Sevenadur

Las Tres Espadas

3 de Isug de 2626

 

No puedo creerlo todavía. Está apenas amaneciendo y me parece despertar de un sueño. Lihra nos ayudó. El Reino seguramente está salvado.

 

Como me imaginaba, la calzada estuvo repleta de gente, dejando paso solamente a los caballos que nos llevaron al templo. En los alrededores de Evntan, la noche era oscura, pero Arkelt había dispuesto ya la iluminación: Se habían fabricado muchas vasijas rectangulares largas que fueron colocadas en la parte superior del círculo exterior, en lo que Arkelt llamó "La corona". Dentro de cada vasija había grasa de cerdo y, pasando por dentro de cada vasija, había un cordel de tela a manera de mecha. Arkelt se acercó a un extremo que bajaba de La Corona con una antorcha y prendió la mecha. El lugar quedó iluminado inmediatamente y fuimos a colocarnos en nuestros lugares. Mientras nos dirigíamos a las trinidades, hice una seña a Nayu para que estuviera alerta con la guardia que le había encomendado. Una parte de mis hombres cuidaría la seguridad externa, por si alguno de los pueblos vecinos nos atacaba, mientras que otro grupo cuidaría que se mantuviera el orden entre el pueblo, que ahora se arremolinaba afuera de Evntan. Algunos pudieron entrar, pero se les ordeno que contemplaran todo a distancia.

 

Desde su trinidad, el Rey Maen hizo un gesto con la mano para indicar a Arkelt que podía iniciar la ceremonia. Antes de dar inicio a la ceremonia en sí, Arkelt se colocó en el centro del templo, mientras Sodeap le colocó el manto ceremonial: Una túnica blanca de mangas largas que le cubría desde los hombros hasta los pies. Entonces el mago colocó una rodilla en el piso y su ayudante le colocó el Diwall, un cono de madera con cuadrados y círculos tallados alrededor, que representan las caras de la luna durante un Ledan completo (Este ciclo es conocido hoy como ciclo metónico, dura 19 años).  Después de esto, Arkelt comenzó la ceremonia sacrificando un cabrito a nuestro Dios. Ayudado por Sodeap, bañó el altar con la sangre del cabrito para consagrar el altar, al tiempo que oraba pidiendo a Lihra que se presentara. Mientras oraba, el viento comenzó a soplar cada vez más fuerte, el cielo se nubló y los animales nocturnos callaron. Sólo la voz de Arkelt se escuchaba cuando los vientos apagaron el fuego de La Corona y quedamos a oscuras, pero solo por un momento, porque en seguida aparecieron unas nubes justo arriba del templo y de ellas salía una luz. Su resplandor era tal, que parecía que estuviera amaneciendo.

 

Noté que algunos, temerosos de Lihra, retrocedieron un poco y he de admitir que yo mismo lo hice. Arkelt se quitó el Diwall, lo colocó en el suelo y se postró ante Lihra. Todos hicimos lo mismo, incluso el Rey.

 

- Maen Sevenadur, levántate -, se escuchó una voz que parecía venir de las nubes, y el Rey se levantó.

- Ordena, mi Señor Lihra – contestó.

- Encargué a Lagad Sevenadur, tu ancestro, que construyera para mí este templo de Evntan. Le ofrecí a cambio que su descendencia gobernaría para siempre. Como buen hombre sabio, rechazó mi oferta y construyó el templo simplemente por complacerme. Hoy te ofrezco a ti recompensarte de alguna forma. Elige qué es lo que deseas – inquirió Lihra.

- Sólo por servirte hemos trabajado durante varias generaciones. No puedo dejar que me compenses a mí por algo que todo tu pueblo hizo. – contestó el Rey.

- Pídeme cualquier cosa para tu pueblo entonces. – insistió Dios.

- Si es por mi pueblo, te pido entonces que me ayudes a gobernarlos de la mejor manera. – respondió Maen, después de pensarlo un momento.

- Pon atención entonces. – advirtió Lihra y el suelo comenzó a temblar. En el centro del templo, de las entrañas de la tierra, surgieron tres bloques de piedra mucho más lisas que las que pulieron nuestros artesanos para el templo. Todo el pueblo murmuró asombrado, mientras Arkelt continuaba orando.

 

- El poder del hombre sobre el hombre procede de tres fuentes – continuó Lihra – La primera de ellas es la fuerza, la que ejercen en sus guerras, con la que aplastan a sus enemigos ¡Vía Viris! – exclamó con fuerza la voz de Lihra y en ese momento uno de los bloques de piedra se partió en dos. Los pedazos de piedra cayeron al suelo dejando al descubierto una enorme y hermosa espada que quedó flotando verticalmente en el aire frente al Rey Maen. Todos estábamos atónitos y en silencio.

 

- La segunda fuente de poder son las riquezas, el oro con el que se construyen ciudades, progreso… con el que se compran esclavos y ejércitos. ¡Vía Arhanter! – nuevamente la voz de Lihra partió en dos otro de los bloques de piedra, dejando ver una segunda espada, idéntica a la primera. Podría decirse que eran gemelas. La segunda espada flotó también en el aire frente a nuestro Rey.



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En el texto hay: aventura, magia, intriga

Editado: 18.01.2019

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