Capítulo 11:

“CUANDO ALGUIEN TE CUENTE SUS PROBLEMAS, NO SIGNIFICA QUE SE QUEJE, SI NO QUE CONFÍA EN TI”

Después de haber contado toda mi historia a mis abuelos y Kevin, fuimos a casa en silencio nadie hablaba, cada uno miraba por el lado de su ventanilla, me coloque de nuevo la sudadera y seque las lágrimas que tenía en la cara.

Llegamos y todos bajamos del auto y entramos a la casa, no dije nada y subí a mi cuarto, cerré y tranqué la puerta para que nadie me molestara, ya se estaba oscureciendo, con cuidado busque ropa en el armario, lágrimas volvieron a salir de mis ojos al recordar todo lo que me hiso sufrir ese maldito.

Tomé mi ropa las coloque en mi cama y me entre a bañar, dejo que le agua fluya por mi cuerpo llevando con ella toda la suciedad que esos hombres dejaron en mi cuerpo, lavo mi cabello, cepillo mis dientes, al salir de la duche limpio mis dedos de las manos y pies, me coloco la crema que siempre está en mi bolso para que no se noten los moretones o heridas, reposo en mi cama unos minutos para que se seque la crema que me puse en todo el cuerpo, me levanto y me visto, regreso de nuevo a mi cama, me coloco en una posición fetal, ocultando mi rostro entre mis rodillas, me siento sucia en este momento, me siento asquerosa, débil, estúpida y una perdedora, creo que no podre soportar por más tiempo así, por qué todo me tiene que salir mal, por qué siempre soy la única que llora, por qué soy la única a la que todos rechazan, también tengo sentimientos, también me duele que hablen mal de mí, me duele que todos tengan personas con la cual pasar sus momentos felices y tristes, duele saber que nadie te acompaña ni acompañara, que nadie estará a tu lado por el resto de tu vida, me duelen las manos, me duelen los pies, los brazos, el estómago, mi espalda… me duele mi vida, me duele seguir viva.

Con la mente en blanco me levanto de mi cama, a pasos lentos me dirijo al baño, me acerco al pequeño espejo que está pegado por la pared, abro la pequeña puerta que tiene, de este saco la rasuradora que tengo y la tiro fuertemente en el piso haciendo que se rompa en pedazos, veo a donde se fue la cuchilla, me acerco lentamente y la tomo con mis manos que están temblando, miro arriba cerrando los ojos y suspirando, aún con mi cabeza asía arriba levanto mis manos y la que tiene la cuchilla lo acerco a la otra, lo coloco sobre mi muñeca, estoy llorando a mares en este momento, y cuando iba a cortarme suena mi celular distrayéndome, dejo la cuchilla sobre el lavado y salgo del baño, trato de secar mis lágrimas, pero me es imposible, con las manos temblando tomó mi celular, es un número desconocido, pero aun así decido responder, descuelgo el celular y lo acerco al lado derecho de mi oído.

-Hola…? – Hablo despacio.

- ¿Jemisha? – Mis ojos se sobresaltan, mi garganta se vuelve seca y mi voz se fue, no sabía que sentir en ese momento, la persona menos esperada me estaba llamando, pero también la persona que más eh extrañado.

-…E-evelin…? – mi voz sale despacio, no puedo hablar por las lágrimas que salen sin parar.

-Hola!!, Jemisha!! ¿Cómo has estado?, ¿Qué haces?, ¿Estas bien ahí? – Trago grueso.

-…Eh...? …S-si… Estoy… B-bien… - Miento.

-Jemisha… No mientas, se escucha y se siente que estas llorando… Dime que pasa. – habla gentilmente.

-Y-yo… - Tartamudeo. – No… no estoy bien – Lloro más fuerte y me recargo en la pared. – Me siento sola, me siento un fracaso, me siento débil, desde hace dos días que me está yendo todo mal, me golpean en el colegio, luego escapo de casa para evitar las preguntas, pero me pierdo, luego de eso me violan de nuevo, y ahora estaba a punto de quitarme la vida, desde que tengo doce años toda mi vida ha sido una mierda, tengo miedo, y no sé qué hacer, quisiera abrazar a alguien, quisiera ser feliz al menos un día, y no perderme en las paredes de mi corrupta mente que me está matando de a poco… Quisiera ser otra persona, porque todas las personas que pasan en frente de mí tienen su vida perfecta, nada me sale bien… ¡Quisiera no ser yo!... – Lloro más fuerte, con mi mano libre sostengo me cabello, me resbalo hasta quedarme sentada por la pared.

- No pienses así, no estás sola, yo y mi hermanito estaremos para ti, no te quites la vida por qué hay personas que te quieren y quieren lo mejor para ti, no veas el lado malo de las cosas si no las buenas, no intentes cambiarte por qué eres única, yo siempre estaré para ti, de eso no lo dudes. – La interrumpí.

-No prometas cosas que no cumplirás, Evelin, a mí siempre de niña me dijeron que estarían para mí apoyándome y donde crees que están esas personas, no te aferres a mí, tengo miedo de lastimarte a ti y a tu hermano, tu eres y serás feliz por el resto de tu vida, no dejes que tu hermosa sonrisa se valla por estar a mi lado que solo doy pena y hago que todas las personas me odien de alguna manera. – Hable un poco más calmada.

-Claro que no te dejare, eres mi única amiga, me aferrare todo lo posible a ti para no dejarte ir, no importa si salgo lastimada, tú me protegiste en algunas ocasiones y ahora me toca a mí protegerte y te apoyare… Ya no llores más, todo saldrá bien, yo sé que eres más fuerte de lo que todos piensan, tu solo sigue adelante y no mires atrás, atrás solo están el pasado y las heridas y las heridas se curan con el tiempo y yo seré la venda que te protegerá de que infectes por los malos recuerdos, tu eres importante para mí – sonríe por lo bajo – y por supuesto para mi hermanito tú te volviste en alguien el cual él jamás olvidara, siempre pregunta por ti, ahora que conseguí tu número apuesto que me pedirá que te llame todas los días, tu eres su vitamina, tampoco se quiere sacar la sudadera que le regalaste, es su más preciado tesoro. – Habla y al otro lado se escuchan pequeños pasos, la verdad tiene razón, tengo que seguir adelante, no me puedo aferrar a las cosas del pasado, tengo que conseguir mi felicidad y lo aré.