—Tú —jadeé enfurecida. Una singular mezcla entre odio y humillación dando tonalidades a mi voz. Para mí desgracia sólo pude aumentar el placer del ente frente a mí, ensanchando su socarrona sonrisa bajo la gloriosa oscuridad que había amansado en lo alto―. Fue una trampa, tú querías que viniera aquí...
— ¿Y para qué voy a mentirte? —Dio un paso adelante en confianza y me miró detalladamente inclinando su cabeza, casi maravillándose de mi frustración por escapar.
— ¿Por qué? ¿Por qué mentiste? ¿Para qué demonios me trajiste aquí de todos modos? —Rugí, ahogando el miedo entre lágrimas—. ¿Qué quieres?
Mi tono de voz se elevó aún más y todo el cuerpo de mi acompañante se volcó sobre mí para callarme de inmediato.
—Shhh... Es cierto, aún no sabes dónde estamos y cosas como esas podrían traerte problemas —explicó sin abandonar su sonrisa. Se incorporó nuevamente y desplegó la mata de cabello alborotado sobre sus hombros. Nunca lo había visto así; brillaba de una preciosa forma—. Te podrás imaginar ya que no soy humana.
—Por eso sabías que Seth me hablaba en pensamientos, por eso me diste la cadena porque sabías que vendría a buscarla aquí sola... ¿Dónde está? Por favor, no la lastimes, déjala ir —mi voz se volvió ronca por el nudo que se había formado en mi garganta. Lágrimas corrían por mis mejillas sin control—. Lisa... por favor...
—Ella no está aquí... no podía traerla, ¿te imaginas? —Sonrió impaciente de una broma propia—. No, todo a su tiempo, Sel, todo a su tiempo. Primero dedicaré mi atención sólo a ti.
Se inclinó para acariciar mi mejilla y quise rasguñar su rostro, morder su mano; pero el árbol me sujetaba con fuerza aún.
— ¿Dónde está? ¿¡Qué le has hecho, maldita!?
—Aún nada, relájate —sus ojos brillaban maliciosos—; te lo dije, mi atención sólo está en ti ahora, Sel.
— ¿Qué es lo que quieres? ¿Vas a matarme? ¿Vas a matarme como mataste a todos antes, como mataste a tus amigos?
Lisa enderezó su espalda y frunció el entrecejo con falsa indignación.
—Es una horrible acusación, Selene, yo jamás me atrevería a lastimar a mis amigos —explicó con una mano en su pecho—. Aunque debo decirte que no poseo muchos a estas alturas; las cosas están bastante complicadas en este siglo pero, ¿qué puedo esperar después del maldito pacto?
»Tú no te preocupes, todo lo entenderás a tu tiempo, cariño. Aunque tal vez no poseas demasiado ahora. Ven.
Con un movimiento de sus manos liberó las raíces que me sujetaban, y con una rudeza sobrenatural mi cuerpo se expuso ante el de ella a su antojo. Sentí mis músculos tensos cuando su mano volvió a acariciar la piel de mi mejilla hasta mis labios temblorosos.
»Hay cosas qué hacer, e inmortales que presentarte, cariño.
En el momento en que Lisa tomo camino hacia la cueva tenebrosa, me alivié de tener la oportunidad de liberarme de esa esclavitud anterior. Pero mis pies no respondieron a mis órdenes, hipnotizados por Lisa caminaron en su dirección.
La sensación era tan extraña y perturbadora, como si no tuviese control de mí misma, como si un halo invisible me arrastrara con ella.
»Trata de no hablar, Sel, tus comentarios tal vez no se tomen a bienvenida aquí —advirtió Lisa e inmediatamente una sonrisa se dibujó en su rostro—. Claro que sólo es una advertencia, tú puedes hacer lo que quieras y ganarte los problemas que desees. Será divertido.
Azotada por el pánico de no tener el control de mi propio cuerpo, pero invadida por temblores internos, cerré los ojos con la seguridad de que no tropezaría por el mandato de Lisa.
No podía creer que se tratara de ella.
Había sido la primera persona que se había acercado con una sonrisa en el primer día de clases. Me había abierto las puertas a sus amistades sin discusión y fue quien me presentó a Ross para luego llorar por su repentina partida.
Más entes con túnicas continuaban armando su camino hacia el interior de la cueva; el mismo sitio a donde se dirigía Lisa con su sonrisa petulante y sus ojos oscurecidos como la misma penumbra que nos rodeaba.
Las antorchas moldearon más rostros desconocidos, y a sí mismo gané varios ojos sobre mí con la curiosidad fulgurando de ellos.
Las piernas continuaron guiándome en contra de mi voluntad a la altura de Lisa, introduciéndonos en la plenitud y aspereza de la cueva a mitad de la noche. Un fuerte olor a pinos, a almizcle y metal llamó mi atención, reconociéndolo de la habitación de Ari y curiosamente de la fragancia característica de Seth.
Evitando llamar la atención de alguien no deseado, caminaba con mis ojos clavados en el suelo árido de la cueva.
Si antes me había quejado de no entender nada y tener muchas dudas, ahora sentía que había sido dramática. Todo, absolutamente todo a mi alrededor, me desconcertaba.
— ¿Qué es este lugar? ―Lisa resopló en una sonrisa.
—Estamos en el corazón del bosque, Selene —explicó con delicadeza—. Este sitio se conoce como...
—La garganta del diablo.
Lisa alzó las cejas con sorpresa.
—Habías oído antes de él, ¿eh? —Negó ante un pensamiento y volvió a esbozar una sonrisa siniestra—. Pues sí, la garganta del diablo. Es un lugar muy concurrido a estas horas de la noche.
— ¿Por quienes?
—Esa es una buena pregunta, y permíteme ser la primera que te informe acerca de nosotros —susurró con arrogancia, inclinándose sobre mí. El actuar de Lisa era irregular, inestable como nunca antes la había visto—. Somos quienes aparecen en tus pesadillas.
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Editado: 16.05.2020