Rico, muy rico... hace mucho mi cuerpo no había descansado sobre una cama tan espléndida y cómoda que mi cuerpo pareciera estar sobre suaves plumas blancas.
No quería levantarme debido a la suavidad y en cambio me dí la vuelta para quedar boca abajo y seguir de vago. Pero en segundos el frío se empezó a colar por entre mi ropa, la cual consistía en una simple camisa blanca de botones que me quedaba exactamente al final de las nalgas.
Me desperezé estirando mi cuerpo para luego bostezar y abrir mis ojos.
No puedo evitar voltear mi mirada a Tae, quien estaba sentado a mi lado con una pícara sonrisa. Parece que llevaba horas allí mirando como dormía, y eso me asustó un poco más.
-¿Dormiste bien?
Observé el lugar con un poco más de atención, para luego verme a mí. Se supone que me dormí desnudo...
De inmediato lo miré alarmado, pero él estaba tranquilo. Vestía una camisa cencilla de color blanco con una cremallera plateada en la parte del cuello, la cual estaba metida dentro de su pantalón de cuero. Su cabello algo despeinado pero no se veía mal.
- Si... muy bien, de hecho- hize una pequeña pausa, pero enseguida abrí mi boca para preguntar algo sin embargo él se me adelantó.
- Vamos a comer precioso, debes tener hambre.
Me iba a negar. Claro que SI, necesitaba respuestas, pero un crujido de mi estómago me hizo aceptar la invitación. Asi que le seguí, y ya afuera de la habitación cruzamos un pasillo con las paredes tapizadas del más obscuro azul. Habían cuadros grandes con dibujos extraños en ellos, mesitas con floreros y vasijas las cuales lucían exóticas. Hasta el suelo estaba perfectamente cubierto por una alfombra impecable y justo en el techo, unas extrañas lámparas de color amarillo iluminaban el pasillo.
Quiero aclarar que, el que no esté corriendo ahora mismo para escapar, es debido a que tengo mucha hambre, y la casa de Tae me intriga.
Este era el verdadero Tae. La verdad si lo había visto como muy "dedo arriba", pero no me imaginé que lo fuera TANTO.
Dos jovencitos muy ilustres nos abrieron las puertas de par en par, para ingresar a lo que sería el comedor. Pero más parecía la casa de un poderoso rey de la edad media sin exagerar ni un poco. Y yo como buen humilde que era, por no decir pobre, abría mi boca contemplando embobado todo lo que nos rodeaba.
En el centro, la larga mesa contenía miles de manjares que juro no haber visto o probado nunca en mi existencia.
Cabe resaltar que no habían mujeres, sólo hombres uniformados los cuales nos atendían sin mirarnos a los ojos. Parece que Tae era imponente y de aura fría... aunque ese no era el Tae que había conocido anoche.
Anoche...
"Mi pequeño lirio. Tan delicioso, joder. ¿Te gusta que te lo haga asi? ¿Más, más? Oh, pero si te encanta, ¿ amor mío? Si, te fascina mi cuerpo, admítelo. ¿Asi está bien, verdad? No quiero romperte. Trágatelo, dale bebé, esto todo tuyo. Uffff, no me mires asi, te lo ruego, no me hagas esa cara. Jimin-ahh... ¿No puedes hablar? Mmm? Dime algo. Te lo ruego, tus gemidos van a acabar con lo poco de cordura que me queda. ¿Asi, asi? Dios, mírate precioso, lleno de mi dulce esencia. Dale, pruébala. ¿Está rica? Claro que si, goloso, pero tú estás aún más delicioso. Mírate como te retuerces bebé. Shhhh, cálmate, respira bebé. Ohhh, ¿Quieres más? Jaja, precioso, tenemos todo este tiempo, para hacerlo cuando quieras precioso, tenemos toda la eternidad y aún en el infierno, te seguiré reclamando como MÍO Jimin Park. Mío y sólo mío, precioso. Eso es, duerme, duerme mi amor. No me dejes corromperte más. Asi, duerme...
- ¡Mierda! - maldije al recordar absolutamente TODO lo que había pasado. Mis gemidos, los besos de Tae, como me tomaba, sus PALABRAS Y...!
- ¿Pasa algo?- el chico frente pero lejos de mí, al otro extremo de la rectangular mesa, me observaba. Su ceño, fruncido.
- N-no. N-nada Tae- me puse el pañuelo sobre los muslos para tapar aunque sea otro poquito mi piel. Me daba vergüenza andar asi.
- Bueno, adelante. Todo esto lo pedí para tí.
Yo me sentí como una Cenicienta, pues me daba pena ser tratado asi, pero si él insistía...
Miré los platos con codicia sin saber cual de todos escoger, tratando de comer lo más educado posible en tanto el señor refinado sólo tomaba vino.
Sostenía la copa entre sus largos dedos en una pose de superioridad sin perder detalle ni un segundo de lo que yo hacía y de vez en cuando esa lengua pecaminosa se asomaba para mojar sus rosados labios.
- ¿La comida es de tu agrado?
Asentí enérgicamente como un niño pequeño, metiendo otro pedazo del dulce y esponjoso pancacke que me estaba embutiendo. Parece que a él le causaba gracia verme asi, y hasta sentía placer de sólo hacerlo.
Dios... este hombre.
No, no, no y no. Yoongi es mi príncipe.
- En un momento vamos a salir, asi que...
- ¿A donde? No creas que porque me diste la mejor cogida de la vida...- Jimin estúpido.
Estúpido, estúpido, tonto, pendejo, gilipollas, deserebrado...
Tae sonreía como un narcisista super complacido y yo maldecía por no pensar antes de abrir la puta boca.
- ¿Realmente lo fue?
- L-lo que quiero decir e-es, ee-es que-
- No te apresures. Te lo diré todo en un rato.
- No -Me limpié los labios como pude- dime ahora. ¿Sabes lo extraño que es, que un amigo de hace muchos años aparezca como si nada y te secuestre?
- Vale, tienes toda la razón. Pero no creo que quieras quedarte con Yoongi después...
- ¿Después...?
- Después del regreso de Charlotte.
Bajé los codos de la mesa adoptando una posición rígida en tanto mis ojos observaban por lo bajo con tristeza sin poder asimilar lo que ocurría, pues no creía en sus palabras. Yo era el tipo de personas "posteriori", osea que no le iba a creer hasta que lo viera con mis propios ojos. Me mantuve en silencio, pues no parecía haber mentira en sus ojos, sin embargo...
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Editado: 27.05.2020