Siete encuentros para entender

Capítulo 22.

El día siguiente era sábado, Cristi pensaba dormir hasta las diez de la mañana por lo menos. Los últimos días fueron muy ajetreados. Pero el teléfono no la dejó dormir. Llegó un mensaje de uno de los candidatos restantes. A regañadientes, llevó su mano a la mesita de noche y leyó:

 "Romeo, romántico y decidido te dejó un mensaje". Miró su reloj, eran las siete y media de la mañana.

"Está bien, Romeo, veamos qué podemos sacar de ti." – pensó Cristi y abrió la aplicación. El conejillo de indias número cuatro en el mundo real se llamaba Leo. Recientemente cumplió veinticinco años, era arquitecto y trabajaba como autónomo. Estudió su foto, por si acaso, y exteriormente le gustó, incluso le recordó a Wadio, su exnovio, tal vez por eso leyó su mensaje.

– ¡Hola bonita! Me encantaría verte despertar.

– Hola, – respondió Cristi, – si quieres verme despertar invítame a tomar un café.

– Preciosa, ¿quieres tomar un café conmigo ahora mismo?

"Bueno, ¡Para qué tirar del gato por la cola! Ya que me despertó de todos modos", – pensó y decidió no estirar su relación con la próxima víctima del experimento.

– Ya que me has despertado, ¿por qué no tomamos un café juntos?

– Alma mía, dime dónde y correré hacía ti como el viento.

"Vaya, confirma su apodo romántico", – sonrió Cristi y le envió la dirección de la cafetería cerca de su casa.

– ¡Espérame, princesa, ya estoy volando! – escribió "Romeo".

Se levantó de la cama y se fue a la ducha. Su madre estaba cocinando algo en la cocina y cuando vio a su hija lista para salir, preguntó desconcertada:

– Cristi, ¿adónde vas tan temprano? Hoy es sábado. Pensé que desayunaríamos todos juntos.

– Lo siento, mamá, pero tengo que irme un rato y luego traeré a Misi para almorzar con nosotros.

– De acuerdo, entonces cocinaré sushi, a ella les gustan mucho, – respondió Anna Borisov.

– ¡Eres la madre más maravillosa del mundo! –  Cristi saltó hacia su madre, la abrazó y la besó en la mejilla.

– Está bien, corre, – dijo la mujer sonriendo.

Mientras ella se preparaba y se dirigía a la cafetería, Leo escribía mensajes sin detenerse, como si la persona no tuviera absolutamente ninguna preocupación o, mejor dicho, no condujera el coche. Ella le respondía con interrupciones, ya estaba cansada de sus notas románticas. Y lo más interesante era, que este "Romeo" nunca la llamó por su nombre. ¡Extraño! Luego recordó las palabras del psicólogo, cuando dijo, que existe tal versión de los hombres que no recuerda los nombres de sus mujeres, por lo que llama a todos con adjetivos o, representantes de la sangre real, para no equivocarse.

"No me sorprenderá en absoluto si pronto me pruebo un abrigo de piel de gato o, me pongo aletas y cola. Y después de todo, a alguien le gustan esas apelaciones y la actitud, pero obviamente no a mí. Dios no quiera, que tenga a un hombre así y esperar que, sentado en el baño, él no garabatee un poema de amor para la próxima "princesa" y no invite a "maravillosas" a tener una cita." – pensó Cristi, y pidió un café y una tarta de chocolate.

Sentada en la silla, comenzó a esperar a su invitado, quien llegó cinco minutos después con un magnífico ramo de rosas. ¡Caray! ¡Cristi no esperaba esto! Recibió flores como regalo hacía mucho tiempo. Hacía mucho que no lo recibía, será más correcto.

Leo no la notó de inmediato, porque había mucha gente. Incluso, ella tuvo que avisarlo con la mano para llamar la atención. Él sonrió con encanto y caminó rápidamente hacia ella. Bueno, el tipo era muy guapo, muy atento, pero algo había mal en él. Cristi lo miraba y no entendía, no podía ser tan bueno. ¿Dónde estaba el defecto? ¿Dónde estaba esa trampa, en la que no quería en absoluto entrar sin darse cuenta?

– ¡Me sorprendiste! Maravillosa, – dijo Leo con voz aterciopelada, le pasó el ramo, se enderezó el cabello con la mano y se sentó en una silla vacía, – ¿Tomamos un vino?

– No, ya pedí café y tarta. Tengo un poco más de trabajo por hacer,” – mintió.

"¡Aquí viene el defecto!" – gritó su corazón. No, no porque él pidiera un vino demasiado temprano de la mañana, aunque esto también era inusual, sino porque él se pasó la mano por el cabello y miró mecánicamente alrededor de la sala. También lo hacía su exnovio, Wadio, que solo necesitaba la adoración femenina.

– ¿Dónde trabaja mi querida gatita? – preguntó Leo, y Cristi casi aprieta los dientes por tal tratamiento.

– La gatita trabaja en el periódico regional, como asistente de reportero, – miró mientras el chico retrocedía levemente, pero aún seguía sonriendo.

Cuando llegó el vino, Leo apuró llenar la copa y bebió de un solo golpe, después rápidamente sirvió la segunda. Ahora este hombre estaba emborrachándose delante de ella, de vez en cuando comiendo pastel, mirando en todas direcciones.

– ¿Vamos a tu casa? – Esta frase la hizo reír y echar la cabeza hacia atrás.

Estiró las manos hacia una taza de té y bebió un pequeño sorbo con placer, rodando los ojos felizmente.

– ¿Y porque no para la tuya? – respondió con una pregunta.

– Tengo mi casa en obras, – encontró una respuesta e inmediatamente se calmó, asumiendo nuevamente una pose relajada y una expresión de suficiencia en su rostro, – Incluso puedo quedarme contigo por un tiempo ...

– Bueno, primero tengo que preguntar a mis padres, – respondió Cristi, y parpadeó inocentemente.

El tipo no pudo ocultar el horror salvaje. La miró como si la viera por primera vez.

– Lo siento, tengo que ir al baño, – dijo y se fue.

Leo se alejó apresuradamente y ella cogió el teléfono, fue al correo y abrió las fotos de Lex Norton. Su padre le pidió mirar y elegir una, para la portada, para poder comparar todas las seleccionadas. Tenía todo un álbum con fotos de este arrogante mujeriego, al que ni siquiera quería mirar, pero como no podía defraudar a su padre, lo revisó todo y le envió la que le parecía que reflejaba su esencia de un semental: fuerte, potente, indomable.



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En el texto hay: amor y odio maltentendidos, confuciones

Editado: 26.09.2021

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