—¡Alba!
Me giro y veo a Andrés y Daniel acercándose a mí.
Esta vez llegué temprano a la facultad porque tomé un taxi desde una aplicación, Sandra decidió no asistir a la escuela porque se sentía mal del estómago.
—Hola chicos —apenas vamos cruzando el patio de la facultad.
—Otro día más de la escuela —resopla Daniel—. Por cierto ¿leíste el artículo que dejó el profesor Ramírez?
—¿El de Arquitectura moderna? Sí, sólo eran treinta hojas, pan comido —digo maliciosa.
Desde el primer año me acostumbré a leer demasiado, incluso había ocasiones en que nos ponían a leer artículos y libros de doscientas páginas de un día a otro. No sé cómo lo hice, pero aquí estoy, sobreviviendo.
—Yo no lo leí —protesta Andrés.
—¿Por qué?
—Porque el estúpido se fue a una fiesta en miércoles —dice Daniel dándole un zape en la nuca a Andrés.
—Qué te pasa imbécil— él le devuelve el golpe.
—¿A quién se le ocurre ir a una fiesta a media semana? —digo poniendo los ojos en blanco.
—A mí.
—Obvio además de ti —río.
Subimos las escaleras y casi llegamos al salón.
—Todos hemos ido a una fiesta en un día cualquiera que no sea fin de semana.
Me quedo callada y él intuye mi silencio ensordecedor.
—¿Qué?, ¿En serio no has ido a una fiesta entre semana? —se para en medio de las escaleras y me sacude los hombros —Júramelo.
—No y por ahora no pienso ir a ninguna —bromeo y me quito sus brazos de encima.
—¿Sabes? A veces hay chicas decentes que no son como todas las personas alcohólicas que conocemos —exclama Daniel.
—Sí ya lo sé, pero obvio estando con nosotros tienes que acompañarnos a una party loca.
—No gracias, en serio chicos no se esfuercen porque no iré —sentencio.
—¿Nunca has ido a una fiesta o a qué le tienes miedo? —me mira entrecerrando los ojos.
Llegamos al salón, sólo unos pocos están dentro y el profesor aún no ha llegado, así que nos quedamos platicando afuera.
—No es eso, sino que quiero dar lo mejor de mí en este último semestre, aparte tengo que trabajar en la semana —declaro victoriosa.
La verdad es que casi nunca fui a fiestas en Veracruz y puede que aquí me atreva a ser diferente. Lo pensaré.
—Bueno, está bien, te lo paso por ahora Albita —me toma de la mano juguetón—. Porque eres nueva y quiero que conozcas más de la ciudad y de nosotros por supuesto.
—Gracias Andresito —digo siguiendo su juego.
—¡Ayyy que bonitos se ven así! —Daniel, Andrés y yo nos volvemos y vemos a Monserrat haciendo gestos y muecas raras.
—¿Qué quieres Monse? solo nos estamos conociendo —esclarece Andrés y enseguida suelta mi mano. Monserrat simplemente se ríe y yo bajo la mirada por un momento.
Detesto ese tipo de comentarios, está claro que me quiere molestar, pero no lo voy a permitir. Aprieto los dientes y la quedo mirando fijamente, ella se da cuenta, desvanece su sonrisa y cambia rápido el tema.
«Zorra.»
—¿Ya supiste que se va a armar la promo en el billar? —dice ella.
—¿Cuándo? —Andrés me voltea a ver con una mirada pícara como si estuviera tramando algo. Hago un gesto que expresa mi total y absoluta desconfianza sobre lo que sea que están planeando.
—El próximo viernes, en Casa Pull.
—Excelente —Andrés asiente frotando sus manos.
—Oye, ¿qué es eso de Casa Pull? —le pregunto a Daniel mientras entramos al salón.
—Es un tipo de bar, que se encuentra en una cabaña donde la mayoría de los estudiantes prefieren ir porque en determinados días lanzan promociones muy buenas y obvio todos quieren asistir —hace una pausa— bueno, más que una casa es una cabaña, bueno eso creo.
—Ah —digo desinteresada.
Daniel se dirige a su banca y se sienta, yo me voy a mi lugar de siempre que está a unos metros.
—Si sabes que Andrés no va a descansar hasta que vayas allí ¿no? —dice Daniel.
—Pues yo no voy a descansar hasta que le quede claro que no iré —arqueo las cejas y sonrío segura de mí misma.
—Te recomiendo que mejor te escondas ese día —bromea y ambos reímos.
Veo a Andrés y Monse a través de la ventana y por la forma en que se miran y conversan parece que están coqueteando. Mis ojos se postran en Andrés. No lo conozco mucho, pero se ve que es una buena persona, no pasan ni cinco segundos cuando Monse me sorprende viéndolos y desvío demasiado tarde la mirada.
«Esto no es bueno.»
El profesor Alcázar hace acto de presencia y algunos estudiantes entran por fin al salón.