7 meses antes
Salía del colegio tarde como siempre, me habían castigado por haberle tirado una soda a la directora, sin querer obviamente. Miro al cielo y las nubes negras amenazan con que lloverá. Suspiro profundamente y comienzo mi camino hasta mi casa, hoy era mi cumpleaños, el día más feliz de mi vida... si claro. En mi casa estarían todos tristes porque a la vez se cumplirían 13 años, de la muerte de mi padre. Caminando comienzo a mirar las rayas del suelo y a decirme mentalmente que si piso esas mismas rayas pierdo, si 16 años y sigo siendo una inmadura pero, es algo que a todos nos pasan aunque quieran negarlo.
Paro de golpe cuando golpeo mi cabeza con algo blando, mi mente vuelve a la realidad, mis ojos comienzan a recorrer lo que choqué, una persona es lo más seguro. Lo primero que veo son sus zapatillas Nike que lleva… son muy lindas, pantalones de gimnasia azul, algo sucio a decir verdad, remera blanca algo ancha, tatuajes en los brazos, -uy que lindo, tiene un tribal-, cuando mis ojos golpea con su rostro, lo que me llama la atención son sus tatuajes cercano a sus ojos ¿no le habrán dolido?
Sus ojos oscuros no se corren de los míos y eso me incomoda, sus labios oscuros resecos tiemblan y en su frente una fina capa sudor se encuentra.
— ¿Necesitas algo?— su voz es fría, sonrió con labios apretados y levanto hombros, sabiendo que a casa no quiero ir. Con una de sus manos me toma de un hombro y me corre a un costado para dejar el camino libre. Lo veo caminar hasta el borde de la senda y sentarse, yo siendo todo un metiche voy a su lado y me siento.
— ¿Eres de por aquí?— hablo, mirándolo con mi cabeza apoyada en la palma de mi mano, el me devuelve la mirada con cejas fruncidas y suspira. Ok no responderá. —oye mira, yo no quiero ir a casa, no tengo con quien estar ahora, tu, por lo que veo quieres estar solo...
— ¿Eres muy confiada verdad?— su voz ronca, causa que tenga escalofríos, sonrió y subiendo mis hombros asiento tranquilamente. Él pone sus ojos en blanco y vuelve a suspirar cansado. Se levanta de mala gana y comienza a caminar del lado contrario al que vino.
—Oye—hablo fuerte para que me escuche— soy Helene por si te interesa — él gira y caminando para atrás, hace una media sonrisa mientras levanta sus hombros.
—Sedrik— solamente dice y con eso se va rápidamente.
Me levanto de mala gana y limpio descuidadamente la parte trasera de mi jean, veo como el polvo del asfalto comienza a caer, además que uno o que otro envoltorio de caramelos que quedo pegado. Apretando fuertemente la correa de mi vieja mochila camino hasta la casa. No soy la chica que mis tíos y abuela hayan querido... ya a mi corta edad de doce años, me escapaba de la casa para caminar toda la noche y terminaba volviendo cuando el sol comenzaba a salir, a los trece me hice mi primer tatuaje y piercing. El tatuaje cuenta de un corazón y una daga, ese me lo hice en la pantorrilla mientras que al piercing me lo hice en la parte derecha del labio inferior. Mi abuela casi se desmaya al verme así, ese día fue el primero en el que me castigaron... el primero de muchos. Dos meses después me hice el segundo tatuaje, que constaba de una silueta de una mujer desnuda, ese me lo hice en la costilla, dolió como los mil demonios a decir verdad. El segundo piercing vino días después y nuevamente volví a estar castigada mucho más tiempo. Podría estar acá contando cada tatuaje piercing que me hice pero estaríamos mucho tiempo y yo no tengo mucho tiempo. Cuando dobló en la calle de mi casa, me encuentro a mi tía Lena en el porche, sentada con el celular en mano, mi corazón comienza a latir rápido y mis manos a temblar, ya se lo que se vendrá.
—Maldita sea Helene— la oigo decir, pongo los ojos en blanco y resoplo. — hace una hora tendrías que haber llegado ¿dónde has estado?
—Calmate ¿bien?— hablo sin ganas— tuve que quedarme en el colegio— cruzo los brazos, mientras hablo, los ojos oscuros de Sedrik aparece en mi cabeza y muerdo mis labios. -qué lindo era-
—Cambiate ya, que estamos llegando tarde—habla seria, bufo de nuevo, esta vez llamando la atención de ella, que me mira con cejas fruncidas— ¿qué sucede?
—Estoy cansada de no poder hacer nada para mi cumpleaños— si señores hace trece años que no puedo festejar algo por tener que ir al cementerio a ver a mi padre. Ella se rasca la frente y sus ojos se ponen rojos. >>Otra vez no<< grita mi yo interior.
—Mira, te entiendo, entiendo que por esto tu no puedas pasar tranquilamente un cumpleaños pero...
—Pero es mi padre… también muy importante para ustedes y bla, bla, bla—la corto ya sabiendo sus palabras— yo no iré.
—Helene por favor...
—No Lena, por favor tú, dejame ser una adolescente y estar junto a mis amigos festejando...— la escucho reír sin gracia
— ¿Tus amigos?— a… si, ¿conté que no les caen bien mis amigos? ¿No? bueno, gracias a las idioteces de mis amigos, Lena... o era ¿Lauren?, bah, no recuerdo muy bien, bueno en fin, ellos tuvieron que ir a sacarme de la comisaría por estar tomando y haciendo disturbios en la vía pública, mas siendo menor de edad —esos por los que casi mueres atropellada por un camión— a... y eso también, otro tema que no quiero tocar. Giro dejando a Lena hablando sola y me meto a la casa, dejo mi mochila tirada a un lado del sofá y corro a mi habitación, cerrando la puerta con llave. Al rato se escucha tres golpes en la puerta y como quieren mover el picaporte.
—Helene, abre la puerta— ay no, la abuela Eleonor. No respondo, no quiero sus regaños también— Helene por favor…— comienzo a revisar mis redes sociales para distraerme un rato, esto de mi cumpleaños me cansa. — Está bien… luego vendré— su voz es solamente un murmullo. Se me arma un nudo en la garganta y me disparo a abrir la puerta pero es tarde, ya que cuando salgo escucho la puerta de entrada cerrarse. Corro hasta la ventana de mi habitación y puedo ver como Lena sale discutiendo con la abuela. Y como Lauren sale ablando por teléfono. Me tiro en la cama y pienso que hare hoy