Por alguna extraña razón, el tiempo se me hizo completamente largo, al grado de despertarme un par de horas entes de que sonara el despertador. Esperaba de todo corazón que mi madre se encontrara dormida antes de salir a trabajar, no quería continuar con ella la discusión que habíamos tenido el día anterior.
Decidí arreglarme lo más adecuada para mi primer día de trabajo, como el día anterior, tomé mi bolso, mi chaqueta y las llaves de mi auto, pero al salir de mi habitación me percaté de que todo se encontraba en completo silencio, era muy extraño y más para una persona que tiene que vivir con su madre que siempre esta muy temprano lista como para ir a hacer cosas a la iglesia o con la comunidad. La curiosidad estaba acabando con mi paciencia, temía que algo le hubiese pasado por el coraje que se había llevado la tarde anterior, pero para mi sorpresa, su habitación estaba intacta, como si un hubiese pasado la noche ahí, preocupada baje corriendo las escaleras para ver si la encontraba en la cocina o simplemente encontrarme una nota donde me informara que había salido, pero eso era mucho pedir a su enorme orgullo. Sin rastro de ella, salí de la casa para entrar a mi auto y conducir hasta la oficina, antes claro, comprar un café que me mantuviera despierta por lo menos la mayor parte de la mañana.
- ¡Alana! – exclamó Diego emocionado cuando me vio salir del ascensor –. Tengo tu gafete listo ¿no tuviste problemas con la recepcionista de la entrada?
- Para nada – dije con una amplia sonrisa al recordar lo amable que se había comportado la chica, no hubo necesidad de preguntarme nada, simplemente me dejo pasar –. Gracias por el gafete, creo que es por todo lo que venía aquí hoy.
- Por cierto – dijo Diego después de entregarme el gafete –. ¿Cómo te fue con Nico ayer?
- Jamás le vi – dije un poco decepcionada a lo que Diego se sorprendió rotundamente –. Solo tuve un incidente ayer, una chica me ayudo y de cierta manera me salvo la vida.
- ¿Cómo era la chicas?
- ¡Diego! – escuchamos a la chica que me había salvado el día anterior gritándole al recepcionista mientras se acercaba a nosotros –. ¿Tienes ya el presupuesto impreso?
- Sí – dijo el chico mientras comenzaba a buscar entre los papeles que tenía regados por todo el escritorio –. Los imprimí recién llegué.
- Muy bien – dijo la chica con una sonrisa dirigida a mi mientras esperaba a que Diego le entregara lo que había solicitado –. ¿Cómo te sientes el día de hoy?
- Pues bien – dije un poco nerviosa al recordar lo del día anterior –. Supongo que solo me duele un poco el cuerpo, pero de ahí en fuera todo bien, de hecho, hoy si vengo preparada.
- En el auto tengo un casco para ti – dijo sin borrar aquella sonrisa –. Creo que solo seremos tu y yo trabajando ahí.
- ¡¿En verdad?! – pregunté sorprendida, no me imaginaba cuanto pudiésemos avanzar solo ella y yo en aquel lugar –. Pensé que eras solo alguien de administración por lo del presupuesto.
- ¿Qué? – preguntó de repente Diego – Acaso no sabes…
- No – interrumpió la chica de golpe –. No soy solo de administración, también me dedico a restauración, es algo que siempre me ha gustado.
- Ya veo – dije con una sonrisa –. Entonces será mejor que nos vayamos porque ese trabajo durará años si no nos apuramos.
La chica siguió sonriendo mientras asentía con la cabeza, pero la expresión de Diego me pareció realmente extraña, era como si hubiese cometido un error, aunque no sabía realmente lo que, significada, posiblemente solo eran alucinaciones mías.
No hubo necesidad de llevar mi auto, no quiere decir que estaba muy contenta con eso, pero era sumamente más ecológico que viajáramos solo en un auto, además, la chica mencionó que nos rolaríamos un día y un día para economizar las dos de cierta manera. Cuando llegamos al trabajo, aquella chica que me había llevado, se comportó de una manera extremadamente profesional, comenzó a platicar con los encargados sobre el presupuesto, al parecer les pareció muy bueno ya que aceptaron inmediatamente, después de eso, ella y yo comenzamos con el recorrido del lugar para saber con que comenzaríamos, supongo que no hubo momento como para intimar un poco, todo llega a su tiempo, al final de cuentas el trabajo era mucho más importante que una charla, así como también era importante conocer por fin a mi jefe.
- Alana – dijo la chica acercándose a la mesa en donde me encontraba revisando los planos del mural –. Creo que será mejor que nos vayamos a comer.
- ¿Qué? – pregunté un poco nerviosa, no pensé que el tiempo hubiese pasado tan rápido, pero al ver el reloj de muñeca me percaté de que estaba realmente equivocada –. No pensé que fuese tan tarde.