Capítulo VI

Tú, me has enseñado que, aunque se tenga miedo, hay que luchar. Que la vida se ha de afrontar. Que las miradas dicen lo que los labios callan, y que el amor es amor cuando se siente de corazón. Gracias por regalarme todos y cada uno de los días esa maravillosa droga llamada esperanza y esa maravillosa sensación llamada amor.

El día que el cielo caiga – Megan Maxwell

-Tengo miedo. - ¿a qué le tienes miedo? – es que aún no he conquistado al mundo. - ¿por qué no lo has hecho? – aun no lo intento. - ¿Qué estas esperando? – es que tengo miedo de no ser lo suficientemente buena como para impresionarlos.

- pero, si eres la persona más extraordinaria que conozco, de seguro todos quedaran encantados contigo. – Dices eso, porque no me conoces realmente, la persona que ves no me representa, representa el deseo de los demás, es lo que me enseñaron toda la vida, a suprimir mis deseos para vivir el de los demás.

- ¿de qué estás hablando? – no te has dado cuenta que la mayoría de nuestras decisiones son impulsadas hacia la corazonada de que es lo correcto y no del reflejo puro de nuestros deseos, porque tenemos miedo a que estemos errados, tenemos miedo de desafiar las reglas y de ser expulsados; no sé si tu vida es de esa manera, pero, la mía siempre ha sido así.

- Si detestas esa vida, ¿por qué no la cambias? – No puedo hacerlo, es que tengo miedo; soy como aquel pequeño elegante llevado al circo que tantas veces intento romper sus cadenas en vano, pero, ahora siendo más grande y más fuerte que las cadenas, se ha resignado a la cobardía por que le han enseñado que todos los intentos de libertad son inútiles.

- No tengas miedo que aquí estoy para levantarte las veces que haga falta, para arroparte en los días de frio, para darte de beber cuando tengas sed, estoy aquí para ser tu apoyo y escudo en esta lucha, estoy aquí para amarte toda una vida y las vidas que hagan falta para que conquistes el mundo como me conquistaste a mí.

- Le he preguntado tantas veces al cielo, que fue lo que hice para recibir tanto amor. – Simplemente amarme tal y como soy. – Tengo miedo de esta vida y de este amor, de la vida porque aún no la he conquistado y de tu amor que me ha conquistado, después de todo el conquistador ha sido conquistado por unos hermosos ojos azules que le recuerdan al mar, que le recuerdan al cielo; porque en esos ojos azules puede navegar sin rumbo y volar hacia el infinito. Quisiera no tener miedo para aventurarme en ellos.

- La valentía no es la ausencia del miedo, sino del conocimiento de que hay algo más importante, de seguir caminando cuando todas las luces se han apagado y que las fuerzas abandonen de tu cuerpo, el cansancio y el miedo son temporales, pero, la satisfacción de haberlo hecho será eternas.

- Sigo caminando a pesar de que mis pies duelan, estoy caminando siempre en la dirección equivocada. – Entonces, cambia el rumbo de tu caminar. – pero, no sé a dónde ir, estoy pérdida con el mapa en las manos.

-Ve al lugar en donde eres feliz. – hace tiempo que no conozco a la felicidad, hace tiempo que me olvidado su rostro, no importa al lugar donde este, mi deseo más profundo es causar una venerable impresión, que todos los que me conozcan se sientan ensalzados y los que oigan de mí, tengan deseos de conocerme. Las personas pueden olvidar lo que dijiste o lo que hiciste, pero, nunca olvidarán lo que les hiciste sentir.

Quizás por eso somos incapaces de olvidar el amor de nuestras madres, ese amor tan puro y verdadero, que nos protegió a pesar de ponerse ellas en peligro. Ese amor que nos llenó desde pequeño y que nos acompaña donde quiera que vayamos, ese amor que los cosió unas alas, pero, con el tiempo y el miedo quedan atrofiadas, nunca aprendemos a volar.