Si Fuera Bonita

Capitulo 18

Alma

Pasamos toda la tarde limpiando la cabaña y escuchando música. Cuando dieron las once de la noche caí rendida a la cama mientras que Sara llevaba horas sin despegar la vista de un libro. 

Todo parecía normal hasta que escuche varios ruidos en la parte inferior de la cabaña. Tome mi celular para inspecciónar la hora: era la una de la madrugada y ésto no era normal. Heche un vistazo a la habitación de Sara y me llevé un gran susto al no encontrarla ahí. Pasé por todas las habitaciones pero no encontraba rastro algúno. Las voces aumentaban cada vez más y con todo el miedo del mundo me puse un chaleco y sostuve mi cabellera con una pinza de peinar, para después bajar cuidadosamente las escaleras apoyándome de mi móvil. Estando abajo concluí que las voces venían de afuera, abrí la puerta y al salir caminaba refugiandome en los árboles. Estába como a cinco metros de aquellas dos personas: Sara y Jhon. Ambos bebían champagne y disfrutaban de unas galletas que había dejado en el horno para el desayuno de el día siguiente. Me sentí muy tranquila al saber que se trataba de ellos y no de personas malas y misteriosas, decidí no molestar para no ocasionar problemas y al darme la vuelta noté que mi chaleco estaba atadó a una rama de un árbol seco. Traté de jalarme pero era imposible, no lograba nada, así que me jalonie de una forma tan brusca haciendo que la rama rompiera y saliera junto con ella en dirección al agua. Solté un grito tan fuerte que sin considerar llegaría a más de un kilómetro, voltie la mirada, Sara y John morían de la risa mientras se acercaban a mí con tanta rapidez; yo solo me torne sería, sentía horrible estar con ropa mojada y al mismo tiempo presenciar el viento.

— Alma, ¿Que haces allá? No sabía que te gustaba nadar de noche— preguntó Sara burlonamente, yo solo le hice un gesto de reproche.

—Eso te pasa por ir a dónde no te llaman— sentenció Jhon a lo que yo solo sonreí.

Los tres regresamos al interior de la cábaña y cada quién se quedó en una habitación diferente, pero primero tuve que cambiarme la ropa que pesaba como un kilo. En la mañana me levanté sin encontrar el paradero de los dos bobos, aproveche para desayunar sóla, preparé dos quesadillas, un cóctel de frutas y un jugo de naranja. Al terminar me dirijí al lugar en donde había caído la noche anterior y empecé a reír al recordar todo.

Alrededor de las dos de la tarde, Sara llegó en el auto de Jhon y comenzaron a contarme de su lindo paseo. Varios minutos después Jhon se despidió y prometió visitarnos en está semana.

— ten más cuidado al espiar una situación—  burló mientras yo le daba un golpe en la espalda.

Más tarde mi madre llegó junto a su chófer y otro empleado. Nos tomaron del brazo para dirijirnos al coche sin darnos explicación algúna. Ya estando en la casa mi abuela y tío Erick parecían bastante angustiados, me abrazaron y besaron sin parar, mientras yo respondía sin entender nada.

—¿Que ocurre?— pregunté para terminar con mis dudas

— si digan que ocurré, debe ser algo urgente para que nos trajeran así como así— Interfirio Sara.

—Tu madre recibió una llamada hacé un par de horas, la amenazaron con hacerte dañó si no entregaba una enorme cantidad de dólares, es por lógico que no permitiremos eso, hemos llamado a las autoridades para acegurarnos de que lleguen a los responsables de ésto— respondió mi tío muy preocupado y yo reaccione muy mal, dejándome caer en el sofá tratando de entender todo. Si una persona se acerca a mi para hacerme daño, me moriría del miedo.

—Tenemos que hacer algo, no permitiré que me falten al respeto— dije muy molesta

— Pero claro que no lo harán— sentenció mi abuela— tu tío sé ha encargado de contactar a la policía

— !¿Qué?! ¿Y creen que eso es suficiente? Las malas personas me estarán rodeando por todas partes— reclamé a gritos

— ¡Tranquila! Tengo un amigo muy bueno en protección, es guardaespalda, lo contrataré pará tu bien pero porfavor tienes que aceptarlo— propuso mi tío.

—¡Hay, ya saben que no me gusta que me persigan!— dije muy molesta mientras rodaba los ojos— además ese tal guardaespalda puede estar involucrado en eso

— ¡Hija por favor! Tienes que entender que esto no es un juego, nosotros estamos angustiados y solo es por tu seguridad— convenció mi madre

— Pero, pero mamá que pensarán mis amigas, mis compañeros de colegio— contesté súper molesta

— ¿Amigas? — pregunto Sara— me dijiste que aún no hacías amigas ¡eres una mentirosa!— al terminar sus palabras, Sara subió corriendo las escaleras, dejándonos a todos en completo silencio

— ¡Alma ya estarás contenta! Mira lo que ocacionas— regaño mi madre

— ¡Ah! Entonces yo arruinó todo, ¿Saben que? Hagan lo que se les dé la gana, es más dejen que me hagan dañó— dije muy furiosa mientras subía las escaleras.

Entré a mi recamara con tantas ganas de perderme al encontrar a Sara ahí.

— Escucha Sara, por favor necesito hablar contigo— intenté hacer las pases

— ¡Mejor quédate en silencio! Ya has demostrado tanto, no eres la misma de antes, ya no me tienes confianza y lo peor es que la niña que solía ser respetuosa ahora se volvió un monstruo, !te desconozco Alma!— me grito y salió de mi habitación.

Intentaba procesar todo lo que había pasado, nunca esperé recibir aquellas palabras de la chica que consideró mejor amiga. "¿Por qué había gritado de esa manera a todos?" Repetía una y mil veces en mi mente. Sin duda alguna me había convertido en una bruja sin sentido, mi belleza había quedado en la niñez y ahora solo era fea y torpe.

Me acerque a mi closet, saque una caja de bombones y comencé a comer una tras otra sin parar mientras las lágrimas recorrían mi rostro. Estaba apunto de comer el último bombón cuando el dólor de estómago interrumpió, haciendome escapar al baño y logrando provocarme el vómito, no era la primera vez que ocurría, así que no me importaba nada. Me acerque a mi espejo, cada día engordaba más y más, tenía que hacer algo si no quería ser rechazada en el colegio. Acepté ésto el día que Manuel perdió a su madre, Diana me ofendió he hizo que reconociera lo gorda que estoy.




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