Termino de bailar con Laurie, estaba demasiado feliz, sentía que no había pasado un año sin estar alejados, respiro y me doy la vuelta, por mientras que él va al baño. Veo que se acerca su madre, como olvidarla, su esencia es única y más con ese vestido azul que la hacía lucir demasiado elegante y sexy, sonrió apenada y ella igual.
- Ya me preguntaba quién era esa chica que se llevó a mi hijo de las greñas. – Por así decirlo, sonrío, y recibo un abrazo fuerte. – Me agrada mucho volver a verte; la verdad es que yo fui quien te ha invitado esta noche. – Me sorprendo de aquella declaración.
- ¿Usted? –
- Si, ven, te lo contare absolutamente todo, pero será en mi oficina. –
Camino con ella agarradas de las manos, me parecían conocidas algunas personas, lo cual era raro. Subimos las escaleras y caminamos hasta llegar a su oficina lo cual estaba lleno de libros, tenía muchos clásicos, quería agarrarlos, pero no me podía aguantar.
- Había perdido en la espera la fuerza de los muslos, la dureza de los senos... -
- El habito de la ternura, pero conservaba intacta la locura del corazón. – Termino y nos sonreímos. – 100 años de soledad, es increíble Gabriel García.
- Igual que Mario Benedetti, como era la frase, del libro La Tregua, no recuerdo... - Dice sentándose en unas de las sillas que está al frente de su escritorio, se veía fascinante metida en sus letras. – Ella me daba la mano y no hacía falta más. –
- Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Mas que besarla... -
- Mas que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa... - Continuo ella.
- Ella me daba la mano y eso era amor. – Escucho decir, me volteo y era Laurie, se acerca a mí, me agarra de la cintura y me pega a él.
- Mi hijo salió a mí, con un enorme corazón y con mi actitud de encantador. – Sonrío y sí que tenía la razón. – Siéntate Marry, Laurie y yo tenemos que explicarte algunas cosas. – Miro a Laurie, y se pone detrás de mí, al yo sentarme, me quito el antifaz y la miro.
- Primero que todo lo siento por la librería, Nona y Robert la cuidaron con su alma y pusieron a cargo a dos personas valiosas a igual que ellos. – Respiro, Laurie me agarra la mano y se sienta a mi lado. – Nunca le prohibí a mi hijo ser libre, a que hiciera lo que él enserio le apasionaba que era la pintura, pero su padre. Su padre era muy diferente a mí, los negocios lo cegaron completamente, acepte irme a Francia con él y sin darme cuenta estaba alejando a mi hijo a ser feliz. –
- Pero desde lo ocurrido, me di cuenta que mi esposo quería meter a Laurie completamente a lo que él hacía, que era lavado de dinero, yo no quería que Laurie se fuera, nunca han tenido una relación de padre e hijo. – Veo a Laurie, que solo mira al piso, le aprieto más la mano, me dedica una mirada acompañada de una sonrisa y me besa la mano. – Pero su padre regreso, ese día del incidente, me levante y lo escuche hablando con unas personas extrañas, diciendo que entrarían a robar a una librería, pero no sabía cuál, hasta que Laurie me llamo diciendo que se había quemado su librería. –
- ¿Qué?, ¿Tu padre lo hizo?, ¿Lo sabias? – Pregunto mirando a Laurie, lo cual negó con la cabeza, su mirada estaba perdida, era la segunda vez que lo veía así, me partía el alma.
- Él no lo sabía, hasta hace una semana que regreso. –
- ¿Es cierto? –
- Claro que lo es, renuncie completamente a mi padre, ya no tenía nada que perder, todo lo que tengo es gracia a mi madre. Esa noche que llegue a casa, madre me conto y lo primero que hice fue ir a contarte, no te encontraba por ninguna parte, te habías ido de tu departamento, fui a la casa de tu hermana y fue ahí donde te vi... - Agacha la cabeza y me suelta la mano lo cual me sorprende, pero se la agarro de nuevo, no podía sentirlo lejos otra vez.
- ¿Por qué no tocaste? –
- Te vi tan feliz con tú bebe y no pude, no... - Lo interrumpo tapándole la boca. –
- No tengo un bebe Laurie. – Veo que me mira extrañado y mira a su madre, lo cual yo me rio. – Creo que te equivocaste amor. –
- No, no lo hice, yo te vi cargando a un bebe en brazos, era de noche. –
- ¿Desde cuando eres un acosador?, y si, te equivocaste, me viste cargado a mi sobrina Alice, la hija de mi hermana; cuando te fuiste solo tenía dos meses de embarazo y nació el día de mi cumpleaños. - Veo que se tapa la cara y niega. – Eres un bobito. – Veo que su madre se ríe y yo hago lo mismo.
- Por eso te he invitado Marry, si no lo hubiera hecho, aquella pésima mujer lo hubiera manipulado. –
- ¿Cuál mujer? –
- Francis... - Lo miro serio y el solo cierra los ojos.
- Aquella mujer de Francia, ¿qué hace aquí? –
- Mi marido la mando, pensando que podría conquistarlo y manipularlo para llevarlo de vuelta a Francia, mi Marido ha hecho demasiados desastres en nuestras vidas, lo cual ya estamos con los papeleos de divorcio, lo que derramo el vaso fue al enterarme de que él chantajeo a mi hijo para que trabajara con él. –
- Por eso me fui el veinte de diciembre, mi padre me chantajeo de que iba a quitarte la librería, que vendería aquella propiedad... Todo te lo iba a quitar si yo no renunciaba a ser propietario de la Liberia, así que por eso renuncie a ella y por eso también me fui. – Lo miro, enserio no lo podía creer. – Me negué rotundamente irme, no quería dejarte, no quería irme de todo lo que amo, tuvimos una discusión muy fuerte hasta llegar a los golpes, y fue ahí donde me chantajeo, por eso me viste con varios golpes en la cara. –
- No sé qué decir, es que ha pasado un año de todo lo ocurrido y la verdad ustedes, ninguno tiene la culpa de lo ocurrido, creo que las cosas pasan por algo no. – Miro a Laurie, lo cual sonríe. – Me di cuenta que sigo amándote con todas mis fuerzas, que te ame a pesar de que estuvieras lejos, de que no hubiera señal alguna, aunque si la había, cada martes me llegaba unos ramos de rosas blancas, pero no tenía ninguna carta, ni una señal de poder saber que eras tú, aunque el corazón me decía otra cosa. – Respiro y es ahí donde siento sus manos en mis mejillas y me besa.