Despierto al día siguiente y tenía cuatro llamadas perdidas de Leslie, es que enserio, me la imagino con una resaca enorme, preocupada de que si paso pena a noche o no. Me levanto con unas lindas ganas de desayunar algo rico, así que me baño y me arreglo para salir. Estaba nublado así que debía apurarme y volver o si no me agarraría la lluvia, los fines de semana los tengo libres, así que, hoy sería otro día diferente.
- Buenos Días Vecina. – Dice por mientras que acomodaba unas cajas en el pasillo. -
- Buenos Días, si me permites necesito pasar. – Digo, apuntado las cajas.
- No, lo siento, no podre darte pase. – Dice poniendo la caja adentro de su habitación.
- Estas bromeando verdad. Necesito pasar, así que, por favor, podrías mover tus cajetas. –
- Podrías esperar un momento, si ves no me falta mucho. –
No digo nada, pero mi cara ya lo decía todo, lo escuchaba reírse, no sabía que le causaba risa y mi barriga ya pedía comida. La verdad es que odio esperar, y ya me estaba enojando.
- ¡Sabes que!, ¡me canse! – Agarro una de las cajetas que estaba en todo el pasillo y la tiro al otro extremo de donde estaban las otras, y patié otras, hasta que salgo rápido de ahí.
- ¡Estas demente!, ¡oye, no me ignores! –
Camino todo lo posible sin caerme de las escaleras, solamente lo escuchaba gritar, era imposible. Salí del hostal y seguí caminando. Me quedaba una cuadra para ir a mi cafetería a buscar algo rico para desayunar, hasta que en medio del camino comienza a llover; increíble cómo es comenzar el día así.
- Por fin... – Dijo agitado, corriendo hacia mí.
- ¡Eres un idiota! – Digo al voltearme y sonríe.
- Ten... - Dijo entregándome su chaqueta. – Lo siento por lo de antes. –
- Sigues siendo un idiota, pero gracias por la chaqueta. –
- ¡Espera, no puedes quedarte con ella! –
Comencé a caminar a la cafetería, sabía que me seguía, así que entró conmigo.
- Marry, ¿qué haces empapada? – Dijo Tris detrás de la caja.
- Eso fue por mi culpa. – Respondió
- ¡Oh, hola! –
- Tris, por favor. – Dije sentándome
- Claro, ya vuelvo. – Dijo con una sonrisa.
Tris, sabía todo lo que me gustaba sin tener que decirle, la amo mucho, ha sido una de las pocas amigas que he tenido aquí, así que eso me pone más tranquila. Por mientras, el individuo estaba apenado por todo lo que había pasado; la verdad yo estuviera igual. La lluvia había bajado un poco, así que todo estaba regresando a su tranquilidad.
- ¿Te comerás todo eso? - Dijo mirando mi plato.
- Si, me encanta los panqueques con mucha miel, lo siento si tienes hambre, me gustaría darte, pero no lo hare. – Sonrió y sigo comiendo.
- Eso es lo que crees. – D
Estaba comiendo tan tranquila hasta que veo que me roban un pedazo de mi panquee.
- ¡Oye eso era mío! – Grito, por mientras que veo que se come un pedazo de mi Panquee.
- Yo también tengo hambre, lo cual sería muy malo que te viera comer algo tan delicioso y no poder compartir. – Dice guiñándome un ojo.
- Está Bien, ganas. – Pongo los ojos en blanco, ya me estaba cayendo mal.
Paso la mañana y todavía no sabía el nombre del individuo, ni el, el mío. Estábamos llegando al Hostal, nos estábamos muriendo de la risa, hablando cualquier cosa que nos pasaron antes, cualquier travesura que pudieran imaginar.
- ¡Daniel! – Dijo una chica rubia, alta delante en su puerta, se hizo un silencio muy incómodo entre ella y nosotros.
- No pensé que me encontrarías. – Dijo nervioso y me miro algo apenado.
- Bueno, yo me voy. – Digo entregándole su chaqueta y la chica me miraba como si, quisiera matarme.
Entro a mi Cuarto y respiro profundamente, me siento tan cansada, así que me di un baño super largo, necesitaba relajarme.
Hoy era Domingo y mis domingos se resumían viendo Netflix o en leer un libro nuevo, pero hoy no fue así.
- ¡Ya voy! - Digo parándome de mi cama, ya que estaban tocando la puerta, así que decido abrir y era él otra vez. - ¿Qué haces aquí? –
- Pues, quería saber si quieres ir por un helado. – Dice algo apenado y sonríe.
- Bueno, la verdad es que me apetece, así que ya vuelvo. Solo dame un momento. –
No me daba pena irme vestida con un buso y un suéter grande de hombre, para mí son pijamas y son más cómodas para mí. Por otro lado, Daniel al final se presentó como debía ser, estaba vestido con un suéter negro, pantalón jean negro también, él era algo simple, todo le caía bien, por lo poco que he visto. la heladería estaba vacía, así que nos sentamos en una mesa al final, no lo conocía para nada, solo sabía que se llamaba Daniel Abellán, que la chica que estaba ahí en la mañana era su ex novia, me contó todo lo que había pasado entre ellos, pero la verdad ¿quién engañaría a un chico como él? Y más con una parte de su familia, con su hermano.
- Pues al enterarme, me di a golpes con mi hermano y me fui de la casa, por eso me encontraste esa noche en el hostal, la verdad quería escapar, y al final ni quiero ser mantenido por mis padres, lo entiendes. -
- Lo entiendo, yo también me fui de la casa de mi hermana, es una larga historia, a veces siento que no soy de aquí, que debería estar en otro lugar. –
- Algún día me lo tendrás que contar, eres muy interesante, hasta con tu maltrato. –
- Eres un idiota. – Dije sonriéndole.
Nos quedamos en la heladería por unos minutos más hablando de las cosas que le gustaba y de lo que me gustaba a mí, su compañía era increíble, tenía esa conexión que nunca en mi vida podría tener con alguien, hablamos de arte y eso de alguna u otra manera nos unió, hasta irnos al hostal.
- Te veo mañana, descansa. – Digo entrando a mi cuarto.
- Me gusto comer helado contigo, espero que se repita. – Dijo con una sonrisa. Y cierro la puerta.
Me acosté y me quedé dormida profundamente pensando en esa conversación, que nunca había tenido con nadie en mi vida.