Siempre has sido tú

Dolorosamente maravilloso

DOS AÑOS DESPUÉS

Miré la pantalla del portátil y mi ritmo cardíaco se aceleró. Ahí estaba el aviso que tanto había esperado: al fin habían publicado los resultados.

Nos pedían que ingresáramos al sistema para corroborar que todo estuviera correcto, pero yo tenía miedo de encontrarme con algo que no me gustara. No quería ver la nota de la asignatura que más se me había dificultado, así que me encontraba tensa y preocupada. Mi rendimiento no había sido el mejor durante estos meses, tenía que aceptarlo, así que había una gran probabilidad de que mi calificación no fuera la mejor, y si ese era el caso, sabía que no pararía de torturarme y reclamarme a mí misma por no haber puesto más empeño.

Exhalé un suspiro tembloroso y escuché a Levi reír a mi lado. Lo miré con molestia. Parecía estar burlándose de mí.

—¿Qué? —pregunté. Él rio al escuchar mi tono alterado.

—Nada, solo pareces nerviosa. ¿Estás bien?

Señaló mi oreja con un movimiento de barbilla y me di cuenta de que jugaba con mi lóbulo de nuevo. Era un tic nervioso que tenía y del que no podía deshacerme. Rebotaba mis rodillas arriba y abajo y comenzaba a masajear mi oreja sin ser consciente. De inmediato detuve el movimiento. Coloqué ambas manos sobre mi regazo y apreté los puños, al igual que la mandíbula.

—Estoy bien —mascullé. Su sonrisa me dejó ver que no me creía.

—Te irá bien.

Lo miré con sorpresa.

—¿Cómo…?

—Te conozco.

Una sonrisa se escondió en sus ojos brillantes. Esas arruguitas que se le formaban alrededor de los ojos cada vez que sonreía —y la manera en que estos se volvían dos delgadas rejillas— me volvían loca. Me hicieron perder la razón la primera vez que las vi, y aún tenían ese poder sobre mí. Y ese efecto sobre mí no parecía que pudiera desaparecer pronto.

—¿Y por qué estás tan seguro?

—Porque vivo contigo. Sé cómo eres y he visto cuánto te exiges a ti misma. Tu mente suele desarrollar los peores escenarios y eso te mantiene tensa. A estas alturas ya deberías saber que nada es tan malo como lo es en tu imaginación, así que tranquila, ¿sí?

Me regaló una sonrisa reconfortante y yo le devolví el gesto.

—Gracias. Lo intentaré.

Inspiré y exhalé en un intento por relajar mis nervios y Levi se acercó más a mí. Su hombro tocó el mío y aquel simple e inocente roce elevó mi temperatura hasta sofocarme el rostro. Fijé la mirada en mi laptop otra vez en un intento porque él no notara mi turbación, sin embargo, cuando sus labios se acercaron a mi oreja y su aliento me acarició la piel, todos mis vellos se erizaron. Escuché cómo abría los labios para decir algo y un débil suspiro se me escapó cuando estos me rozaron la oreja.

—Te apuesto lo que quieras —susurró— a que tendrás la nota más alta.

Se alejó tras decir esto y sentí la piel del cuello y la mejilla enfriarse poco a poco, pero podía asegurar que mi rostro era el mismo reflejo de una manzana. Asentí hipnotizada sin despegar mi vista de la pantalla frente a mí y, distraída, pinché el enlace para ver mi nota.

Ni siquiera noté que Levi se ponía de pie. Una nueva pestaña se abrió en el navegador y mi atención se concentró por completo en el resultado frente a mis ojos. Parpadeé un par de veces, me tallé los párpados, acerqué mi rostro al portátil, pero el resultado no varió.

Ahí estaba, la nota más alta.

Miré hacia Levi al notarlo de pie frente a mí y me encontré con una amplia sonrisa. Por alguna razón, me pareció que se burlaba de mí.

—¿No deberías estar en el gimnasio? —pregunté. Aquello le hizo reír.

—Ya me voy. Vuelvo pronto, no me extrañes mucho.

Tomó un bolso deportivo que no había visto y se acercó a besar mi frente. Me frustraba que todavía tuviera esos gestos tan dulces conmigo aun cuando sabía lo mucho que me atraía.

—No te preocupes, no lo haré. —Intenté fingir indiferencia, pero estoy bastante segura de que no lo logré. El amor que le tenía se me notaba en cada gesto y mirada.

Su risa fue lo último que escuché antes de que la puerta se cerrara.

Aproveché el tiempo que tuve para intentar estudiar, pero cuando Levi volvió un par de horas después mi concentración se fue al carajo. Su cabello estaba húmedo tras haberse ejercitado y se le adhería a la frente, lo cual solo le hacía lucir mejor. Admiré la manera en que la ropa se aferraba a su cuerpo y desvié la mirada al sentir que me sofocaba.

Levi era un espectáculo digno de ser visto.

Mordí mi labio inferior cuando este pensamiento vino a mi mente y me regañé por no centrarme en lo que debía hacer. Se acercó al sofá donde estaba sentada y me rodeó con uno de sus brazos.

—¿Qué haces? —preguntó. Tenía la piel cálida y olía delicioso.

—Estudiando para historia. —Elevé mi libro al aire para que lo viera y volví a depositarlo en mi regazo sin mucho cuidado—. Mañana es mi examen final.

Hice una mueca al escuchar lo borde que había sonado. A veces el mal humor solo brotaba de mí, sobre todo cuando Levi invadía tanto mi espacio personal. Me ponía incómoda que no tuviera consideración de mis pobres hormonas frustradas.

—¿Supongo que no me acompañarás a la fiesta esta noche, entonces?

Fingí pensar por un momento en su pregunta para después sacudir la cabeza.

—No creo.

—Anda, vamos, aunque sea un rato.

—No puedo, tengo mucho por hacer —dije casi en una súplica.

Ir a una fiesta con Levi significaba estar de pie, sola, con el mismo vaso de cerveza durante todo el tiempo, mientras él andaba por ahí con otros amigos o coqueteando con alguna chica. Sabía que debía superarlo de una vez, empezar a salir, pero no era tan fácil. Mi corazón le pertenecía a un chico de ojos marrones sonrientes y no quería salir y experimentar con nadie más.

Sin embargo, yo siempre sería la amiga que lo adoraba desde la distancia.

Sacudí la cabeza una vez más cuando lo sentí hundirse a mi lado en el sillón.




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