—repite lo que has dicho—me mira, retándome
Sigo sonriendo, creo que nos llevaremos muy bien
—vamos, no te enojes…— nadie se resiste a mi táctica de chantaje, pongo mi carita triste— anda… ¿sí?
Suspira.
Salto de emoción. El tonto, se espanta y cae sentado al sofá ¿nunca ha visto a alguien alegre?— ¡muchas gracias!— me acerco a él, beso su mejilla izquierda y voy corriendo a su habitación
—¡oye, yo no he dicho que sí!— antes que me alcance, entro a su habitación y cierro con seguro
Me quito los zapatos y me lanzo a la cama, y sí, es esponjosa como la había imaginado. ¡De en sueño! Escucho que forcejea con la manija de la puerta. No entrará. No lo hará.
—¡ábreme! — uh, está enojado. Se lo merece
Me acomodo en la cama, huele rico, es su perfume. Abrazo la única almohada que queda y la estrecho contra mi pecho. Cierro los ojos.
—¡oye! ¡no te quedes dormida! ¡abre!— sonrío. ¿Cómo sabe que estoy a punto de quedarme dormida?— ¡abre!
Hago un bostezo sonoro. Quiero irritarlo más
—ábrela tú, usa las llaves—propongo
—no puedo…— responde por detrás de la puerta
Me siento y sonrío, menos mal no puede ver cómo estoy burlándome de él
—¿por qué? —sigo abrazando la almohada
—las perdí hace tiempo…
Me río sin poder controlarlo — ¡qué pena!
Gruñe. Por eso es un gruñón —¡abre! —grita de nuevo, odio que me grite, pero, en la situación que estamos me causa gracia
Sigo riéndome ante su impotencia, aunque no quiera dormirá afuera
—¡ya cásate!— compadezco a la que sea novia de este gruñón
—miren quien habla— dejo de reír y entrecierro los ojos hacia la puerta, quisiera tener los rayos de energía de Cíclope y así derretir al gruñón.
Ahora sí. Qué ni piense que le voy abrir.
Vuelvo a acomodarme en la cama, me acurruco, pero no estoy cómoda. Y es que aún sigo con el vestido de novia. Suspiro con cansancio, solo quiero dormir, pero no con esto puesto. Me levanto y camino descalza hacia la cómoda que está en frente.
‘¿Cómo puedes rebuscar en la ropa de un desconocido?’ he ahí, otra vez, mi conciencia. ¡Oh, vamos! no es tan malo.
—abre la puerta— doy un pequeño saltito, pensé que ya se había ido
Abro el cajón, muy despacio, sin hacer nada de ruido, hay camisas y playeras, combinadas en el mismo lugar. No me atrevo a coger nada.
—¿te quedaste dormida?— esta vez, su voz en suave y cálida. Sonrío. Me gusta el gruñón no tan gruñón, de todas formas… yo que él, me voy acostumbrando al sofá.
¿No creo que le moleste que me ponga su ropa o sí? pero, allí ya excedería los límites ¿qué tal si entra a la habitación y me encuentra con su ropa? ¡Es capaz de quitármela! aunque… el que me quite su ropa que traigo puesta, es una oferta tentadora
¡Piyama! Este gruñón debe tener uno, lo usaré yo, ya que él no podrá. Cierro el cajón que abrí hace segundos y abro el tercero ¡Camisas, nuevamente! Todas están dobladas perfectamente, busco debajo de ellas y veo algunas playeras de la misma forma, dobladas. Escojo la última, que está debajo de todas, es de color azul y tiene una frase en frente ‘Without end’ (Sin fin) Cierro el cajón. Voy a la cama, me quito mi vestido de novia, lo dejo en una silla que está cerca del ropero, me pongo la playera del gruñón y como era obvio, me cubre hasta las rodillas.
Regreso a la cama ¡Por fin! Me oculto entre las sábanas, y apoyo mi cabeza en la almohada. Suspiro. Ni si quiera mi cama es tan cómoda como esta.
~*~
Me remuevo en mi sitio y siento algo en mis piernas que me incomodan. Abro los ojos y parpadeo ¿dónde estoy? Pequeños recuerdos vienen a mi mente… mi boda, mi huida, el Central Park, el auto negro, mi zapato… ¡el gruñón!’ Doy un respingo y me siento en la cama. Estoy en su apartamento, en su habitación. Desenredo mis piernas de las sábanas, estiro mis brazos hacia arriba y bostezo.
Restriego mis ojos, quito el seguro de la puerta y salgo de la habitación. Cuando llego a la sala, veo una linda y tierna escena. Sonrío sin poder evitarlo, me cubro la boca antes de reírme ¡Me dan ganas de besarlo!
El gruñón está durmiendo en el sofá, la almohada está en el suelo, mientras que la cobija que le di ayer, le cubre de los pies hasta el cuello y lo único que puedo ver descubierto es su rostro relajado, tan bonito y dulce.
Recojo la almohada y la pongo en mis piernas al sentarme en el sofá de en frente, me detengo a verlo, gracias a él es que pude huir de mi boda y de mi familia. Jugueteo con mis manos y veo mi anillo de compromiso sigue en mi dedo anular, me es inevitable recordar a mi novio, al que solía decirle ‘Te amo’ pero realmente nunca lo hice, tal vez en un principio sí, pero luego, nuestra relación se convirtió en una rutina, en algo tan monótono.
Sin magia, lo único que lamento es haberle roto el corazón de esta manera y haber huido sin darle una explicación.
Escucho un bostezo. Dejo de mirar mi anillo y levanto la mirada
— me duele la espalda…— gruñón ha despertado. Vuelvo a sonreír, es extraño que hace segundos haya estado triste y ahora, al ver a este hombre… me es fácil levantar el ánimo.
Se estira en el sofá. Abre los ojos y nota mi mirada, sus ojos se hacen chiquitos— tú— dice con molestia
–Oh — hago un sonidito de pura ternura – ¿ni si quiera unos buenos días? – le sonrío con gracia
Me mira mal, trata de sentarse — ¡ha!— toca su espalda