— ¿Qué?
Pasé saliva duramente. ¿Cómo es que Seth podía estar detrás de los suicidios del bosque? Es decir, él era malditamente siniestro y cada vez que me observaba de esa forma sentía la oscuridad ejercer presión sobre ambos pero, no podía asemejarlo a un asesino. Está bien, toda su aura decía que era un chico malo y debía alejarme. Pero no a tal grado.
—Te advertí sobre él muchas veces, te lo dije, Selene. No es un buen tipo. Hizo cosas malas a personas inocentes. Pero nunca quisiste oír esas advertencias, tú sólo... lo sigues como si... él realmente pudiera controlar...
—Mis pensamientos.
Axel me miró duramente.
— ¿Qué?
Enfrenté sus ojos, un cobre perlado y brillante había reemplazado la miel cálida y gentil de siempre.
—Cada estudiante del Ventura que atraviesa el bosque, muere —Axel me observaba con rudeza—, pero no sin antes pasar por un estado de alucinaciones constantes.
— ¿De qué estás hablando?
—Mark, Ross e incluso Bruce tuvieron pesadillas que los atormentaron durante las noches; pesadillas que no podían descifrar el momento de inicio, pero sí de los mortales finales.
—Roja, yo...
—Bruce me dijo que su sueño era con Viola, al igual que el de Ross según Benji y lo mismo con Mark así como me lo contó Lisa.
— ¿Lisa? —Axel enarcó una ceja, dubitativo y resopló negando con la cabeza. Prontamente su expresión se transformó en una divertida sonrisa—. Imagino que te sucede lo mismo, ¿no es así? —Avanzó a pasos lentos, retrocedí—. Entraste antes en el bosque, y varias veces por lo que veo... lo conoces demasiado bien como para entrar y salir como si nada, ¿no? Ya no le temes.
Retrocedí un poco más mientras él sonreía con diversión. Había algo diferente en su comportamiento, algo que no estaba bien. Axel era todo un cuadro siniestro de perversión.
Todo mi cuerpo tembló ante su acercamiento.
—No has estado viniendo sola, ¿no es así, Selene? Seth ha estado contigo todo este tiempo, él es quien te ha instado a averiguar sobre los suicidios de los estudiantes. ¿Qué te ha dicho de mí? ¿Qué es lo que han estado planeando desde aquí?
— ¿Qué debería decirme de ti? —Retrocedí un paso—. Axel, estás asustándome.
— ¿Yo te estoy asustando? —Fingió inocencia—. Te rodeas de monstruos a diario, ¿y temes de lo que yo pueda hacerte aquí en el mismo infierno? —Negó con la cabeza nuevamente y esbozó una sonrisa siniestra con un halo de perversión innata—. No, Selene, creo que estás equivocada con respecto a todo lo que piensas en estos momentos.
— ¿Monstruos? ¿A qué monstruos te refieres?
Axel avanzó un paso con precipitación que me tomó de sorpresa y tropecé sobre el colchón de hojas debajo de nuestros pies.
El otoño cercano causaba estragos en los alrededores; el rugido de las olas sobre la costa enviaba escalofríos hacia los árboles que se estremecían en violentas sacudidas.
Esa misma brisa gélida me atravesó en un momento y sentí en mi pecho la respiración pesadamente. Una extraña sensación estremeciéndome desde adentro.
Axel se inclinó hacia mí, flexionando sus rodillas para estar a mi altura. La misma sonrisa maquiavélica del principio se tornó oscura, sus ojos miel era cobre oscuro y añejado. Había algo extraño en la forma en que hablaba, el tono de sus palabras, la inquietante y penetrante mirada que me dirigía.
Algo estaba mal, la sensación cálida y en calma que siempre irradiaba ya no estaba.
Axel se sentía extraño, perturbador, peligroso.
—Estoy realmente cansado de simular contigo, Selene. Todo el tiempo hay que simular para que no sientas presión sobre tus verdaderas obligaciones y, es tiempo de que entiendas de qué se trata todo esto.
Axel tomó mi mentón y trazó pequeños círculos sobre él hasta acariciar mi labio inferior; estremecimiento causando estragos en mi cuerpo.
»Tú no sabes de qué te estás perdiendo entre los mortales —musitó con un halo de sonrisa maliciosa relamiéndose en sus labios.
Con sus dedos posibilitó un acercamiento entre nosotros y la presión que ejerció sobre ello me impidió moverme. Su aliento cálido golpeó mis mejillas incendiadas y por algunos segundos de incoherencia, cerré los ojos apiadándome de los pálpitos de mi corazón.
Gélida brisa golpeó mi rostro y al abrir los ojos, Axel ya no estaba.
Parpadeé varias veces intentando comprender hacia dónde se había ido en el instante en que nuevamente oía su voz.
— ¡Roja! —Se echó sobre mí para ayudarme a levantarme mientras me examinaba por alguna herida física. Tenía que ser sincera, tenía demasiadas emociones en esos momentos que él no podía captar―. ¿Estás bien? ¿Qué sucedió?
¿Por dónde comenzar? Mi respiración estaba acelerada, mi corazón insistía en salirse de mi pecho como un martillo golpeando dolorosamente y nada de lo que sucedía podía comprenderlo. Intenté apartarme de Axel pero él ni siquiera prestó atención al pánico en mi cuerpo. Se inclinó sobre mí sosteniendo mis mejillas con sus manos.
— ¿Qué hacías en el suelo? ¿Por qué viniste aquí sola? —El timbre de su voz era alarmado.
—No, no estaba...
—Ven —Axel me tomó por los hombros para separarme un poco y peinó hacia atrás lo que debía ser la maraña de pelo rojo que tenía sobre mi rostro. La sensación cálida regresó a mi como en oleada, extrañamente natural―, salgamos de aquí. No deberíamos estar caminando ni siquiera de día por este lugar.
— ¿Acabas de llegar?
— ¿Qué?
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Editado: 16.05.2020