14: Ella es Lady, mi novia.

Una semana después de lo ocurrido, Seth y Lady no habían vuelto a verse. Él no había tardado en contarle a Matt y Alex sobre ella, sobre que finalmente había encontrado a la chica del elevador y sus compañeros de grupo todavía bromeaban un poco sobre lo ocurrido aquel día en la casa del agente Davis, decían que el proveedor de la noticia había sido Gabriel, quien tal vez los había pillado por abrir la puerta de la habitación equivocada, aunque él lo negaba. Realmente a Seth no le importaba cuanto dijeran, ni cuanto bromearan con él, el pelinegro sabía lo que de verdad había ocurrido esa noche y cada vez que pensaba en eso, no podía escapar de aquellas sonrisitas que se asomaban en su rostro.

Un domingo en la tarde, Seth se encontraba con su grupo en el turno de entrenamiento. El entrenador Rogers —con quien había sido asignado—, los había puesto a trotar por el campo que él mismo había marcado durante diez minutos, sin descanso. Cuando iban por la quinta vuelta, Gabriel se acercó a Seth y Matt, saludándolos.

—Eh, Cook. Echa un vistazo a quién ha venido a verte —murmuró el chico de ojos zafiro y movió la cabeza en dirección a donde estaba el entrenador Rogers.

Allí estaba Lady Davis. Llevaba puesto un vestido holgado color blanco y unas zapatillas negras. Seth disminuyó la velocidad mientras le contemplaba hablar con el entrenador y al mismo tiempo, Matt y Gabriel también lo hicieron.

—Será mejor que vuelvas a mantener la velocidad, Seth —susurró Gabriel.

—Déjalo ser, Gabe —Matt le sonrió al castaño—. Está comenzando a enamorarse. Hasta el agente Davis lo sabe.

—¿De verdad? —Seth reaccionó, observando a sus compañeros.

—Bueno, todos nos dimos cuenta de cómo se miraban entre ambos, incluso él —admitió Gabriel.

—Oh… —Seth no supo qué decir.

—¡Cook! —gritó el entrenador Rogers—. ¡Ven aquí!

—Que te vaya bien, Napoleón —susurró Matt antes de que Seth comenzara a correr hacia donde le llamaban.

Los chicos del grupo comenzaron a silbar y exclamar sonidos pícaros, mientras que el entrenador Rogers les gritaba que se «callaran la maldita boca». Cuando Seth llegó, el hombre puso una de sus manos fuertemente en el hombro de él, haciendo que le doliera.

—Tardas más de tres minutos y tendrás el doble de abdominales, Cook. Y sabes perfectamente que soy un hombre de palabra —murmuró y luego miró a Lady—. ¿Quedó claro, linda?

—Por supuesto, agente Rogers —Lady hizo un saludo militar, sonriendo—. No voy a fallarle.

El entrenador dio fuertes golpes en el hombro de Seth, haciéndolo mover, el chico cerró los ojos para evitar hacer una mueca y a los segundos, se fue a supervisar a los demás, haciendo sonar el silbato y gritándoles.

—¿Qué tal te va con el señor Gritos? ¿Ha dejado a alguien sordo ya? —preguntó ella en un tono burlesco, echándose a reír.

—No todavía —Seth se rio junto a la pelinegra—. Aunque si me ha escupido un par de veces.

Luego de compartir otras carcajadas, Lady llevó las manos detrás de su espalda y adoptó una posición de timidez.

—Quería verte. No sabía que estabas entrenando —habló, esbozando una ligera sonrisa.

—Perdón si no te llamé o te envié un mensaje…

—Está bien. Está bien —ella se rio—, ni siquiera nos intercambiamos los números.

—Oh… cierto, sí —Seth soltó una carcajada y buscó en los bolsillos de su sudadera, tomando el lapicero que estaba en uno de ellos—. Dame tu brazo.

Lady lo hizo y entonces Seth comenzó a escribir su número.

—Llámame esta noche —dijo cuando terminó y cerró el bolígrafo—. No estoy ocupado y… podríamos, ya sabes, hablar de estupideces. O conocernos más. Tal vez quedar para una cita.

—Me parece bien —Lady sonrió, sus mejillas tomaron un color rosado vivo.

—Vale, esperaré con ansias —Seth sonrió y se acercó a ella, dejó un beso en su frente y comenzó a correr hacia sus compañeros—. ¡Te veo pronto! —exclamó y se despidió de Lady con un movimiento de la muñeca.

—Y yo a ti —respondió la pelinegra sin poder quitar la sonrisa de su rostro.