41: Devuelta a Chicago.

27 de marzo, 2008.

Seth lo había visto desde lejos, dentro de la cafetería. Parecía alguien muy ansioso y desesperado, miraba a todos lados cada vez que podía percibir a alguien acercarse a él, pero cuando no era así, bajaba la cabeza, revisaba su teléfono y luego tamborileaba sus dedos sobre la mesa. Seth soltó un suspiro largo y observó alrededor antes de entrar. Estaba solo, como se lo había prometido.

Abrió la puerta del local y caminó hasta la mesa dónde se encontraba el muchacho de rulos y cabello negro. Se paró frente a él y Angel levantó la mirada.

—Hola… —hizo una pausa, se acomodó las gafas y le sonrió al joven— hijo.

Angel se levantó de la silla con algo de torpeza y le sonrió a su padre, Seth pudo notar que había lágrimas en sus ojos y eso le removió el corazón. El muchacho soltó una carcajada de emoción y se lanzó a abrazarlo, rodeó sus brazos con mucha fuerza alrededor de Seth y escondió el rostro en su pecho.

—Papá —susurró, mientras Seth lo abrazaba con la misma fuerza, mordiéndose el labio para sostener las ganas de llorar, todo eso lo hacía sentir aliviado—. Finalmente… estás aquí…

Se separaron, volviéndose a mirar. Seth se acomodó las gafas una vez más y sonrieron. Angel se secó las lágrimas y se sentó, mientras que su padre le siguió el paso.

—Lo siento, no tenía esperado llorar —dijo, con una sonrisa avergonzada en su rostro. Miró a su padre y Seth se fijó en que sus ojos expresaban algo más allá que una simple ilusión que su hijo siempre había tenido. Estaba, de alguna manera, orgulloso de que Seth no lo hubiese decepcionado—. Entonces… ¿qué edad tienes? ¿Cómo está mi hermana? ¿Cómo es ella? Tengo muchas preguntas, estaba pensando en anotarlas para aclarar mi mente y saber el orden en el que las iba a hacer, pero lo olvidé, así que haré lo que mi mente me ordene.

Seth soltó una carcajada suave.

—No te preocupes, Angel. Yo también tengo muchas preguntas, así que, no me molestaría responder las que tengas —Seth levantó la mano para llamar a un mesero—. Pero hagámoslo con calma. Tenemos mucho tiempo para nosotros hoy. ¿Te gusta el café? —preguntó justo cuando el mesero llegó a su mesa.

—Definitivamente, jamás me negaría a un café muy recargado —respondió luego de darle otra sonrisa a su padre. Por un lado, parecía que no podía dejar de hacerlo y eso le hacía sentir bien, porque Angel no había sonreído así durante mucho tiempo.

Seth asintió con una expresión de aprobación en el rostro.

—Es increíble que eres como yo cuando tenía tu edad, muchacho —dijo.

Angel sintió que su ser se regocijó y Seth comenzó a ordenar lo que deseaba del menú, junto con lo que también quería su hijo.

Abril, 2011. Presente.

Seth ponía algunas maletas encima del auto, amarrándolas con cuerdas resistentes para evitar que se cayeran durante el viaje. La casa estaba prácticamente vacía, había vendido lo suficiente en los dos meses que les faltaban en Houston y por supuesto, se quedaron con lo necesario. Seth puso la casa en venta también, cosa que supervisarían sus padres y se dividirían el dinero.

Anne llegó temprano ese día para ayudarles, sobre todo a sus nietos y cuando todo estaba listo, se tomaron el tiempo para despedirse de Abigail y Liam y así mismo, fueron al aeropuerto. Allí se despidieron de Anne y Matt Alexander, que llegaban a tiempo para su vuelo hacia Orlando.

—Muy bien, muchacho —Seth se arrodilló frente a su hijo y le peinó ligeramente el cabello, sonriéndole—. Sabes que te extrañaré mucho, ¿verdad?

Matt Alexander asintió.

—Yo también, padre —él también sonrió y abrazó a Seth—. Estaré llamándote todo el tiempo.

—No dudes en que yo también —el pelinegro asintió y levantó las cejas al recordar algo—. Y por supuesto, no olvides que estamos…

Ambos se acomodaron las gafas al mismo tiempo.

—¡Orgullosos de ser unos nerds! —exclamó el niño de cabello rubio oscuro, soltando una carcajada junto a su padre.