norteamericana. Soy...-pensé un momento decirle en que trabajo-. Trabajo como gerente en un hotel en Nueva York, allí es donde ahora resido.-una pequeña mentira no muy alejada de mi realidad-. Ahora tu turno.-ella termina de comer su tostada y su café y me contesta. Mientras yo hago lo mismo que ella.
-Tengo veintiocho años. Soy de acá como ya te lo dije antes, mi madre también y mi padre no tengo la más mínima idea. Trabajo como médica pediatra y de emergencias en España. Y...dime, ¿Por qué elegiste este lugar para vacacionar?
-Simplemente por la naturaleza y la paz del lugar.
-Si es muy relajante.-me lo dijo en un tono de voz triste.
-¿Y tú porque estas acá?
-Necesitaba vacaciones,-no lo decía tan segura-, además hace años que no vengo. Se me presento la oportunidad de vender esta casa y vine a ultimar los últimos detalles de la venta y...-dudo un momento-. Pasar tal vez el último verano acá.
-Tú eras la dueña.-afirme más para mí mismo que para ella-. ¿Sabes a quien se la vendiste?-tuve que preguntarle porque tenía la duda si sabía quién soy en realidad.
-No recuerdo su nombre, lo hice a través de un agente inmobiliario.-con eso me lo confirmaba, en eso su teléfono suena-. Disculpa, debo atender la llamada.
-Adelante.
Ella se va a otra habitación en busca de este. Después de unos minutos regresa, se había cambiado de ropa y realmente se veía muy hermosa. Y más hermosa se veía haciendo una mueca con sus carnosos labios mientras miraba su teléfono.
-Lo siento si me tarde mucho.
-Está bien. Te ves hermosa así o en pijama.-ella me dedica una sonrisa a la vez que se ruborizaba-. ¿Quieres cenar conmigo?
-Sí, me gustaría mucho.
-Bien... ¿te parece esta noche? Podríamos cenar acá cerca en el restaurante del complejo o en la ciudad.
-Esta noche en el complejo.
-Bien. Debo irme y gracias por el desayuno.
Los dos nos levantamos de nuestros asientos y ella me acompaña a la puerta.
-La próxima vez preparare un buen desayuno.
-Es otra invitación.
-Tal vez.
-Me lo tomare...-me acerco a ella hasta estar cerca de su bello rostro-, como un si.-corto la distancia que nos separa y le doy un beso en sus labios-. Nos vemos linda.-no doy ni un paso y elle me toma de mi camisa y vuelve a unir nuestros labios, pero esta vez el beso es más profundo.
-Nos vemos guapo.-ella se aleja sonriendo mientras yo la miro embobado-. Pasa por mí a las ocho.
Me voy con una sonrisa en el rostro directo a la casa que me hospedo. Luego voy al restaurante del complejo para ver bien su funcionamiento y pedir la reservación. En la hora del almuerzo tengo una reunión con el nuevo gerente que contrate ya que el anterior se había jubilado, según el antiguo gerente tenía muy buenas referencias de él.
Ya en la noche a las ocho fui por Emma, y realmente se veía hermosa con un sencillo vestido color negro que se moldeaba a sus curvas. Cuando llegamos al restaurante nos llevan a nuestra mesa y como todo un caballero tomo su silla y la invito a sentarse para luego sentarme yo.
-Te ves muy hermosa esta noche, Emma.-le digo a penas tomo asiento.
-Gracias.-me sonríe-. Tu tampoco estas nada mal, muchas mujeres se te quedaron viéndote a penas entramos al restaurante. Ya que no creo que sea muy común ver a un hombre vestido...tan bien y además guapo.
-Oh gracias. Pero yo creo que es todo al revés, te miraban a ti.-ella me sonríe, pero no me contesta porque viene el camarero y toma nuestro pedido-. Y cuéntame Emma... ¿Cómo estuvo tu día?
-Bien, fui a la ciudad a...a terminar los tramites con mi agente inmobiliario.-parecía un poco disgustada.
-¿Todo está bien?
-Sí. También fui por un regalo para la novia de Matt, me invito a su cumpleaños...¿Quieres ir conmigo, es el sábado a la noche?-por un momento me sorprendió su invitación y al parecer tarde en responderle porque miro nerviosa a los costados-. Si no quieres ir lo entiendo, seguro tienes otros planes...
-No.-respondo rápidamente.