—Era el día de mi cumpleaños. Ya sabía como iba a iniciar la conversación, le haría recordar la loca propuesta que me hizo hace años, me refiero a la de ir a su casa un sábado para tener una aventura, le contaría por qué no llegué a ir. Según yo, ese sería mi gran día. Y ahí lo tenían entrando con Charlotte, presentándola como su enamorada.
Sara no podía fingir que estaba contenta, tampoco se mostró molesta, pero su rostro mostraba incomodidad y como nunca, no hablaba nada. Álvaro se dio cuenta y se la llevó por unos minutos al cuarto que servía como biblioteca. Le preguntó si estaba molesta por la presencia de la joven. Ella le dijo que no le molestaba su enamorada, si no el hecho de que no supiera nada sobre su existencia, pues supuestamente son amigos y se cuentan todo. Ante ese reproche, Álvaro le explicó que todo había sido muy rápido. La acababa de conocer en el último fin de semana en la casa de playa de un amigo del colegio. Ella era la prima de este amigo, luego de bailar y hablar un par de horas terminaron besándose y sentía que debía intentar estar con ella, pues no quería tener como una simple aventura a la prima de su amigo, no se sentía bien con ello. Obviamente Sara, desistió de confesarle lo que sentía y actuó de la mejor manera.
—Al mes comencé a salir con un compañero de la clase de Investigación III. Camila ya no compartía ninguna clase conmigo, le había dejado un mensaje por su cumpleaños, jamás me respondió, con Álvaro todo iba bien, pero como era de esperar, ahora su tiempo libre lo destinaba a ella, y conmigo era un par de llamadas en la noche de vez en cuando. Sergio de cierta manera llegó a ocupar los vacíos dejados por ellos y me hacía sentir menos sola.
—Sí me acuerdo de Sergio, era quien a veces te recogía de la editorial, en la época que nos conocimos. —dijo Ana.
—Ese mismo, nuestro final no fue tan bueno como hubiera querido.
Sergio aprovechó que aún le faltaba dos ciclos para terminar la carrera, así que decidió inscribirse a un intercambio estudiantil en una universidad de Brasil. Cuando Sara se enteró de esa noticia, quiso finalizar la relación, pues no creía que se mantuviera a través del tiempo y con la distancia de por medio. Él, insistió en que sí podían lograrlo, y ella terminó cediendo. En agosto fue a despedirlo en el aeropuerto, en verdad lo quería, no tanto como a Álvaro, pero lo quería. El día de cumpleaños de Sergio, quiso darle una gran sorpresa trató de ahorrar para viajar y verlo, sin embargo, el dinero que había ahorrado no le alcanzó y debió conformarse con una cita por Skype. A la hora que había quedado no estaba, lo esperó más de una hora y nunca se presentó. Lo llamó a la pensión donde se hospedaba una y otra vez y cerca de la medianoche le pasaron la llamada a su dormitorio y quien contestó fue una joven, ninguna de las dos entendió a la otra. Sara no sabía portugués y al parecer la joven al otro lado del teléfono no sabía español. No necesitó hablar con él, su sexto sentido se lo dijo, había iniciado otra relación y como era predecible no tuvo el valor de acabar primero. Él tampoco la llamó para explicarle nada; claro, porque era consciente de que no existía justificación alguna para mentir. No podía dormir, le dolía mucho el engaño, la burla. Se sentía profundamente decepcionada, no era el amor de su vida, pero qué engaño no duele. Le dio las cuatro de la madrugada y no había cerrado sus ojos ni diez minutos. Llamó a Álvaro, por llamar y para su sorpresa, inmediatamente escuchó un hola al otro lado del teléfono.
—¿Qué pasó?
—Cálmate, nada grave. Solo me sentía mal, mi relación con Sergio se acabó.
—Voy para tu casa, te aviso cuando haya llegado para que salgas.
Le contó absolutamente todo. “No entiendo por qué no tienen el valor de acabar con las relaciones si dejan de querer a la otra persona” —Le decía una y otra vez Sara a Álvaro. Él solo asentaba la cabeza y decía: “Tampoco, yo, lo entiendo”.
No eres la única que terminó una relación. Yo también lo acabo de hacer. Sara se quedó muy sorprendida, pues pensaba que él mantenía una relación perfecta con Charlotte y estaba más lejos de la verdad. —Relación perfecta con ella, no sabes lo que dices, mis últimas semanas con ella fueron un verdadero infierno—. Lo llamaba en la mañana, en la tarde, en la noche. Se molestaba si iba a una reunión solo, no importaba si era de sus amigos del colegio, de la universidad o del trabajo; creía que debía asistir siempre con ella o simplemente no ir. Había ido a su casa y se presentó sola como su pareja. Le agradó a su madre, pues le llevó su pastel preferido y un libro (sabía que a su madre le encantaba leer), Charlotte, además de bella, tenía temas de conversación y tenía muy buenos planes para el futuro, qué padre no quiere una pareja así para un hijo. El problema es que ella asfixiaba a Álvaro, invadía su espacio, lo alejaba de sus amigos, pues en cierto punto, dejó de agradarles al verla tanto en reuniones que solo ellos estaban y querían privacidad para contarse sus cosas, privacidad que perdían cuando ella estaba. Los que eran amigos de Álvaro desde niños, le pidieron que no la lleve, y para evitarse peleas con ella, dejó de ir a las reuniones. Muchas veces Álvaro le dijo las cosas que no le agradaban, y el mensaje le entraba por un oído y salía por el otro. La gota que derramó el vaso fue su aparición en el cumpleaños de su mejor amigo; él le ya le había dicho claramente que no asistiera pues aprovecharían para hacerle la despedida de soltero. Una vez más a ella no le importó y fue. Álvaro finalizó la relación, mas ella no quiso aceptarlo y por eso fue a su casa a ver a su mamá, creyendo que así que él se retractaría. Fue todo lo contrario, con ese acto, él confirmó que debía alejarse para siempre de ella.