“ESTOY LLEGANDO A MI LÍMITE, ¿SABES QUÉ SIGNIFICA ESO?, QUE ESTOY PERDIENDO EL INTERES POR ABSOLUTAMENTE TODO.”
Ya había pasado dos semanas desde que entre a este colegio, nadie me habla, nadie me hace caso, y nadie se fija en mí, excepto por mi hermano que siempre esta atrás de mí, trata de que le hable, no se lo dejare tan fácil, en casa de la abuela todo bien, ayudamos a la abuela en todo, limpiamos su jardín, limpiamos la casa, le hacemos las compras, y digo hacemos por qué Kevin no para de seguirme, ya le había dicho que deje de seguirme pero este se niega aunque lo insulte y todo; no les había dicho, pero mi abuela trabaja como maestra en la facultad de derecho, mi abuelo es carpintero y trabaja con un par de chicos más que lo ayudan y a veces se quedan a cenar o algo.
Ahora me encontraba yendo con mi abuela a su lugar de trabajo, era viernes y no había problema ya que los viernes no solemos tener clase y hoy era un día de esos, Kevin no venía con nosotras asique todo bien, mi abuela me dijo que la fuera a ayudar a organizar unas cosas entonces acepte así despejaría un poco mi mente, aunque suene extraño organizar u ordenar las cosas me ayuda a despejar la mente, como siempre llevaba toda mi ropa de negro, mi abuela me había insistido en que me compraría ropa de color pero me negué diciendo que estaba cómoda con esta ropa y aunque fuera cierto funciono; llegamos y mi abuela bajo primero luego lo hice yo siguiéndola por detrás, el lugar era terriblemente enorme, había montones de personas entrando y saliendo de lugar, los estacionamientos estaban todos llenos algunos se estacionaban afuera del lugar y otros seguían buscando donde estacionarse, algunos chicos y chicas pasaban por nosotros y saludaban a mi abuela y ella los correspondía,
Así hasta que llegamos a la oficina de mi abuela, era todo amplio, limpio y ordenado, no había nada fuera de su lugar excepto en el escritorio, había hojas acumuladas por montones y en diferentes filas.
-Bien, hija, yo iré a dar mi clase y tú puedes empezar por ordenar todo esto, tomate tu tiempo, si alguien pregunta por mí, solo dile que estoy dando mi clase, si quieren llevarse algo dile que valla a preguntarme primero y si no sabes cómo ordenar esto solo vas a mi clase y me preguntas, ¿Está bien? – muchas cosas la verdad, pero las memoricé, asentí con la cabeza, dejo unas cosas en su escritorio y agarro otras y antes de irse hablo. – Puedes sentarte ahí, no te preocupes, tardaré unas horas, si te aburres puedes ir a la cafetería. – Habló rápido para luego salir y cerrar la puerta detrás suya.
Me dirigí a la silla, empecé a revisar todas las hojas las tenía que organizar por clase, curso y lista, “seguramente son las presentaciones y exámenes de los alumnos”, pensé, y así me la pase toda la mañana, organizando y archivando.
(…)
Estaba organizando las últimas hojas cuando abren la puerta y veo que entra mi abuela y me mira sorprendida.
- ¿Los organizaste todos? – Pregunto acercándose a mí.
- ujum – Asentí con la cabeza.
- Está bien hija… puedes descansar… si veo mal, te volveré a llamar – Mi abuela puede lucir tierna y cariñosa, pero ella es muy estricta, si algo no le gusta te lo manda hacer todo de nuevo.
-Bien… estaré en la cafetería – Hablé y salí de la oficina, no sabía dónde quedaba la cafetería, perfecta excusa para poder recorrer la facultad.
Me dispuse a caminar hacia a uno de los lados, tomé el de la izquierda, caminaba tranquila pasando por el frente de todas las clases mirando a los alumnos disimuladamente como hacían sus trabajos, un par de alumnos yendo por ahí, pasé por unas cuantas salas más y vi la cafetería a lo lejos, caminé tranquila hasta llegar a ella, me puse en frente del mostrador.
-Buenos días… quisiera un helado de mburucuyá por favor. – Pedí amablemente a la chica en el mostrador me miró por unos segundos y luego se fue a traerme mi pedido y me lo dio, page y me dio mi reembolso y salí de ahí, me senté en una de las tantas bancas con mesitas del lugar, oigo como suena el timbre, supongo que el receso para los estudiantes, y efectivamente así era por qué a los minutos aparecieron alumnos y alumnas, solo comía mi helado tranquilamente hasta que me interrumpen.
-Hola preciosa. – Dice un chico alto rubio ojos color marrón y ropa no tan ajustada y viene con otros tres chicos junto con él. - ¿Puedo sentarme junto a ti? –
- ¿Acaso la silla tiene nombre para cada quién? – Pregunto obvia y el suelta una pequeña risa. - ¿Qué es lo gracioso? – Pregunto enarcando una ceja.
- No es nada. – Dice sentándose y sus otros amigos lo siguen, sigo comiendo mi helado. - ¿Qué comes? – pregunta de la nada.
-Helado –
-Hola, ¿Cómo te llamas?, me llamo Alex – Dice otro chico y lo miré sin ningún interés.
-Jemisha – Habló cortante.
- Bien Jemisha, ¿Quieres ir con nosotros a la cancha de futbol? – Pregunto un chico rubio
-No puedo – Digo.
- ¿Y por qué? – pregunta el mismo chico.
-Por qué no les interesa, y si no tienen nada más para decir pueden retirarse, o mejor… - Me levanto del mi lugar. –Yo me voy. –
-No te vallas, solo queríamos invitarte a nuestro juego. – Dice el chico llamado Alex, suspiro y me vuelvo a sentar. - ¿De dónde eres?, nunca te había visto por aquí. –
-No entro en esta facultad, aún voy al colegio, vine por qué mi abuela me trajo. – Hablé rápido comiendo mi helado ellos solo me miraban como si nuca habían visto comer a nadie un helado.
- ¿Y quién es tu abuela? – Demasiadas preguntas.
-La profesora Jemisha, adiós, tengo cosas para hacer. – me levanté del lugar y me fui antes de que pudieran decir algo.
Sí, mi abuela se llama igual que yo, o, mejor dicho, yo me llamo como ella, ella es la que me puso mi nombre junto con mi mamá, la verdad no sé por qué me pusieron el mismo nombre que ella, pero así estoy bien.