Narra Jeilana Ríos
Al bajar del avión y llegar a la sala de espera me encontré con mi madre, con una enorme sonrisa inborrable en su rostro.
— ¡Jeilana!, que gusto volver a verte hija — me abrazo y yo respondí gustosamente
— Igual mamá, te extrañe mucho — después de estar un buen rato abrazadas subimos al carro y fuimos a desayunar para después ir a casa...
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Después del delicioso desayuno, nos fuimos a casa
— Wow, todo está igual como lo deje —
— Sí hija, quise dejar todo igual para cuando volvieras tú —
— Gracias mamá. Bien, ahora iré a dormir un poco, estoy demasiado cansada —
— Esta bien hija, yo de mientras prepararé la comida —
Subí a mi habitación y todo estaba exactamente igual a como lo había dejado, mi hermoso cuadro de la torre eifell en la pared de mi recamara, todo estaba limpio y ordenado... los recuerdos me llegaban a la mente de cuando llegaba llorando de mi escuela, totalmente destrozada, me refugiaba en Pipo, mi osito de peluche que por cierto aún estaba ahí, a él le contaba todas mis penas y tristezas ya que mi madre me dejaba sola en todo el día por irse a trabajar, no la culpo, de todos modos yo ya tenía 12 años ¡Estaba grande! [Sí ajá como no]. Aunque me gustaba demasiado ese chico... no dejaba de hacerme daño y no físico si no mental, todos los días evitaba derramar lágrimas pero era imposible.
— Hija ¿Puedo pasar? — me dijo mi madre después de tocar la puerta
— Claro que sí mamá. Pasa —
— Hija mía, me vas a matar —
— No. ¿Qué pasó? —
— Me acaban de hablar de la oficina, me dijeron que me necesitan ahí urgente, lo siento muchísimo — me dijo mi madre con cara triste
— No te preocupes mamá, es trabajo, sé que no me dejarías sola solo porque tu quieres — le sonreí
— ¡Gracias hija!, muchísimas gracias por entender — y me abrazó. Un abrazo cálido que no había recibido por parte de mi madre en 5 años.
Después salió de mi cuarto y no desempaqué, me dava flojera. ¿Qué si soy perezosa? Sí... lo soy, soy la persona más perezosa del universo y también la más desordenada.
Cuando escuché partir el carro de mi madre bajé a la cocina para hacerme de comer, me muero de hambre.
Habrí el refrigerador y vi muy pocos alimentos, solo había galón de leche y varias frutas, no había prácticamente nada. Bien creo que me toca ir de compras.
Me va a tocar ir caminando, ¡No puede ser!, pero tampoco puedo quedarme aquí sin hacer nada así que ¡Será caminado! ¡Yupi!, noten mi sarcasmo. Pero estos zapatos me están matando, me iré a poner unos tenis, los típicos.