Siempre Serás Mi Ángel Caído

Capítulo 6 – “¿Volverás?"

Aquella mañana Azusiel recibió la mejor noticia que estuvo esperando durante todo ese tiempo.

— Azusiel, tengo un aviso importante que darte — informó Sariel —. Hoy regresarás a la tierra, dos meses ha sido demasiado tiempo y estoy seguro que estás muy ansiosa.

— ¡¿En serio?! Es la mejor noticia que he recibido, esperaba con ansias que llegue este día — sonrió la joven.

Azusiel estaba tan distraída en sus pensamientos que no se dio cuenta de que el Diablo se había sentado a su lado, sorprendiéndola así otra vez.

— Viniste — soltó la joven con entusiasmo, era tan notable y el diablo se burló

— Se nota que me extrañaste durante este tiempo que no volviste — respondió él por su parte.

— ¿Eh? Bu-bueno sí... digo no... — respondió nerviosa «No sé qué es lo correcto decir en esta situación, me siento tan torpe y nerviosa», pensó el ángel, «me siento¿Feliz?... Sí, sí, estoy contenta de verte».

— Entonces no me extrañabas — se sintió decepcionado «No puedo entender por qué me siento así», pensó —. Cuéntame, ángel, ¿Dónde estuviste todo este tiempo? — clavó su mirada fría en ella.

— ¿Án-ángel? No...no soy un ángel — respondió con inocencia, lo que causó que el diablo riera con sarcasmo.

— Lo digo porque eres como un ángel, muñeca. Ya te lo había dicho la primera vez que te ví — Luzfel era demasiado atrevido y ni siquiera se daba cuenta de que con cada palabra Azusiel se estaba creando un mundo de emociones en su mente. — ¿Por qué te pones así? Estás roja.

— Lo siento... estuve tan ocupada y por eso no vine — se limitó a responder.

— De acuerdo, no seguiré cuestionando al respecto — respondió con cierto enfado en su voz — ¿Qué te gusta hacer ángel?

— Me gusta bailar.

— ¿Bailar? — exclamó el Diablo —. Vaya, vaya, eso sí que me sorprende. ¿Bailarías para mí? — sonrió con un gesto de deseo.

— ¡¿Qué?! Y-yo no podría — respondió avergonzada.

— ¿Por qué no? — insistió el Diablo

— Me daria vergüenza — confesó apenada y sus hermosos ojos se perdieron en las calles del pequeño pueblo, el Diablo quedó en silencio, a lo cual Azusiel agradeció, ya que la estaba poniendo sumamente nerviosa, «es muy hermosa, ni siquiera me atrevería a tocarla», pensó el Diablo, «no, soy un maldito Diablo. Siento que a este paso me volveré bipolar, ja, ja, ja, ¿Un Diablo bipolar? Pero qué estupidez se me ocurre. Estaré más que satisfecho cuando la posea mientras más rápido caiga mejor para mí» sonrió con malicia.

— Me tengo que ir — Azusiel fue la primera en romper aquel silencio.

— ¿Tan pronto? — preguntó en Diablo.

— D–Debo hacer algunas cosas y...

— ¿Volverás? — preguntó el Diablo para sorpresa del ángel.

— ¿Qué?

— Dije que si volverás, si decides regresar y espero que eso suceda, estaré esperando... — volvió a decir y se marchó con una sonrisa satisfecha sin esperar la respuesta de Azusiel.

— Volveré — susurró mientras mostraba una media sonrisa.

La noche cayó en el mundo mortal y era hora de regresar a casa, al llegar al paraíso Azusiel decidió irse directamente a su habitación, pero antes quería hablar con un ángel que se había vuelto muy especial para ella y ese ángel era Hani, durante el tiempo que estuvo sin volver a la tierra Azusiel y Hani formaron un lazo de amistad muy fuerte.

Mientras tanto en el inframundo...

— ¡Estoy muy cansado! — se quejó Samyaza al llegar al portal con la ayuda de su hermano.

— Ya deja de quejarte idiota — respondió Kesabel por las quejas patéticos de su hermano —. Hoy te comportaste como todo un verdadero idiota, hasta me da vergüenza decir que eres mi hermano — frunció el ceño con enfado y al cruzar el portal arrojó a Samyaza al piso como si fuese un costal de papas — de aquí puedes llegar arrastrándote.

— ¿Qué? Pero no puedes dejarme aquí, ni siquiera puedo moverme.

— Lo hubieras pensado antes de hacer la locura que hiciste — aunque los dos se llevaban bien, había momentos en que Samyaza se volvía insoportable y viceversa, ambos eran unos locos.

— ¡AYÚDAME TONTO! ¡AYÚDAME! ¡AYÚDAME! — gritó Samyaza —. Puedo seguir así toda la noche y...

— ¡Ay! Ya cállate Samyaza, tus gritos patéticos se escuchan hasta fuera del portal, además no me dejas concentrarme en mi lectura — ingresó un Yekun molesto y adivinen que traía entre las manos... sí... era el libro de seducción que Leviathan le había regalado.

— Esto es entre Kesabel y yo, Yekun, no te metas — exclamó Samyaza con molestia.

— Bueno, en ese caso me marcho.

— Voy contigo Yekun — se apresuró a decir Kesabel y dejó atrás a su querido hermano, el cual empezó a maldecir.

— No creí que fueras capaz de hacer eso, Kesabel, admito que me sorprendes.

— Merece que le dé esa lección por su estupidez de hoy — ambos Diablos rieron.

— Mierda, esto me pasa por impulsivo — reconoció Samyaza una vez solo y al no tener más opción invocó a un demonio pequeño —. Baal, llévame al palacio — ordenó una vez que el demonio apareció. Todos los Diablos tenían a su disposición a un pequeño demonio. Sus aspectos eran como el de un pequeño dragón; tenían alas y unas orejas grandes como las de un murciélago, algunos tenían las orejas pequeñas y unos cuernos adornaban sus cabezas. Aquellos demonios eran espadas transformados en un demonio para ocultar su verdadera forma, y los portadores eran los Diablos. Lo curioso es que sus pelajes eran del color de cabello de cada uno de los Diablos.

— Sí, señor — Baal acató la orden, pero como era muy pequeño le era muy difícil levantar a Samyaza, era muy pesado.

— Maldición Baal, eres demasiado...

— Hola, Baal — interrumpió otro Diablo al ver al pequeño jalonear a Samyaza con todas sus fuerzas, era una ternurita.

— Bienvenido, señor Luzfel — saludó el pequeño demonio.

— ¿Por qué estás tirado aquí? ¿Acaso Baal te dió una paliza? — preguntó Luzfel con burla —. Pobre, eres demasiado pesado como para que el pequeñín te levante solo.




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