ELIÁN R.
—¡Ey!
—¿Eh?
—¿Que si quieres más café? —Braulio agita su mano frente a mi cara haciendo que vuelva a la realidad.
Es mi compañero de piso. Nos encontramos en la cafetería de la clínica mirando en dirección a una ventana. El día se me pasó volando con las consultas que di hoy, ni me di cuenta que ya es tarde.
—Ah sí, por favor —digo y él me sirve más líquido en el termo que traigo.
—¿Día largo?
—Sí, ¿qué tal el tuyo?
—Regular, algunos cancelaron citas a la mera hora, así que en lugar de molestarme, fui a caminar al parque a rodearme con los árboles —exclama tranquilo—. ¿Has escuchado que convivir en la naturaleza ayuda a reducir el estrés y la ansiedad?
—Sí, creo que sí —bebo mi café sin dejar de mirar el cristal.
—Al fin llegó un paciente —dice al ver la pantalla de su celular—. Te dejo. Nos vemos.
Me toca el hombro y se marcha. Sacudo la cabeza y decido subir a echar un vistazo a la terraza.
A pesar de que la clínica no es tan grande, cuenta con espacios vitales como comedor, cafetería, un pequeño laboratorio y una terraza, ésta última es mi favorita, desde ahí se puede visualizar gran parte del vecindario y de noche es aún más increíble.
Estas semanas han estado de locos, honestamente no sé cómo aún no pierdo la cordura, considero que es un poco por mi carácter y otro poco por la pasión que le tengo a la Medicina. Mis abuelos paternos fueron médicos, él fue pediatra y ella ginecóloga. Desde mi punto de vista, fue una lastima que mi padre no fuera médico también, tenía mucho apoyo y recursos didácticos al alcance, sin embargo, optó por formarse como licenciado en letras hispánicas; menos mal logré que no tiraran el material cuando les dije que iba a estudiar Medicina.
Suspiro y me acuerdo de él. Me siento tonto al no saber cómo decirle que me ofrecieron una residencia en el hospital de la capital y que probablemente no me haga cargo de las librerías. Evidentemente se enfurecerá conmigo, pero ¿qué debo hacer? me maté estudiando mi carrera, ¿para que al final la deje de lado por cosas que, sin duda, no me llenan el alma? no me parece justo.
No sé si lo entienda, espero que sí, pero por mientras esta decisión me anda dando pesadez mental. Es gracioso que, sin pensarlo le haya dicho a Alba, fue la primera persona en saberlo y después le tuve que decir a Karina al notarme un poco agobiado.
«Alba…»
Su nombre atraviesa e invade mi pensamiento, que nombre tan singular, me pregunto cuál será su significado. Sonrío al recordar nuestro primer encuentro y la expresión de su rostro al verme en la librería con mi padre después de haber intentado comprar el otro día, fue tan divertido, pero sin duda la sorpresa más grande y jocosa me la llevé yo al verla en la Casa Club.
Se ve una chica bastante simpática y agradable, no la dejaba de mirar cuando estaba platicando con Sandra y quise acercarme a ella para tratar de entablar una conversación porque por alguna extraña razón sentía que debía hacerlo. Tremendo susto que me llevé cuando se estaba ahogando al momento de querer devolverle sus llaves, creo que no se esperaba en absoluto que me apareciera frente a su puerta.
«¿Eso fue bueno o malo?»
No lo sé, pero me alegra que no haya pasado a mayores y esté bien.
Hoy me tocó doble turno, el matutino que ya lo cumplí y el nocturno, éste último es el más difícil para un dormilón como yo, básicamente me la paso bebiendo café y té para aguantar.
Si acepto el ascenso en el hospital tendré el turno de la tarde, creo que no está tan mal, aunque a decir verdad extrañaré algunas cosas de esta clínica, en especial esta bella terraza. Doy un sorbo al termo y oigo la alarma de mi celular. Es hora de continuar mis actividades.
Me pongo en marcha nuevamente hacia el piso de mi consultorio.
Salir del hospital y llegar a mi casa en la madrugada hace que se sienta como en los viejos tiempos, cuando llegaba ebrio a la mañana siguiente después de una fiesta. Aunque intento ir a la mayoría de reuniones con mi familia y amigos, a veces es imposible ir, el deber llama y yo tengo que cumplir.
Tengo una rutina cuando me toca ese turno, después de llegar a la casa y dormir unas cuantas horas, normalmente voy a ejercitarme al parque que está cerca de mi casa. Eso es mejor que estar forzandome a dormir más, cuando en realidad ya no puedo y me la paso dormitando y dando vueltas en la cama.
Siempre voy caminando, realmente no me toma mucho tiempo llegar hasta ahí, prefiero ir a despejarme a un lugar tranquilo que ir al gimnasio.
Me froto los ojos adormilado, veo el reloj y bostezo. Por más flojera que tenga hoy, debo hacer la rutina, así que, enderezco mi cuerpo y me pongo unos pantalones cortos azules, una playera negra sin manga y me amarro los tenis. Paso a tender mi cama y abro la ventana de mi habitación. La mañana parece perfecta, está soleado y el cielo está despejado sin nubes. Salgo de mi casa sin hacer mucho ruido, conecto mis audífonos inalámbricos y echo andar corriendo.