Seshen (etolxeia)

Capítulo 4

— ¿Al final ganó?

— Se supone que si...

— ¡¿En serio?! ¡¿Cómo?!

— Le tiro arena a los ojos...

Lilit estaba que exaltaba de alegría. Su sueño de salir por primera vez durante años fuera de los muros de esta tierra estaba a punto de hacerse realidad. 

Y aunque su victoria no fue del todo honesta al menos consiguió lo que quería. 

Por el otro lado Blaze no dijo nada ante su extraña derrota, solo sonrió al ver que una mocosa se le haya ocurrido ganar de una forma tan ingeniosa y a la vez tonta. Más sabía y temía por las consecuencias de dejarle irse por una noche fuera de sus tierras. 

El líder del Clan Rose temía por una mala decisión. 

El tema resurgió en la boca de todos. Lilit no era conocida, apenas y se sabía de ella puesto que nunca intento destacar en algo y no tenía las intenciones de ser un punto fijo en la vista de muchos. 

Sobre todo por que sabia que no era del todo un Rose y esa era una gran desventaja. 

Lilit solo había sido presentada una vez y la gente al parecer olvidaba las cosas con el paso del tiempo. Aunque le venía bien poder ser difícil de identificar, podía centrarse en todo lo que necesitaba y nada más al no ser alguien de quien se espera tener un cargo importante. 

Ya casi era de noche, la adulta joven de cabello negro se estaba probando por primera vez el traje de búsqueda y entrenamiento de alto mando que por tantos años añoro frente a las vidrieras. 

Se miró al espejo de cuerpo entero y sonrió aún más al ver que pronto lo que quería se realizaría. Volviendo a recordar todo el tiempo que estuvo aquí. 

Solo tenía catorce años... 

Había escapado gracias a que se aprendió bien los horarios de cada uno de los adultos y una agilidad que nunca creyó tener. 

Su inteligente ser no fue lo bastante astuto de al menos asegurarse el tiempo o siquiera saber los caminos.

Pero estaba centrada totalmente en encontrar alguna salida y más después de encontrar entre algunas pertenencias confiscadas, una carta bastante arrugada y vieja. 

La hija de una mujer de apariencia promedio, que siempre habían vivido en un escaso pero acogedor hogar había tomado la decisión de trabajar en un día de mucho calor. Era verano, la niña había estado acostumbrándose siempre en valerse cuando Iliana estaba ausente y por ende vivían en paz. 

Más aquella noche, la madre luego de una ardua jornada había tomado la decisión equivocada... 

Pues nunca más volvió a su hogar. 

Más tarde las autoridades la había llevado a lo que conocería como un infierno para los niños. El único modo de escapar era siendo mayor de edad o que alguien te adopte y rezar por sí era una buena persona. 

Por qué en aquella institución o vivías mal o vivías bien. 

Y los que vivían bien digamos que no la vivían tan bien...

Lilit había llorado muchas noches desde que llego allí, sus primeros días fueron horribles y no quería acercarse a nadie puesto que al momento y por alguna extraña razón sabia de antemano que no eran las mejores personas. 

Algo en ella había cambiado y no sabía lo que era, creía volverse loca. 

Creía estar sumida en la depresión y convencerse de que solo era una etapa. Se sentía tan miserable que incluso creía que la muerte era la mejor opción. 

Por qué los adultos en ese endemoniado lugar podrían tratarte como basura o encariñarse contigo de una forma nada inocente. 

Y en sus esfuerzos había mandado una carta a aquella persona que su madre relataba en ese pedazo de papel viejo como "un hombre de palabra y bondadoso". Había hecho lo imposible y colándose en la cámara de correo en una noche pensó que iba a morir en ese mismo momento al casi ser atrapada. Las cosas no le fueron de lo mejor los siguientes meses y al no obtener respuesta decidió ir al plan B. 

Lilit había escapado sin una idea más que conseguir ayuda de una persona que ni siquiera sabía si vivía o si la iba a ayudar. 

Había perdido el camino muchas veces y pasado hambre frente al frío de ese invierno. 

Y al final se había encontrado con una mastodonte de unos años mayor que ella con la idea de mandarla a la morgue. La niña no sabía si tenía mala suerte o la maldición le venía de alguna vida pasada. 

Y tras ver a su supuesto padre entendió que no tenía más escapatoria que dejar toda su historia del afuera y comenzar a ser una "honorable y digna" hija de un líder.

La niña maldijo durante días todas las cosas extrañas que pasaba los días seguidos y ver la cara del hombre que la trajo al mundo intentando congeniar. 

Tenía una cara de idiota según ella. Estaba enojada. 

Su idea era ir a la milicia, tener un lugar y vivir independiente. Sus ideas fueron solo eso, ideas que su padre biológico pisoteo apenas le enseñó la realidad en ese pedazo de tierra. 

Su extraño progenitor le sorprendía cada vez más por sus intentos de evitar cada pregunta que incluía a su madre. No importa lo que sucediera, siempre era lo mismo. 

Al menos disfruto las atenciones que le daba por meses puesto que lo veía casi todos los días, se sentía a gusto cada vez más al ver que su padre de vez en cuando si cabía en la descripción que su madre había puesto en aquella carta. 

Pero de un día a otro y sin verlo venir sus tareas y objetivos fueron sumándose. Ya no lo veía a la mañana y menos a la noche, había decidido mandarla a un colegio que el mismo mantenía a su nombre y dirigía indirectamente los temas a aplicar. 

No había que ser genio para saber que el mismo había hecho toda una agenda de actividades extracurriculares para no volver a casa temprano. 

Pero se había acostumbrado tanto a su presencia que hacía todo por llegar al menos antes de las seis de la tarde, lastimosamente su padre tampoco era muy estúpido y rara vez iba a casa quedándose por más de dos horas.




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