Seth Wilson

Capítulo Uno

 

Sonrió al escuchar como mi hermana vuelve a dictar las reglas que me impuso para mi primer día de clases. ¡Dios! Hay veces que Allison me protege demasiado pero me gusta a la vez que me exaspera en ciertos puntos. Me gusta que se preocupe por mi como si una madre se tratará, me hace sentir querido y sentirme como si no fuera un estorbo en su vida.


—Regla número cinco y la última —dice leyendo en voz alta lo que está escrito en la libreta que sostiene en sus manos —. Si una rubia oxigenada se te acerca, tú solo incrústale el arma infalible en sus operados pechos  de silicona —termina de decir suspirando y echando la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldó del asiento de copiloto. 


Mi hermano, Jayden, frunce el ceno notablemente confundido.


—¿Puedo saber cuál es el arma “infalible”? —dice haciendo comillas cuando el semáforo está en rojo y detiene el auto. Se gira para ver a mi hermana y me mira por el espejo retrovisor, me limito a encogerme de hombros y seguir comiendo las deliciosas frituras que encontré en el auto. Si tengo que morir que sea comiendo.


—¡Maldición! —exclama — Me la olvide en casa —dice girando su cabeza para mirarme y volver a mirar a Jayden que volvió a retomar el camino para ir al instituto donde asistiré —. Volvamos a casa y vallamos a buscarla.


—¿Estas loca? Seth, llegará tarde en su primer día y nosotros también —habla Jayden sin despegar la mirada de la carretera.


—Corrección: ya está loca —retrifico ganándome que mi hermana me robe algunas papas y que mi hermano ría por tal afirmación. Se metió con mi mayor debilidad: la comida.


—¡Jayden! —protesta —¿Qué pasa si lo violan?¿Y si una rubia lo secuestra? —dice exagerando.


—El puto cielo —susurro lo suficiente para que mi hermano largue una risa leve y Allison nos mire confundida. Gracias a todas las papas del mundo no me escucho o sino tendría que estar cavando mi propia tumba y no quiero.  


—Allison, no es para tanto. Recuerda que ya va a cumplir los dieciochos, ya es mayor de edad y sabe como defenderse de rubias oxigenadas —bromea lo ultimo, sin embargó Allison no lo tomo de la misma forma. En menos de lo que canta un gallo a la mañana, ya se encuentra llorando como una loca. Miró acusatoriamente a mi hermano y él me responde con una sonrisa divertida. 


—Alli —me acerco hasta quedar en medio de los dos asientos del enfrenté pisando algunas cosas y que ahora me fulmine con la mirada mi hermano —¿Estas bien?


—No —solloza —. Jayden tiene razón.  En menos de un mes cumplirás los dieciochos y ya no serás mi bebe. Irás a la universidad, trabajarás, te casaras, tendrás hijos y cumplirás uno de tu más grandes sueños. Coleccionar todos los peluches de las cositas del Pokémon —vuelve a llorar con más fuerza. Si, mi hermana es toda una mujer exagerada. 


—¿Estas en tus días? —como siempre Jayden metiendo la pata. Mi hermana lo mira mientras él estaciona el auto, Allison sigue con vista fija en él sin inmutarse a los balbuceos nerviosos que salen de su boca.


—Yo me voy —anuncio tomando mi mochila negra y saliendo del auto. 


—Seth —me llama mi hermana, me doy vuelta para encontrarla a unos metros míos con sus brazos cruzados y con sus ojos rojos por el llanto —. ¿Me puedes prometer algo?  —pide ante la mirada intrigada de mi hermano. 


—Claro, ¿Qué quieres? —digo acercándome a ella. 


—Por favor, nunca te alejes de nosotros. Por miles de peleas que tengamos, no lo hagas. Ni por qué otras personas te lo digan, por favor. Promételo —asiento repetidas veces con una duda en mi cabeza. Abrazo a mi hermana y siento como después de unos segundos mi hermano se nos une. 


—Se los prometo —digo desasiéndome de los brazos de Allison. Al parecer hoy se levantó con demasiado afecto demostrativo —. Tranquila, si una rubia me quiere violar tengo mi arma infalible conmigo —saco el tenedor de plástico y se los muestro haciendo que Allison ría y mi hermano ruede los ojos divertido. 


—Mas tarde te paso a buscar —informa cerrando la puerta de Allison una vez que ya subió al auto negro de Jayden. 


—Claro. Te veo después. Que les vaya bien —digo negando con la cabeza cuando mi hermana saca la cabeza por la ventanilla tirándome besos “voladores”.
Doy media vuelta y empiezo a caminar en dirección hacia la entrada del instituto dónde sin alguna duda, será mi peor pesadilla o mi peor tortura.


Camino a paso rápido escuchado la voz de mi hermana resonando en mi cabeza como si de un eco se tratara. 
Haz muchos amigos. Haz muchos amigos e invítalos a casa para jugar a las cartas.


Niego con la cabeza auto diciéndome que mi hermana se le olvidó tomar las pastillas de hoy. En la mañana me despertó con agua fría en pleno otoño. Pero no me puedo quejar. A mi hermano le tocó la peor manera para que lo despierte. Digamos que Jayden tiene una pequeña y rara fobia a las tortugas. 




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