Finalmente, Misi accedió a aceptar la oferta de Vitali Borisov de trabajar en su revista bajo la supervisión de Arina. Pero para eso, algo tenía que suceder que inquietara a Cristi. Uno de los médicos de la clínica, donde trabajaba su amiga, en un estado de consumo excesivo de alcohol, intentó violar a Misi. Cristi al principio insistió en ir a la policía y poner una denuncia, pero Misi se negó rotundamente. Estaba avergonzada y posiblemente se culpaba a sí misma por lo que había sucedido. Y como Cristi conocía bien el carácter de su amiga y el hecho de que este mismo "doctor" tuvo un accidente y ahora estaba entre la vida y la muerte, enfrió su ardor.
Ahora las amigas eran casi inseparables. Se veían todos los días en la universidad y en el trabajo. Por tanto, cuando apareció el candidato número cinco de la lista del psicólogo, Cristi corrió hacia Misi para pedirle consejo sobre cómo era mejor acudir a esta cita.
– Mira, este "armario empotrado" quiere una chica que lo combine. Lo mejor es que vayas a él con algo deportivo, – le aconsejó su amiga.
Cristi hizo precisamente eso, se puso un chándal en el que una vez fue a bailes deportivos. El tejido denso y elástico, como una segunda piel, se ciñó alrededor de su figura.
– ¿No crees que esto es un poco desafiante? – le preguntó a Misi.
– Sí, ¿puedes ponerte una cazadora encima? ¿Dónde os vais a encontrar?
– En una cafetería cercana al club deportivo donde trabaja.
– Entonces todo está bien, lo más probable es que haya chicas con los mismos chándales. – le aseguró Misi.
Nick, a quien ella y Misi llamaban "el armario empotrado", apareció cinco minutos tarde. Llegó con una camiseta negra que ceñía su cuerpo, resaltando todos los músculos. Llevaba enormes botas negras, en que estaban metidas los jeans azul oscuro. Y la imagen se complementó con una impresionante cadena alrededor de su cuello, que era tan gruesa como su dedo meñique, y una voluminosa placa en el cinturón.
Pasando junto a los visitantes sentados, Nick se dejó caer frente a ella en una silla, que claramente no esperaba un cuerpo tan enorme sobre sí misma y crujió suavemente. Moviéndose inquieto durante un tiempo, obviamente tratando de sentarse más cómodamente. Luego doblando sus manos bastante grandes y poniéndolas sobre la mesa, que instantáneamente cedió bajo tal peso y tambaleó, tirando el té de la taza de Cristi. El tipo se presentó.
– Soy Nick.
– Soy Cristi.
Se miraron el uno al otro. Cristi examinó cuidadosamente los rasgos de su rostro y se dio cuenta de que lo estaba comparando de nuevo con Lex. Una barbilla cuadrada bien afeitada, pero sin hoyuelos, ojos oscuros, pero con una mirada muy irritada, no la que llamaba y hacía señas. Era igual de grande, que Lex, pero más bajo. Nick se parecía más a un bandido.
– Soy un atleta. – dijo el hombre, distrayéndola de sus pensamientos.
– Soy una periodista.
Se quedaron en silencio nuevamente, solo que, a diferencia de Nick, ella no solo se quedó callada, sino que también comía plácidamente un pastel de chocolate y lo regaba con té, pero no tuvo mucho tiempo de disfrutarlo.
– ¡Calorías! – Nick tomó y movió el plato de postre a otra mesa, y ella se quedó colgada con una cuchara, que no se llevó a la boca.
Con ira en sus ojos miró al patán, que decidió privarla de la única alegría de la vida: los dulces. Milagrosamente se contuvo para no decirle un par de palabras amables y poco cultas. Sin embargo, estaba en el trabajo y se consideraba una chica decente. Pero las siguientes palabras aún salieron en voz alta y con unas notas silbantes.
– ¡No me importa, no estoy a dieta!
El tipo se reclinó en su silla, cruzó sus grandes brazos sobre su pecho de modo que parecía, que la camiseta comenzó a agrietarse en su espalda. Entrecerrando ligeramente los ojos, dijo claramente:
– Si quieres ser mi novia, entonces te olvidas de los dulces, comes bien y sano y practicas deporte. Yo mismo te voy a entrenar para poner tu horrible cuerpo en orden.
Cristi fue una chica paciente ... hasta este momento.
– ¡Ven de aquí! Eres un incrédulo idiota, piensas, ¡que, si tienes músculos, no necesitas cerebro! – incluso se levantó de la mesa, y el flequillo cayó, expresando su indignación y tapando su rostro.
"¡Como se atrevió quitarme la tarta! ¡Nunca! ¡Como lo que quiero! ¡No tengo cuerpo tan repugnante! ¡Muchas me envidian! ¡Y no necesito una dieta de verduras hervidas! " - rugió su indignación, pero al ver que los ojos del chico se oscurecían, solo soltó un grito ahogado y se hundió en su silla. Ella no pensó en la diferencia de tamaño. – "Él podría tocarme con un dedo y yo caería debajo de la mesa".
– ¡Eres una histérica! – murmuró Nick, se levantó y se dirigió a la salida, tratando de no lastimar a nadie con sus enormes hombros.
“Puf, me dejé llevar. ¡Qué suerte que no se puso agresivo!” – resopló Cristi aliviada. Pero el estado de ánimo después de esta cita cayó al suelo, y el pastel a medio comer ya había sido retirado ...
Al regresar a la oficina editorial, Misi la preguntó acerca de su cita a ciegas.
– ¡De ninguna manera! No puedo, resulta que no tengo cuerpo para él. Y en general ... todo en mí no es digno para ese idiota .... – Cristi suspiró, – y por encima me quitó el pastel de chocolate.
– No te preocupes, tengo los sobres de té y bombones, después, cuando todos se hayan ido, ven y hablamos a solas, – sugirió Misi.
– Está bien, pero no sé cuándo estaré libre. – Dijo Cristi. – Con este aniversario, todos se volvieron locos. Mi padre me pidió que fuera a un restaurante y revisara el catering para la fiesta.
– Es comprensible, después de todo, diez años de la revista, es una fecha significativa. Por eso, él está tan preocupado.
– Sí, lo entiendo todo, las celebridades, los políticos, los magnates de los negocios están invitados, en una palabra, crem de la crem. Quizás tú también vayas a la fiesta, tengo dos invitaciones.