Las palabras se fueron como si el viento las hubiera robado. Me quedé muda y mi mente se emblanqueció, ni siquiera el golpe sobre mi cara fue tan decepcionante como lo que acaba de ocurrir. Me dejé caer sobre la camilla toda cabizbaja y me dejé perder en las baldosas del cuarto. Pasaron segundos eternos y cuando menos lo imaginé, derramé un par de lágrimas. Fue un fatídico suceso en la escala de lo que se formaba en mi interior, pues jamás lo deseé, solo pensé que eran inseguridades.
—Aquí tienes —Murmuró la enfermera.
Levanté el rostro, encontrando un pañuelo al frente de mí. Lo cogí con cierta inseguridad y limpié mis húmedas mejillas.
—Gracias.
—Te untaré algo en tu mejilla para que no se hinche más —Le agradecí con un gesto.
Tomó un pequeño pedazo de tela, humedeciéndolo con pomada y comenzó a untarlo sobre mi pómulo.
—¿Qué sucedió para que llegaras aquí? —Preguntó con preocupación.
—Un chico me golpeó con un balón de fútbol —Le expliqué con la cabeza baja.
—¿Fue el chico que vino contigo? —Preguntó con inseguridad.
Me removí incomoda en la camilla y ella detuvo su labor.
—No, él nunca lo haría —Susurré.
—Era de suponerlo... —Comentó—. Derek nunca lo haría. Él es un chico amable, incapaz de hacerle daño a una chica tan linda como tú.
Pasaron largos minutos, incluso debí suponer que fueron como diez y me digné a hablar.
—Usted no entiende.
—Claro que sí, querida —Sorprendida me quedé fijé en su mirada—. Lamentablemente escuché todo y tengo entendido que esas lagrimas son producto de alguien... —Tomó un largo suspiro—. Déjame decirte que hace mucho tiempo que no lo veo con la mirada tan perdida, incluso más que antes. Es por eso que me preocupa verle así, verlos así... No soy de las mujeres que charla mucho con sus pacientes, pero debo hacerte entender que ese chico capaz de dañar a alguien, su espíritu es bellísimo. —No dije nada y ella volvió a untarme pomada en la cara—. Si quieres hablar conmigo sobre el distanciamiento de ustedes, hazlo. Confía en mí, querida. Confía en la gente.
—No creo que ayude de mucho —Susurré y ella con delicadeza tomó mis manos.
—¿Sabes? Siempre es bueno hablar los problemas. Guardárselo, es lo peor que puedas hacer. Confía en mí, yo no soy como las chicas que te rodean. Soy lo suficientemente mayor para entender que muchas de las personas son malintencionadas. —Ella guardó un poco de silencio y agregó—. Si escucharas todos los rumores sobre él, entenderías.
—Rumores… —Dejé salir aquella palabra y solté un gran suspiro al perderme en la pared—. Ese es el problema, siempre que confío en alguien salgo herida.
—Personas como tú, que buscan volver a iniciar otra vida, son a las que lastiman siempre. Sin embargo, recuerda que cuando un camino llega a su fin, es uno muy diferente el que inicias.
Su mirada trasparentaba dulzura, que una parte de mí me hizo sentir con un poco de seguridad.
—De ciertos rumores una parte de mí me dice que él solo juega conmigo —Murmuré cabizbaja—. Con él siento protección, pero verlo con alguien más sonriéndole es como si yo fuera nadie.
Hubo una leve risa de parte de ella que me dejó consternada.
—Derek ha sido lastimado mucho como para hacer daño a las demás personas que les tiene aprecio. Si tuviste la oportunidad de conocer la dulzura de él, tienes mucha suerte. Muy pocas personas son capaces de conocer ese lado de él, porque puede ser un tanto frio, corrección, muy frio —Las palabras de la enfermera me dejaron suspendida en las nubes, recordando nuestro encuentro—. No confíes mucho en esta gente, algunas chicas son unas verdaderas víboras y no hablo solo de Zara... Son tan malas, que lo único que buscan es dañar a los demás.
—¿Y qué hay del hecho de que me oculta algo? Me lo dijo en la cara y yo no tuve más remedio que aceptar —Suspiré antes de agregar—. Lo único que ahora pasa por mi mente es haber cometido el horrible error de haberme aferrado tanto a él y también de aferrarme a los dichos de los demás.
Tomé mi cabello sin entender todo esto.
—A veces lo que ocultamos no necesariamente debe ser cruel. Te garantizo de que Derek jamás será capaz dañarte, mucho menos a ti. Lo conozco y sé que no es como tú piensas —Arrugué mi entrecejo—. La mejor manera de saberlo es que él mismo te diga la verdad. Mejor ve a preguntarle antes de que sea demasiado tarde.
Sus palabras giraron en mi alrededor como torbellinos de incoherencias.
—¿Cree que sea bueno preguntarle otra vez? —Pregunté con un hilo de voz.
—No se pierde nada —Dice sonriendo—. Más vale la saber la verdad, que morir sin saber de ella… Aquello hasta puede cambiar el rumbo de las cosas.
—Pero sí sucede algo... —¡Dios! Trataba de evadir todo esto, era una chica tan insegura.
—Tomarás la mejor decisión. Vamos, tú puede hacerlo —Tomó de mi mano sorprendiéndome y luego me arrastró hacia la salida como si nada. Abrió la puerta frente de a mí e hizo que saliera—. Espero que lo que tengan tú y él puedan resolverlo, ve a buscarlo y no pierdas el tiempo ya que es muy corto. Yo sé que puedes y no lo dejes sufrir más. Ese chico merece que lo quieran y no que lo sigan lastimando... Ve.