✔️Hagamos un trato✔️ (12)

Si me quisieras…

Capítulo 12

Hagamos un trato

—Hanna tengo que recuperar lo que escribí.

—Wuao, esto se está volviendo más complejo de lo común. Un hombre despechado puede hacer cualquier cosa con información valiosa en su poder.

Olivia se llevó sus dos manos al rostro y se angustió.

—¿Qué hago?.—le pidió consejo a la rubia.

—ir a su casa y matarlo.

—Hanna…

—Lo siento, solo pedirle el papel y si se rehúsa le dirás que le cortarás el pene.

Olivia la miró nuevamente mal.

—Okey, si él te quiere no te expondrá a nada. Tranquila, solo hay que pedirle la el escrito de la mejor manera.

La muchacha asintió.

Olivia se embutió en el cuarto de su madre, le proporcionó un beso en la frente y le susurró que iba por algo de comida. Mientras que, Hanna encendía el auto.

La rubia conducía fugazmente, como si se tratara de vida o muerte. Olivia solo podía pensar en Paul, y en cómo reaccionaría a leer que había vendido su virginidad. Le daba vergüenza, y más que para él; ella era de alta estima.

Apoyó su cabeza en el vidrió y cerró sus ojos, por décima vez, quiso desaparecer.

Su amiga le observó de reojos, como se retorcía de los nervios.

—Tranquila, todo saldrá bien.—ánimo.

Un gran esfuerzo tuvo que hacer Olivia al recordar el camino de la casa de Paul. Durante dos años de estudio, solo había ido una sola vez. Acto seguido, no tardó mucho en llegar.

Miró la estructura y la magnífica fachada de la casa. Por fuera era blanca, con madera, de dos plantas, y un techo doble agua recién pintado. Era muy hermosa por fuera la vivienda.

—¿Vienes conmigo?.

—No, me quedaré aquí.—expresó su amiga, apoyándose de la puerta del auto.

Olivia se acercó a la puerta. Vaciló antes de tocar, sin embargo, lo hizo.

Una mujer castaña salió a su encuentro. Debía tener unos 45 años. Sus ojos eran verdes, iguales a los de Paul. Y su ropa era muy fina, con lujoso collar de perla que rodeaba su cuello.

—¡Buenas!, ¿se encuentra Paul?.

—Sí, está en su habitación.—respondió la mujer, con una sonrisa en sus labios.

—Puede decirle que, Olivia lo busca.

—Claro… ¿Por qué no entras?.

—Claro.

La muchacha entró a la sala. Y se percató de los lujosísimos muebles, piso de madera, mesas, y todo lo que adornaba el espacio. Se sintió miserable al ella vivir en una casa que se estaba cayendo en mil pedazos.

La mujer subió las escaleras. Asimismo, Olivia trató de congestionar su mente, e preparar una buena explicación.

—¡Vaya, no pensé que cambiaras de opinión!.—articuló Paul, esperanzado.

Su madre caminaba tras él, hasta que le dedicó una sonrisa y se dirigió a la cocina

—Estaré cerca, por si me necesitan.

Olivia suspiró hondo y miró a Paul a los ojos.

—Paul, lamento como te traté en mi casa. No fue mi intención, fue un día muy difícil y complejo…

—¿A qué viniste?—interrumpió el chico. Con sus manos en la espalda.

La chica soltó un bufido. —Paul, te llevaste algo muy persona para mí y necesito que me lo devulevas.

—Comprendo.—hizo una pausa y sacó de su bolsillo la hoja bien doblada.—¿Te refieres a esto?.

Olivia asintió.

El muchacho sonrió y miró a Olivia con desprecio. —No puedo creer que te vendiste por sexo.

—Paul, tú no lo entiendes…—trató de explicar, pero el chico la interrumpió.

—No te da asco. Te admiraba, te quería y eres una zorra, una prostituta barata.

—Tú no lo entiendes, necesitaba el dinero.

—Hay trabajos dignos Olivia, pero elegiste el camino fácil.

Sin darse cuenta, las lágrimas habían abarcado sus mejillas. Se dio cuenta el error que había cometido al desahogarse con un lápiz y un papel.

—P- por favor, devuélveme el escrito.

Paul sonrió y se acercó a su amiga.

—Hagamos un trato.

Ambos se miraron fijamente, y con desprecio soltó.

—Te doy el escrito, si te acuestas conmigo…

Olivia quedó fría ante la propuesta.

<<Acuéstate conmigo>>, era lo único que le resonaba en la mente.

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¿Que piensan de la actitud de Paul?.

¿Que decidirá Olivia?. 

Leeré sus comentarios.

Nos vemos el fin de semana, los amo.