Aquella mañana fue como un remolino de emociones, quise estrellar todo lo que estaba en mi paso, pero no lo hice, me mantuve fuerte como a ti te hubiera gustado. Aquella llamada me rompió al saber la noticia, esa noticia que me decía que ya no estarías más en nuestras vidas.
Como le iba a decir a mis hijas, que te habías ido y que no te volveríamos a ver, por primera vez me habías roto el corazón, porque odiaba la idea de que ya no estarías más a nuestro lado, como iba a despertarme cada mañana sin ti.
Llame a la familia, todos rompieron en llanto, Tris y Leslie estaban devastadas y fueron las que me ayudaron a cuidara a las pequeñas. Fui corriendo a buscarte, pero al llegar y verte ahí acostada, me hizo caer en la realidad y es que no tuve las fuerzas para poder aceparlo.
Te abrace con fuerza, bese tus labios que seguían calientes, tu melena seguía hermosa, tus ojos cerrados, como si estuvieras dormida en un sueño profundo, no podía creerlo, no lo podía aceptar, tuvieron que separarme de ti porque no te quería dejar.
Al llegar a casa vi a mis pequeñas con sus ojitos rojos al verme corrieron y me comenzaron a golpear las piernas, me agache y las abrace, porque sabía cómo se sentían, así me sentía yo, pero ahora, no era el momento de caerme abajo.
Tenías el sueño de ser mamá, de ser la mamá que nunca tuviste y sí que lo fuiste, diste todo por estas niñas, nunca decidiste dejarlas como te dejaron a ti, pero la vida da muchas vueltas y a veces es tan jodido en cómo actúa ella.
Esa noche mi madre se llevo a las niñas, sin reprocho ellas aceptaron quedarse donde abuela, ellas eran como tú, sabían entenderme con tan solo mirarme, le distes magia, me diste el mejor regalo de mi vida y fueron a dos pequeñas hermosas que contenían nuestra luz, las hicimos con amor, las hicimos en el mejor momento de nuestras vidas y nosotros sin saberlo.
Perla y Nieve me acompañaron, no sé cómo, pero fue tan doloroso esa noche y al día siguiente vestí a las pequeñas, era difícil todo esto, ellas se mantuvieron fuerte, me sorprendieron tanto y desde ahí supe que ellas serían las que ahora cuidarían de mí. Las noches seguían, gritaba, me sumergía en el lago para calmar el dolor y el sufrimiento que estaba sintiendo. Fue uno de los procesos más doloroso de mi vida.
Las niñas habían regresado donde su abuela, habían estado allá desde el funeral, madre sabia que necesitaba mi espacio y en la primera mañana desde su regreso, ellas fueron las que me levantaron al ver la mañana con ellas, desayunamos, ellas ahora se bañaban, me decían que era hora de que ellas lo hicieran sin ayuda.
No se si estaba bien verlas crecer tan rápido o que hubieran tomado la decisión de aceparlo tan rápido. Más rápido que yo, pero en esa tarde nos quedamos en el patio y comenzamos a recordarte. Las vi llorar y a la vez sonreír, nos reímos y fue ahí donde supe que ellas siempre te llevarían en sus corazones, te recordaran bonito.
Con el pasar de los tiempos decidí volver a ser profesor de arte en la librería y también el encargado de ella, te puse a lado del retrato de Nona y Robert, todos al enterarse lloraron, como si te hubieran conocido desde siempre y es que en realidad tu no fuiste una persona cualquiera, eras aquella mujer que se tomaba el tiempo de hablar con ellos, de recomendarles el libro que necesitaban en ese momento, te ganabas su amor y cariño, valías oro, sin tu darte cuenta.
Decidimos guardar tu ropa en cajas, tus hijas se quedaron con tus perfumes, tus amigas también se llevaron algunas cosas de ti, todos te amaban, tu padre le dolió y también agradeció, por haber regresado a tu vida y tu perdón fue su mejor regalo.
Recuerdo que en algún momento me habías dicho "Que los pétalos se caen, cuando cada persona te lastima y que con el tiempo aprendes a crecer, a aceptar todo lo que en ese momento ocurrió. Hasta que llegan a crecer nuevos pétalos en nuestro ser." Y si, tenías toda la razón amor.
Aunque con el tiempo nosotros fuimos pétalos caídos, pero era porque los dos crecíamos y dejábamos cosas buenas a nuestro alrededor. Ahora nuestras hijas comenzaban a crecer y con ellas caerán pétalos nuevos, ya sean buenos y malos. Al pasar de los años seguías teniendo la razón, desde que Beatriz tuvo mayoría de edad comenzó a ayudarme más en la librería, fue curioso, porque cada vez que la veía caminar por esos pasillos me recordaba a ti, se enamoró de un tal Tyler, pero sabía que no era para ella.
Y Stela comenzó a estudiar gastronomía, estábamos felices, cenábamos juntos, íbamos a la playa, íbamos a todos los lugares donde tu y yo tuvimos en aquellos momentos y de seguro a unos cuantos nuevos.
No te mentiré a mis cincuenta años sigo amándote como la primera vez que nos conocimos, esa vez que nos quedamos mirándonos en nuestro lago desde ahí supe que te necesitaba en mi vida y es de locos saber que al día siguiente te vería en nuestra librería con aquellos jeans montada en esa escalera.
- Nuestras hijas están grandes, no se en que momento se nos crecieron rápido. – Sonrió, estaba haciendo una tarde hermosa, tenias unas rosas ya marchitadas y heme aquí trayéndote unas nuevas, como a ti te encantaba. – Te amo mi flor, ¿lo recuerdas? – Coloco las flores blancas en aquel pavimento que llevaba tu hermoso nombre. – Siempre serás una Rosa, que florece mil veces, siempre manteniendo tus ramas fuertes, aunque tus hojas se estén cayendo, sobrevivirás las tormentas que sufras, y renacerás en la tierra con dignidad. Siempre serás una flor. Cuando abras tus pétalos hazlo por ti, porque tu belleza siempre será tuya. –
FIN